72. La ropa interior masculina y femenina, evolución. Tipos de prendas, características. Aspectos higiénicos, estéticos, funcionales, simbólicos. Particularidades del diseño, los tejidos y los patrones. Las nuevas fibras. El sector lencería y baño en la industria de la moda, relevancia econ...
1. LA ROPA INTERIOR MASCULINA Y FEMENINA, EVOLUCIÓN.
2. TIPOS DE PRENDAS, CARACTERÍSTICAS. ASPECTOS HIGIÉNICOS, ESTÉTICOS,
FUNCIONALES, SIMBÓLICOS.
3. PARTICULARIDADES DEL DISEÑO, LOS TEJIDOS Y LOS PATRONES.
4. LAS NUEVAS FIBRAS. EL SECTOR LENCERÍA Y BAÑO EN LA INDUSTRIA DE LA MODA,
RELEVANCIA ECONÓMICA.
5. PRINCIPALES FIRMAS FABRICANTES.
INTRODUCCIÓN
El término de la palabra lencería proviene del francés y hace referencia al lino, la fibra vegetal más
antigua que se conoce, pues ya se cultivaba en el antiguo Egipto aproximadamente cerca del
siglo IV a. C. Y es por esto que generalmente las primeras prendas de ropa interior eran de color
blanco, se fabricaban con lino de este color. Asimismo, se estima que las camisas de lino interiores
ya existían en el año 1360 (a. C.)
Posteriormente, una de las formas que ha encontrado el ser humano para adaptarse a las diversas
condiciones climáticas ha sido a través de la vestimenta, haciendo uso de ella para protegerse del
frío, y también por razones de higiene.
La historia de la lencería está íntimamente asociada a la moda, el poder y la sexualidad, de ahí
que a lo largo de las épocas se haya hecho uso de ella para la definición de belleza y hermosura,
pues la evolución ha propiciado el lucir prendas de interior en el exterior.
1. LA ROPA INTERIOR MASCULINA Y FEMENINA, EVOLUCIÓN
1.1 DEFINICIÓN DE ROPA INTERIOR
La ropa interior o actualmente denominada lencería desde sus orígenes y primeros prototipos es
creada y diseñada bajo el criterio de resguardar aquellas partes más íntimas y sensibles y para
proteger la ropa de uso externo de contraer suciedad por las secreciones corporales.
Debido a los cambios sociales y el rol de la mujer en la sociedad, estas prendas que en sus
comienzos fueron creadas con el fin exclusivo de proteger y resguardar, fueron cambiando su función
y evolucionando hasta convertirse en el símbolo de femineidad y de seducción por excelencia o en
un elemento social que podría ser catalogado como uno de los principales objetos de deseo de la
mujer actual.
La ropa interior tiene tres usos básicos. Usa debajo de la exterior, para que se vea debajo de la
ropa, ya sea porque usamos prendas transparentes o para seducir.
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, 1.2. EVOLUCIÓN HISTÓRICA ROPA INTERIOR FEMENINA
Desde la toga griega a la liberación femenina
Desde la Antigua Grecia y el Imperio Romano, la mujer ha usado pilas de ropa interior debajo de
su vestimenta. Muchas de esas prendas eran usadas para dar forma al cuerpo, mientras que otras servían
para prevenir avances amorosos.
La mujer de la Grecia Helénica (siglo I a.C.) usaba poca ropa interior (de acuerdo a la
conceptualización actual). Debajo de la túnica visible que recibía el nombre de ‘chitón’ o ‘peplos’, estas
mujeres usaban una túnica de lino. En la época de la Grecia Clásica el apodemos se convirtió en la ‘hetaira’¸
que consistía en una ancha banda de tafetán ligero, casi invisible debajo de la túnica, que envolvía el pecho
elevándolo o sosteniéndolo en secreto.
A veces, las jóvenes deportistas o las acróbatas profesionales usaban una especie de taparrabos
cosido en la entrepierna, pero no cabe considerarlo como una prenda interior. Tampoco lo había sido
el sorprendente corsé-balcón de las cretenses de la civilización mediterránea precedente”.
ROMA
A diferencia de lo que acontecía en Grecia, las mujeres romanas usaban muchas más prendas de ropa
interior. Una de ellas era el ‘cingulum’ que servía para sostener un panel de tela que oficiaba de vestido. Una
vez colocado el ‘cingulum’, se ponían ligas –en ocasiones decoradas con joyas por encima de las rodillas.
Considerando que las mujeres romanas no usaban medias; esta liga carecía de sentido práctico; sin
embargo, tenía un fin de seducción.
Debajo del vestido, las mujeres romanas vestían una túnica larga hasta la rodilla, debajo de la cual
envolvían sus cuerpos –por debajo de sus pechos y hasta la ingle- en un ‘cestus bodice’ (una suerte de
silueta de mimbre). Las caderas eran envueltas en un ‘caestus’ (el equivalente romano de la zona griega).
Los pechos se contenían con bandas: la ‘taenia’ o ‘facsia’, mientras que aquellas más corpulentas apelaban
a un corpiño de cuero que aplanaba el busto (Toussaint-Samat, M.; 1994).
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, En la república romana, los signos externos de femineidad eran considerados incompatibles con la
virtud, por lo que las jovencitas decentes en edad de casamiento, ceñían sus senos con bandas llamadas
‘mamillare’. Por entonces, los senos ni siquiera se relacionaban con la maternidad, ya que de la tarea de
mamar se encargaban las nodrizas de leche (esclavas que se las embarazaba en cuanto se tenía noticia
que su ama estaba encinta para que tuvieran leche al nacer el bebé de su familia propietaria).
También se utilizaba el ‘strophium’ que era una especie de bufanda o chalina que cubría los senos
y los levantaba, sin aplanarlos.
