PSICOLOGIA DE LA PERSONALIDAD
El estudio aplicado a la comprensión de las diferencias entre los hombres, en medio tantas
similitudes y adhesiones comunes (griegos, por ejemplo), no nació ayer. El desarrollo, precisión,
acierto y aplicaciones de los métodos de indagación y comprobación científicas modernos aplicados
a comprender las particularidades de los individuos tiene un desarrollo inabarcable y un
reconocimiento innegable en nuestros días. Pero, eso no desautoriza ni condena al olvido o
ignorancia los intentos del pasado. Esos intentos están marcados por su época, tienen logros o
méritos y también pobrezas, límites y parcialidades, etc. Recordarlos y darles su espacio en el
programa no es para relativizar sus límites ni para sobrevalorar sus aciertos. Es para apreciar los
primeros pasos por conocer y comprender lo que nuestros especialistas y científicos de la
personalidad siguen haciendo hoy, y, con peripecias similares no obstante las distancias. El mérito
de los representantes del pasado al pronunciarse sobre la personalidad del hombre es la de haber
dado voz a intuiciones, hipótesis, comprensiones y observaciones que, aunque nos sorprenda,
podemos reencontrar hoy. Es un mérito que los hace actuales, que explica que sus nombres sigan
siendo referencias en tantas crónicas actuales, entre ellas, de psicología y personalidad.
Otros espacios culturales (India, China, etc.) han desarrollado aportes afines a nuestra materia.
Atenderlos supera nuestras posibilidades de tiempo y el marco de nuestros tres meses y unas
semanas para toda la asignatura, de unas pocas horas para este contenido.
(U1.1) Coordenadas históricas, filosóficas, culturales.
El estudio de la personalidad no nació ayer1 , es antiguo como el hombre, o al menos por lo que
sabemos ya está presente desde que tenemos documentos escritos y que llegaron hasta nosotros.
Con las limitaciones de nuestros recursos para explorar los documentos de las grandes
civilizaciones de la India y de China e incluso de otras culturas, solo mencionaremos algunos
ejemplos de nuestra cultura y civilización occidental2 .
Empédocles (490-430), Hipócrates (460-375 Ac), Galeno (129 – 200 DC)
En nuestro medio “occidental” históricamente se indica que Empédocles (c. 490 AC, Agrigento,
Sicilia – 430 AC, Peloponeso, Grecia), habría estado entre las fuentes que permitieron a otro famoso
médico griego, Hipócrates (c.460 AC– 375 AC), desarrollar su teoría de los humores y
temperamentos.
Empédocles sostenía una teoría cosmológica llamada de los cuatros elementos: aire, tierra, fuego,
agua3 . De las combinaciones de estos elementos se originaría toda la realidad.
Sobre esta base, Hipócrates desarrollaría su teoría de los “humores” y los temperamentos: -
sanguíneo (sangre) 4 , - melancólico (bilis oscura) 5 , - colérico (bilis amarilla) 6 , - flemático
(flema) 7 .
De la combinación y proporción equilibrada entre los humores y de cada humor (sangre, bilis
oscura o amarilla y flema) dependería el temperamento saludable.
Sin entrar en detalles a tratar y adquirir más adelante, las ideas de Empédocles utilizadas por
Hipócrates en su caracterización de los temperamentos son un antecedente de los estudios sobre la
personalidad. Que las sustancias o elementos materiales, sus combinaciones y proporciones sean la
explicación para las diferencias en las conductas de las personas sigue siendo una referencia
estimulante
En algo podemos darle cierta razón, de hecho, algunas sustancias, si las ingerimos, afectan nuestra
personalidad, provocan un cambio en nuestra conducta.
También continúa siendo un recurso en ciencia la analogía, como fuente de hipótesis. En este caso,
Empédocles e Hipócrates recurrieron a la analogía entre el cosmos (toda la realidad, el universo) y
el hombre (que sería un microcosmos, un universo en miniatura).
