1. ¿Qué dice el psicoanálisis?
Lo que dijo Freud:
La historia del psicoanálisis empezó una tarde del siglo XIX en la consulta del doctor Joseph
Breuer en Viena. Tenía como paciente a una mujer con persistentes síntomas de una
enfermedad mental entonces conocida como histeria. Esta paciente había pasado por distintos
tratamientos pero sus síntomas no remitían. Con Breuer comenzó una terapia basada en la
hipnosis. Aquella tarde su paciente se dirigió a él y le dijo algo como: ‘’Doctor Breuer, si usted
me dejara contarle el origen de las cosas que me preocupan, tal vez recordarlo podría
ayudarme’’. En cierto modo, había nacido el psicoanálisis. Pronto se unió a Breuer Sigmund
Freud. Juntos desarrollaron una teoría sobre la histeria y un método para su tratamiento: el
método catártico. La idea principal era la siguiente: las histéricas sufren a cuenta de su pasado
y no por algún desarreglo fisiológico.
Posteriormente los intereses de Freud empezaron a apuntar mucho más alto: quería desarrollar
todo un sistema explicativo de la personalidad humana. Además, cambió su método por uno
indirecto, abandonando definitivamente la hipnosis, y tomó como vía fundamental para acceder
a la información que le interesaba la asociación libre (escuchaba al paciente mientras éste
hilaba unas ideas con otras sin restricciones). Tal información recibió el nombre de inconsciente
(el sujeto no tenía acceso a ella de manera directa y consciente). Su idea era que nuestra
conciencia trata de ocultar aquello que nos resulta doloroso o inaceptable, por tanto, si pedimos
simplemente a un paciente que nos diga lo que le preocupa solamente hará referencia a sus
síntomas, jamás llegará al fondo del problema. Sin embargo, los actos fallidos y los lapsus
os podrán dar idea de qué es lo que afecta realmente al paciente. Junto con estas
lingüísticos n
dos vías de acceso al inconsciente también nos encontramos con la interpretación de los
sueños, pues el inconsciente se expresa sin las restricciones impuestas por la voluntad durante
la vigilia.
En un principio, Freud propuso que la mente se compone de tres niveles: consciente
(relacionado con la percepción del mundo exterior), preconsciente (aquello que no se encuentra
directamente en la conciencia pero que puede llegar a ella en cualquier momento por
mediación de la voluntad de la persona) e inconsciente (tiene vedado el acceso a la
conciencia). Posteriormente, Freud estableció una nueva distribución del aparato psíquico en
tres instancias: Ello (componente original de nuestra mente, orientado a satisfacer las
necesidades propias y se rige por el principio del placer) , Yo ( conformado en los tres primero
años de edad, el niño empieza a establecer un compromiso con la realidad y se da cuenta que
no siempre puede satisfacer sus necesidades y deseos) y Superyo (empieza a desarrollarse a
los cinco años, es la interiorización de las normas de nuestra sociedad). La labor del Yo es
bastante complicada pues tiene que satisfacer, en la medida de lo posible, los deseos del Ello
, sin caer en la reprobación del Superyó. Por eso el Yo desarrollará unos mecanismos de
defensa que le permitan enfrentarse a los conflictos más comunes de la vida.
Una de las ideas más famosas de Freud es que el desarrollo de la personalidad humana pasa
por distintos estadios:
1- Etapa oral (0-1’5 años): el niño busca placer especialmente a través de la boca. La
resolución inadecuada de esta etapa puede llevar a una fijación de una personalidad oral en la
edad adulta, que se caracteriza por una extremada dependencia de otros o, por el contrario,
por una notable agresividad.
2- Etapa anal (1’5-3 años): busca el placer en la retención y expulsión de sus heces.
Las fijaciones de esta etapa dan lugar a personalidades perfeccionistas y obsesionadas con la
limpieza (anales retentivos) o desorganizados y poco limpios (anales expulsivas).
3- Etapa fálica (3-6 años): la zona erógena se traslada a los genitales. Freud defendió
que durante esa etapa los niños desarrollan un importante impulso sexual hacia sus madres
(complejo de Edipo) y las niñas también se sienten atraídas por sus madres y solo
posteriormente por sus padres (complejo de Electra).
4- Período de latencia (6 años-pubertad): el deseo sexual está reprimido.
5- Etapa genital (a partir de la pubertad): el adolescente dirige su deseo generalmente
hacia miembros del sexo opuesto y elige los genitales como zona erógena principal.
Tanto la práctica como la investigación psicoanalítica surgen de la situación clínica. Se supone
que durante el análisis el paciente proyecta inconscientemente sobre su analista gran cantidad
de sentimientos, deseos y pensamientos (transferencia). En otros casos es el terapeuta quien
transfiere sus sentimientos hacia el paciente (contratransferencia).
Lo que dijeron después de Freud:
Al fundar el psicoanálisis, Freud rompió con todos sus maestros y con los compañeros de su
primera época. En su última época volvió a romper con sus más importantes discípulos. Freud
no admitió nunca las críticas que algunos de sus seguidores vertieron sobre su teoría. Así
surgieron las principales escuelas psicoanalíticas de la primera época. Alfred Adler y Carl Jung
fueron los principales discípulos directos.
Adler quitó importancia a la sexualidad, y la líbido dejó de ser la principal fuente de energía del
cambio evolutivo. De este modo, rechazó las etapas del desarrollo psicosexual propuestas por
Freud y negó la universalidad del complejo de Edipo. A cambio, el principal motor del desarrollo
humano pasó a ser social más que biológico. Desde la infancia todos estamos dominados por
sentimientos de inferioridad que tratamos de compensar a veces con demostraciones de
superioridad.
En 1910 Freud fundó la Asociación Psicoanalítica Internacional y puso como presidente a Carl
Jung. Cuatro años después, éste abandonó la presidencia y se dio de baja como miembro de la
sociedad, pues había roto definitivamente con Freud. Jung restaba importancia a la libido como
energía sexual abogando por la existencia de una ‘’energía de los procesos de vida’’. Una de
las principales críticas de Jung hacia Freud es que le daba escasa importancia al inconsciente.
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