Bloque 8 del temario de historia de España de segundo de bachillerato en Madrid. Cada uno de los temas tienen una extensión de cara y media, estando adaptados al modelo EVAU. Apuntes con los que saqué un 10 en historia de España y me matriculé en honores. Contiene imágenes.
1.1 La crisis de la restauración: intentos regeneradores.
La Regencia de María Cristina de Habsburgo-Lorena finalizó en 1902, cuando Alfonso XIII alcanzó la mayoría de
edad y fue proclamado rey de España. Se casó con Victoria Eugenia de Battenberg, nieta de Victoria I de
Inglaterra. Durante el cortejo nupcial, se produjo un intento de asesinato por un anarquista, al lanzar un ramo de
flores con una bomba. Desde 1902 hasta 1923 (dictadura de Primo de Rivera) la Restauración vivió una
situación de deterioro debido a:
Crisis de los partidos dinásticos, divididos y sin líderes tras la muerte de Cánovas y Sagasta. Se impusieron
Antonio Maura y Eduardo Dato en el Partido Conservador y Canalejas y Romanones en el Partido Liberal.
Frecuentes cambios de Gobierno, agravados por las injerencias de Alfonso XII en la política. Habrá
frecuentes cambios en el gobierno y a partir de 1917 gobiernos de coalición por mayorías insuficientes en las
elecciones (32 gobiernos en 21 años).
Fracaso del Regeneracionismo conservador (revolución desde arriba de Maura) y liberal (Canalejas).
Intromisión del Ejército en asuntos políticos, mostrando su presión con la aprobación de la Ley de
Jurisdicciones (1906), las Juntas de Defensa (1917) y el golpe de Estado de Primo de Rivera (1923),
poniendo fin a la Restauración. Desastres militares en la guerra de Marruecos (1909-1921).
Conflictividad social y política. Las fuerzas de oposición (republicanismo) son marginadas y crecen las
movilizaciones de las organizaciones obreras y el anticlericalismo.
El reinado efectivo de Alfonso XIII es la crisis definitiva del sistema de la Restauración. En España hubo intentos
por parte del Gobierno para reformar el sistema canovista y modernizar el país, pero siempre desde el turnismo.
Maura y Francisco Silvera protagonizaron el primer proyecto regeneracionista , “la revolución desde arriba”, que
buscaba evitar la rebelión “desde abajo” de las masas con medidas sociales (Ley del Descanso Dominical,
Instituto Nacional de Previsión y el derecho a la huelga) y políticas, aprobando la Ley Electoral de 1907 (acabar
con el caciquismo retirando el control electoral a los Ayuntamientos e imponiendo el voto obligatorio) y la Ley de
Administración Local (acuerdos con nacionalistas moderados concediendo más autonomía y Diputaciones).
También se crearon dos nuevos ministerios: Agricultura e Instrucción Pública).
El fin de la etapa de Gobierno de Maura fue debido a su autoritarismo, su falta de entendimiento con el Partido
Liberal y, sobre todo, la dura represión de la Semana Trágica en 1909. Esta revuelta se desencadenó por el envío
de reservistas a Marruecos (“cábilas rifeñas”), el sistema de quintas, el anticlericalismo y la influencia entre las
clases populares del Partido Radical. Los sindicatos convocaron en Barcelona una huelga general que derivó en
revueltas antimilitares y anticlericales (quema de conventos). Maura declaró el estado de guerra y sofocó
militarmente la rebelión. Hubo una fuerte represión, con juicios sumarios y ejecuciones, entre ellas las de
Francisco Ferrer i Guardia (críticas y protesta internacional). Maura dimitió, se reorganizó el movimiento obrero
(CNT y la Conjunción republicano-socialista) y se desarrolló el nacionalismo republicano y de izquierdas frente a
la Lliga Regionalista de Cataluña.
Con la caída de Maura, sube al poder el Partido Liberal con José Canalejas (1910-1912), con un programa
regeneracionista que buscaba integrar al catalanismo y al movimiento obrero en el sistema y reducir la influencia
de la Iglesia. Sus medidas fueron: descentralización administrativa (creación de la Mancomunidad), supresión los
impuestos de consumo, reforma del Ejército con la Ley de reclutamientos (reclutamiento obligatorio, creación de
los regulares con menos españoles en Marruecos y eliminar el sistema de quintas), promulgó unas leyes para
mejorar las condiciones laborales pero era inflexible ante las huelgas (reprimidos militarmente), aprobación de la
Ley del Candado que limitaba la instalación de comunidades religiosas sin el permiso del gobierno y restableció el
matrimonio civil. El asesinato de Canalejas (1912) por un anarquista frustró el éxito de sus reformas.
1.2 La oposición al sistema.
La incapacidad de los Gobiernos para integrar a nacionalistas, republicanos y obreristas en el sistema de la
Restauración aceleró la descomposición del régimen (crisis de 1909 y 1917).
El republicanismo. Su programa se basaba en el laicismo, la ampliación de los derechos, la reforma social y la
fe en el progreso con la educación. Tuvo gran influencia en áreas urbanas pero tuvo poco peso político por la
división entre unitarios y federalistas. Se formó el Partido Radical (Alejandro Lerroux), siendo un partido
populista, anticlerical y anticatalanista con apoyos en Barcelona que evolucinó a ser más moderado por las
, acusaciones de promover la quema de iglesias en la Semana Trágica. El Partido Reformista (Melquíades Álvarez)
contaba con intelectuales como Ortega y Gasset, siendo más moderado y aceptando la monarquía democrática.