Galeno (129 – 200 dc) distingue entre espíritus vitales (localizados en los vasos sanguíneos) y
espíritus animales o psíquicos (de los que depende el funcionamiento nervioso), y describe nueve
tipos de temperamento. El modelo hipocrático – galénico influenciará profundamente la cultura del
,Renacimiento, según la cual los humores del cuerpo confieren al individuo un “habitus” que, si es
equilibrado, corresponde a la persona sana, y, si es desequilibrado, a la persona enferma, y también
a la persona vil, despreciable, al genio y al loco. Una concepción temperamental se encuentra en la
base de muchas medicinas orientales, por ejemplo, la ayurvédica india.
¿Por qué ir tan lejos en este tema?
Por un lado, para subrayar la antigüedad del estudio sobre las características individuales de los
hombres, del estudio y atención sobre aquello que los diferencian entre si siendo iguales o
semejantes.
Por otro, para aprovechar a destacar una fuente de conocimientos o una matriz de intuiciones que
pueden llevar a conocimientos valederos: la analogía y los componentes materiales de la
personalidad. Aunque las ideas de Empédocles y la comprensión de los “temperamentos” por
Hipócrates ya estén “superadas”, podrán sorprenderse, aún hay especialistas que las desarrollan.
Podríamos decir que aún aportan, al menos para algunos, una referencia desde la que lograr
conocimientos nuevos y actuales sobre la personalidad humana.
¿Qué más? ¿Tiene alguna actualidad esto? ¿Qué nos queda?
Aunque sepamos poco de Empédocles, sabemos bastante como para reconocer algo que sigue
presente en la comprensión de la personalidad de los seres humanos. Ese algo es la influencia y
conexión entre ideas sobre la totalidad, filosóficas, e ideas sobre la persona humana. Es decir, las
ideas cosmológicas de Empédocles inspiraron y dieron por resultado las ideas a Hipócrates, un
médico, que vio en el hombre un “microcosmos”. Esto no es algo que no siga sucediendo y nos
advierte acerca de nuestras propias ideas actuales acerca de la persona humana y su personalidad:
¿Qué visión, comprensión o ideas generales o totales acerca de la realidad están detrás?
¿A cuál cosmovisión pertenece, adhiere o se inscriben estos conocimientos acerca de la
personalidad? ¿Qué filosofía, antropología y epistemología dan origen, sostienen, acompañan esta
comprensión o presentación de la personalidad?
Las consecuencias son más amplias, los vínculos mucho más importantes que un mero anoticiarnos
o informarnos de personajes de hace 2500 años y de sus ideas. La enseñanza para hoy y para todos
es que la comprensión que asumamos de la personalidad no puede separarse de una comprensión
del ser humano y del cosmos, de toda la realidad. Y, aunque parezca torpe, de nosotros mismos y de
nuestra propia vida y personalidad.
A “lo que dice la gente” – entre ellos nosotros mismos – y que podríamos recoger por medio de una
encuesta o por medio de sondeos, se suma lo que dice la historia de la cultura humana. En ella
además de filósofos como Empédocles, médicos como Hipócrates, encontramos a los escritores, es
decir la “literatura”, el arte de la expresión escrita
Noten: historia, arte, literatura. La conexión de las tres nos dice que desde antiguo y a través del
tiempo la personalidad, nuestra materia, ha sido también tratada y de manera eminente por el arte
literario.
Allport8 , es quién señala que a la psicología le conviene aprender de la literatura en este tema.
Podemos sumar la psicopedagogía a este discipulado.
Allport da el ejemplo de un discípulo y luego sucesor de Aristóteles (384 – 322 AC) que escribió 30
caracterizaciones breves de algunos atenienses.
Se llamaba Teofrasto (371 – 287 AC) y el libro “Caracteres”9 .
“Caracteres”, de Teofrasto (371 – 387 Ac)
En el cuadro inferior la lista de caracteres que describe, y luego en las páginas siguientes una
transcripción de algunos ejemplos desde una traducción castellana del siglo XVIII.
Teofrasto de Eresos, en Lesbos 10, fue el primero que ofreció y dejo una sistemática exposición de
los caracteres humanos. Concibe los “caracteres” como una especie de “fuerza directiva” y destaca,
como podrán observar, los componentes o aspectos negativos.
Destaca Allport su calidad literaria, es como “un soneto en prosa”. No hay palabra innecesaria, es
,conciso e inmejorable
Lo que puede aprender la psicología de la personalidad desde la literatura
Allport elige entre las caracterizaciones, “el cobarde” y señala varias notas de las cuáles aprender:
1) Su “intemporalidad” (el cobarde de hace 23 siglos no es diferentes al de hoy).
