BÓVEDA DE CAÑÓN
En la Alta Edad Media, en un contexto de
sociedad estamental y vida de trabajo, se
desarrolló un nuevo periodo artístico, el
románico. Durante esta etapa destacó la
arquitectura religiosa: iglesias y catedrales,
generado a partir de la Orden de Cluny que
después de que en el año 1000 no sucediese el
anunciado Apocalipsis declarase que era
necesario dar gracias a Dios por ello. Para esto
se empleó un modelo internacional diseñado
por la orden que condicionaría las construcciones europeas del periodo, la iglesia de
peregrinación. Empleado en este tipo de obras arquitectónicas se empleó un
elemento denominado bóvedas de cañón.
La bóveda de cañón o de medio cañón se forma por el desplazamiento de un
arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal. Comienza a utilizarse en el
arte romano, aunque ya la conocían los egipcios y mesopotámicos. Cuando adquiere
mayor protagonismo es en el arte románico convirtiéndose en el elemento
característico de este estilo. Toma protagonismo al emplearse con la finalidad de
acabar con los incendios que solían ocurrir en las techumbres de madera anteriores.
El peso de las bóvedas de cañón obligó a aumentar la resistencia y grosor de los
muros, eliminándose ventanas y otros vanos. Para reforzar la bóveda comenzaron a
utilizarse otros fajones que descargan el peso y empujes en columnas adosadas a los
pilares, mientras que en el exterior se contrarrestaban por medio de grandes
contrafuertes. Las naves laterales y tribunas actuaban a su vez como elemento para
frenar esos empujes.
Estas pesadas bóvedas generaron frecuentes derrumbes y resquebrajamiento
de edificios. Generalmente se construían con sillares tallados en forma de cuña y en
menor medida con ladrillos. Para su construcción siempre era necesaria una cimbra
de madera. Del cruce de dos bóvedas de cañón surge la bóveda de arista.
En la Alta Edad Media, en un contexto de
sociedad estamental y vida de trabajo, se
desarrolló un nuevo periodo artístico, el
románico. Durante esta etapa destacó la
arquitectura religiosa: iglesias y catedrales,
generado a partir de la Orden de Cluny que
después de que en el año 1000 no sucediese el
anunciado Apocalipsis declarase que era
necesario dar gracias a Dios por ello. Para esto
se empleó un modelo internacional diseñado
por la orden que condicionaría las construcciones europeas del periodo, la iglesia de
peregrinación. Empleado en este tipo de obras arquitectónicas se empleó un
elemento denominado bóvedas de cañón.
La bóveda de cañón o de medio cañón se forma por el desplazamiento de un
arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal. Comienza a utilizarse en el
arte romano, aunque ya la conocían los egipcios y mesopotámicos. Cuando adquiere
mayor protagonismo es en el arte románico convirtiéndose en el elemento
característico de este estilo. Toma protagonismo al emplearse con la finalidad de
acabar con los incendios que solían ocurrir en las techumbres de madera anteriores.
El peso de las bóvedas de cañón obligó a aumentar la resistencia y grosor de los
muros, eliminándose ventanas y otros vanos. Para reforzar la bóveda comenzaron a
utilizarse otros fajones que descargan el peso y empujes en columnas adosadas a los
pilares, mientras que en el exterior se contrarrestaban por medio de grandes
contrafuertes. Las naves laterales y tribunas actuaban a su vez como elemento para
frenar esos empujes.
Estas pesadas bóvedas generaron frecuentes derrumbes y resquebrajamiento
de edificios. Generalmente se construían con sillares tallados en forma de cuña y en
menor medida con ladrillos. Para su construcción siempre era necesaria una cimbra
de madera. Del cruce de dos bóvedas de cañón surge la bóveda de arista.