El nacionalismo periférico. Tras el desastre del 98 se incrementó en Cataluña y el País Vasco la actividad de
los partidos nacionalistas. En 1901 las formaciones catalanistas se unieron a la Lliga Regionalista, promoviendo
la fundación del Estat Catalá (1922) por Francesc Macià (izquierdas). La Lliga, liderada por Prat de la Riba y
después por Francesc Cambó, reivindicó el autogobierno, la defensa del catalán y el aumento de la influencia de
Cataluña en la política nacional. En 1905 el Partido Lliga Regionalista ganó las elecciones y creció a partir de
1906 al capitalizar la protesta civil que siguió el asalto militar a la revista Cu-Cut! y la posterior Ley de
Jurisdicciones (tribunales militares tenían la jurisdicción sobre cualquier ofensa al ejército). El PNV lideró el
nacionalismo vasco. Tras la muerte de su fundador (Sabino Arana), evolucionó del independentismo hacia al
autonomismo, ganando apoyo social y en 1903 su primer escaño. La Liga Galega y el andalucismo tuvieron
menor peso político. La radicalización de algunos sectores dio lugar a organizaciones como Solidaridad catalana.
La Lliga Regionalista fue muy importante hasta que en 1931 surgiera Esquerra Republicana de Cataluña. El
Partido Carlista se separó en el Partido Tradicionalista (1919), liderado por Juan Vázquez de Mella y tuvieron
presencia en el Congreso; y la Comunión Tradicionalista con la llegada de la II República en 1931.
El movimiento obrero. Dividido entre socialistas y anarquistas, enfrentados por liderarlo. Unieron sus
fuerzas en la huelga general de 1917. El socialismo (ciudades industriales) se agrupó en torno al PSOE y el
sindicato UGT. En la primera década del s. XX, el PSOE fue abandonando su aislamiento político y tras la
Semana Trágica de Barcelona estableció coaliciones electorales con los republicanos. En 1910 participó el Partido
Conjunción Republicano-Socialista y permitió a Pablo Iglesias conseguir un escaño. Sus principales líderes eran:
Pablo Iglesias, Julián Besteiro y Francisco Largo Caballero (UGT). A raíz de la Revolución Rusa, hubo un debate
interno en el partido, en el que rechazó integrarse en la Internacional Comunista promovida por Lenin. Se dio
una escisión en el partido, creándose en 1921 el Partido Comunista de España (PCE) cuyos líderes serán José
Díaz y Dolores Ibárruri (“la pasionaria”). El anarquismo se implantó en Andalucía y en Cataluña, dividiéndose en
Grupos de Acción Directa, que atentaban contr las élites políticas y económicas; y el anarcosindicalismo, que tras
la disolución de la FTRE, se reorganizó en sindicatos regionales y, en 1910, con la CNT. Fue duramente
perseguido por su participación en las huelgas generales. Entre 1918 y 1923, el anarquismo vivió unos años de
enfrentamientos con las fuerzas del orden público (pistolerismo y el Trienio Bolchevique).
2.1 Colonización de Marruecos.
El desastre del 98 puso fin al imperialismo español. Las potencias europeas, reunidas en 1906 en la Conferencia
Internacional de Algeciras, acordaron dividir Marruecos en dos áreas: la española al norte (RIF) y la francesa al
sur. España tenía intereses económicos (minas e inversiones como el ferrocarril), políticos y militares (restaurar
el prestigio del Ejército y volver a España una potencia colonial con Ceuta y Melilla). La zona del RIF no era rica
en recursos, además de que en ella habitaban las “cábilas” o tribus rifeñas. La primera insurrección, la guerra de
Melilla, se produjo en 1909 tras el ataque de cabileños rebeldes a las explotaciones mineras españolas, que se
saldó con su victoria en el Barranco del Lobo. La derrota obligó al Gobierno de Maura a reclutar reservistas,
provocando la Semana Trágica de Barcelona.
En 1912 el sultán marroquí admitió la formación de un protectorado franco-español ante el caos de la región,
desencadenando el aumento de la resistencia local contra la presencia española. Los años de la Primera Guerra
Mundial suponen un parón, pero después se reiniciaron las operaciones de ocupación del territorio del Rif. En un
primer momento el ejército estaba al mando del general Dámaso Berenguer (peninsulares destinados a África,
Regulares y la Legión Española). En 1921 el general Silvestre planificó una ofensiva a la que los rifeños (Abd el-
Krim) respondieron con una emboscada que ocasionó más de 13.000 muertos. La derrota se denominó desastre
de Annual y provocó la indignación de la opinión pública y la impopularidad del ejército español (masacrados en
el Monte Arruit). Sólo quedaba Melilla llena de refugiados españoles. Hubo grandes protestas en España y los
republicanos y socialistas reclamaban el abandono de Marruecos. Se exigieron responsabilidades al Gobierno, al
Ejército y a Alfonso XIII, haciendo que las Costes formaran una comisión militar investigadora que inició el
Expediente Picasso (general de División Juan Picasso), que ponía en evidencia irregularidades, corrupción e
ineficacia en el ejército español destinado en África. El expediente no llegó a suponer responsabilidades políticas
ni criminales puesto que la reacción defensiva de los militares fue inmediata, alentando el golpe de Estado del
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