2) Indica el método: la comparación entre estímulos y respuestas equivalentes que evidencian
las principales tendencias de la conducta.
Allport nota que, en literatura de caracteres, se construyen las descripciones desde la hipótesis
psicológica de que cada personaje posee ciertos rasgos peculiares privativos que pueden ser
definidos mediante el relato de episodios típicos de la vida17. En otras palabras, “una manera de
ser”, una “personalidad”, consiste en características fundamentales que permanecen, aunque
cambien los escenarios. En psicología como en psicopedagogía esta constancia importa, y ha de
captarse y respetarse. Puede ser funcional, útil, provechosa y expresar la atención a la singularidad
del sujeto que requiere el servicio profesional del psicopedagogo.
3)La literatura en la descripción de “personalidades” brinda ejemplos nítidos sobre la totalidad del
comportamiento o conducta de un personaje como una unidad consecuente. Es decir, si lo
evaluamos, el personaje pasa bien un examen de consistencia: unas y otras conductas se respaldan y
corresponden.
4) Por último, en las obras literarias se sostiene el interés por los casos individuales durante lapsos
prolongados lo que se puede ver en El Quijote, en los personajes de las obras de Dostoyevsky, en
las biografías
Resumiendo, el arte literario logra captar de una personalidad individual su universalidad (el
cobarde de hace 23 siglos es similar al de hoy), la consistencia interna (las conductas se
corresponden, se respaldan y son solidarias entre sí) y mantienen el interés por las particularidades
individuales por un lapso prolongado de tiempo (y espacio).
Las exigencias y méritos propios de la psicología al tratar la personalidad
Algunas particularidades de la psicología y sus ventajas y diferencias con las obras literarias al
abordar el tratamiento de la “personalidad” de los individuos: 1) La psicología, con su carácter
disciplinario, neutraliza el dogmatismo subjetivo propio de la ficción literaria, permitido al
escritor18 , pero no al psicólogo
2)Los escritores pueden presentar observaciones discordantes y explicaciones diferentes sobre un
mismo hecho, conducta y personaje. A los psicólogos se les pide concordar entre sí
3)El escritor puede explicar y fundamentar con metáforas, ser divertido y despreocuparse de la
conexión entre causas y efectos que propone. Nada de esto le es permitido al psicólogo, la
aceptación de sus afirmaciones tiene que pasar un examen más severo: ha de probar sus
deducciones paso a paso, la terminología ha de ser uniforme, precisa, común y tiene casi vedado el
recurso a las metáforas atractivas.
4) El escritor reúne su material a su gusto y criterio y no da razón alguna e incluso puede inventarlo.
El psicólogo, al contrario, tiene que ser fiel a los hechos, a todos, y obtenerlos de fuentes
controladas y comprobables: esto hace a sus propuestas, confiables, verificables, imparciales y
menos subjetivas.
Por último, la psicología del siglo XIX, del siglo XX y lo que va del nuevo milenio contiene una
multitud de estudios sobre la personalidad. Es inabarcable. De muchas teorías, autores y métodos no
lograremos más que oírlos, de otros conoceremos un poco más y seguro de varios podremos pasar
la vida sin habernos enterado. Y, con todo, ser buenos en psicología de la personalidad o muy
buenos psicopedagogos. Igualmente, hay que tratar y procurar conocer bien algo y lo más que se
pueda. El programa procurará ese algo, aunque es una introducción muy breve para este universo de
estudio en psicología que es el campo de la personalidad y afines.
¿Qué atender ante tal abundancia?
En vistas al futuro, el ejercicio de la profesión como psicopedagogos los enfrentará con tantas
personas como personalidades y sus teorías. La abundancia o multitud de teorías, autores, etc.,
, puede ser un anticipo de esa otra cantidad que los espera. En otras palabras, la abundancia responde
a la riqueza del objeto de estudio. Más aún, corresponde y seguirá así. Y, más aún, aunque los años
de formación brinden recursos, no serán definitivamente suficientes. Y, una vez más, no será sino
por el mismo objeto: la persona no es un elemento estático, es dinámica, crece, cambia, etc. Y, a eso
sigue que también cambien, crezcan o desaparezcan teorías, autores, métodos.