Las cortesanas, y posteriormente las mujeres de sociedad, utilizaban el ‘subligaculum’,
que era un especie de taparrabos confeccionado en telas sutiles, que consistía en un pareo; este
se ataba a la cintura y a los muslos.
El primer antecedente de las bragas podría encontrarse en China, alrededor del siglo tres: se trata
de la mortaja de una noble (bautizada por los historiadores como la Señora de Marsham) que consistía en
un vestido bordado debajo del cual se encontró una camisa y un ancho pantalón alto hasta la cintura y
fruncido en los tobillos con un galón bordado.
En la Edad Media el erotismo gira en torno al secreto y la revelación, cuestión que puede advertirse
en las novelas medievales, los cantos de los juglares y los romanceros. Sin embargo, a éste romanticismo
se le oponía como realidad la notable falta de educación en las costumbres cotidianas: era común la carencia
de pudor en las clases burguesas y campesinas. No se utilizaba ropa interior más que en las clases nobles
y religiosas; y aún entre las damas nobles, la ropa interior contrastaba por su sobriedad y humildad con los
lujos de la vestimenta exterior.
Tras siglos de opresión cultural que obligaron a las mujeres a ocultar sus atributos debajo de ‘sayas’
(blusas sueltas), la influencia en la ciudad italiana de Florencia y en el territorio francés, de las mujeres de
Chipre que usaban vestidos con el torso tan ceñido que los senos parecían desbordar, hizo que se
reformulará la conceptualización de la figura femenina aceptada hasta entonces.
En la Europa del siglo XV, la corsetería se comenzó a usar por fuera de los vestidos: la ‘sobrecota’
era un chaleco que se ataba por sobre el vestido y su función era la de aplanar el busto y destacar el vientre.
Debajo de los vestidos las mujeres medievales vestían una banda que metía para adentro la cintura;
el busto fue confinado a la ‘fustia’ (un canesú que se ataba en la espalda o en el costado sobre la ‘saya’
(blusa de mangas anchas y voluminosas confeccionadas en lino o algodón). La ‘fustia’ incluía también otro
pequeño canesú, el ‘doblete’, hecho con bandas que estrujaban el pecho, al cual, a su vez, podía añadirse
otro canesú interno, confeccionado en lino almidonado
Prendas femeninas íntimas de la historia
En este punto se hará un enfoque en las prendas más intimas de la mujer, aquellas que son iconos
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, de la moda; y que aun se siguen utilizando en la actualidad, no solo como prendas de uso diario sino que
también como parte de la indumentaria.
1.1. Historia del corsé
A lo largo de la historia se puede observar que la indumentaria no tiene género, pero si se podría
decir que ha habido prendas que han pasado del hombre a la mujer (nunca de la mujer al hombre)
conservando su denominación al cambiar de destino. El corsé, por ejemplo, fue al principio una corta
prenda de vestir masculina del siglo XV, antecedente del jubón: prenda española, de contextura rígida
que cubría desde los hombros hasta la cintura, el cual posteriormente se convirtió en un vestido ajustado
con bolsillos y forro.
Isabel de Baviera introdujo en la parte superior de este vestido o cuerpo, ballenas (barbas de
ballena) para contener la obesidad que la invadía. Después, a partir del siglo XVI aparecieron cuerpos de
hierro calados, como los del Museo de Cluny. Su relleno original había desaparecido, por lo que estos
artefactos poco se diferenciaban de los instrumentos de tortura judicial, teniendo en cuenta las escaras y
las doloras deformaciones que producían
Las mujeres del Renacimiento vestían debajo de sus vestidos el ‘verdugado’, que era una pesada
estructura confeccionada en telas finas provenientes de Italia y España. Cuando en el vestido no estaba
integrado el corsé se vestía una ‘saya’ descotada, sin mangas, confeccionada en tafetán rígido y con
ballenas o varillas metálicas, que se ataba muy apretadamente con cintas y que recibía el nombre de
‘basquiña’. Esta, introducida originariamente en España, podía reforzarse con hueso madera o tiras de
hierro, y se vestía por sobre una camisa de algodón o lino, cuyo dobladillo se metía por dentro del calzón
bombacho.
Sobre la basquiña comenzó a usarse el ‘busc’: una pechera armada hacia la parte delantera del
torso, que comprimía la zona comprendida entre la parte inferior de los senos hasta el vientre. El ‘busc’ debe
su nombre al vocablo italiano ‘busco’ que significa astilla, y que en sus comienzos designaba a la tablilla de
madera que las damas utilizaban para comprimir su vientre. El ‘busc’ podía confeccionarse también en marfil,
nácar, esternón de pavo, hierro o plata, los cuales podían ser decorados y ornamentados. Asimismo, y para
no lesionar por su peso las caderas femeninas, el cuerpo se ensanchaba a partir de la cintura con faldones
rellenos que recibían el nombre de faldas con alforjas o cola de cangrejo, sobre los que se montaba el ‘busc’,
el cual generaba volúmenes la silueta femenina
Las mujeres comenzaron a utilizar una especie de calzones confeccionados en telas lujosas, para
ser vistos cuando usaban escaleras. Estos recibían el nombre de tirantes de nalgas, los cuales cubrían las
piernas desde la cintura hasta la rodilla. Utilizaban unas tiras llamadas ligas, las cuales eran las encargadas
de mantenerla junto con las medias.
Estos calzones se comenzaron a utilizar por razones de pudor e higiene, aunque fueron más que
una prenda protectora de las partes íntimas, sino que también para realzar los muslos. Esto produjo que la
mujer este más pendiente de sus prendas íntimas, ya que ahora podían ser vistas (Barbier, M.; 2004).
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