Lo que se produzca sobre la personalidad y no solamente lo último y que se haya impuesto, esté de
moda o todos mencionen, sino aquello que haya probado su valor, será algo que tendrán que
aprender a identificar. Para esto, vayan prestando atención a autores, temas y teorías con las que
encuentren una mayor sintonía, al menos a ellas procuren no solo cultivar la afinidad, sino también
la posesión acreditada o de calidad, es decir crítica, pensada y elegida por los “pros” y con
conocimiento de los “contra” en lo que propongan. Es una manera de orientarse ante tanto material.
Es mi suposición que, en esta atención en vistas a una selección y elección, autores, temas y teorías
con vínculos o articulaciones más claras con lo psicopedagógico habrán de tener la prioridad. Y, si
acierto, adelante. Si me equivoco, nada esta mal, procuren igual no desatender los autores, temas y
teorías que están particularmente relacionadas a su futura profesión. En el primer año las
alternativas para orientar esa atención podrían ser pocas al inicio, pero desde lo que se alcance a
visualizar en conexiones y correspondencias, se puede intentar la propuesta.
Por último, este primer paso en las coordenadas históricas remite a la antigüedad, nombra algunos
representantes y sus aportes. No es mera historia, hay cuestiones que responder, contenidos que
atender y de los que dar cuenta. Hay referencias a la literatura y criterios de comparación. Son
pistas y pruebas, sugieren y fundamentan.
Una opinión de Erich Fromm (1900 -1980):
“Generalmente se considera que la psicología es una ciencia relativamente moderna, y esto porque
el término ha entrado en el uso general sólo en los últimos cien, ciento cincuenta años. Pero se
olvida que hubo una psicología premoderna, la cual duró más o menos desde el 500 AC hasta el
siglo XVII, pero que no se llamaba “psicología”, sino “ética” o, con más frecuencia aún, “filosofía”,
aunque se trataba justamente de psicología. ¿Cuáles eran la sustancia y los fines de tal psicología
premoderna? La respuesta puede ser sintetizada así: era el conocimiento de la psique humana que
tenía como meta el mejoramiento del hombre. Ella tenía, por lo tanto, un propósito moral, se podría
decir incluso religioso, espiritual […]. En Tomas de Aquino se encuentra un sistema psicológico del
cual se puede probablemente aprender más que de gran parte de los actuales manuales de tal
disciplina; se encuentran en él interesantísimos y muy profundos tratados de temas como
narcisismo, soberbia, humildad, modestia, sentimientos de inferioridad, y muchos otros”.
En las notas anteriores se constató en Hipócrates un testimonio, se documentó el interés por la
comprensión de las diferencias entre los hombres. Este médico de hace 2500 años aplicó al hombre
la teoría cosmológica de Empédocles. El hombre sería un microcosmos. La teoría de Hipócrates es
una teoría humoral de los temperamentos: sanguíneo, colérico, flemático, melancólico.
Otro antecedente, casi dos siglos más tarde, más o menos, es la obra de Teofrasto, otro griego,
discípulo de Aristóteles. La obra se llama “Caracteres” y aunque tenga sus limites atestigua un
acercamiento inteligente, hecho de observación, lógica y calidad argumentativa. Se mencionó su
caracterización del “cobarde”, etc.
Se mencionó luego la literatura, en nota se mencionó la obra “El Túnel” de E. Sábato. Se pueden
sumar el cine, las telenovelas, las óperas, etc. En conclusión, en la literatura y el arte abunda la
psicología de la personalidad. Personajes, héroes y villanos, deben tener una manera de ser que
corresponda a sus roles, etc.
Con la frase de Fromm, un psicólogo y escritor de la segunda mitad del siglo XX que tuvo su
reconocimiento, apoyamos nuestra expresión “la psicología no nació ayer” y también este punto de
nuestro programa: “las coordenadas históricas, filosóficas y culturales”. Hasta ahora tenemos algo
de historia, algo de filosofía y ahora sumamos teología. Fromm nombra a Tomas de Aquino, y más
que eso, que desde el 500 Ac hasta el siglo XVII había psicología, se llamaba “filosofía” o “ética”.
Con esto tenemos elementos o material como para exponer a qué nos referimos con esta