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Sumario JOEL DOR, INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN. capitulo 20. necesidad, deseo y demanda

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resumen del libro de JOEL DOR, INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN. capitulo 20. necesidad, deseo y demanda

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  • No
  • Capitulo 20
  • March 6, 2021
  • 5
  • 2020/2021
  • Summary
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JOEL DOR: INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN
CAPITULO 20- LA NECESIDAD - EL DESEO – LA DEMANDA
La problemática del deseo relacionada con la necesidad y la demanda, tal como la
formula Lacan, sólo cobra su verdadero sentido si nos referimos a la concepción freudiana de
las primeras experiencias de satisfacción en donde Freud identifica la esencia del deseo y la
naturaleza de su proceso.
Recordemos que una pulsión sólo puede ser conocida por el sujeto en la medida en que
encuentra una solución de expresión en el aparato psíquico, y esto se realiza bajo la forma de un
representante. En estas condiciones ¿qué sucede al nivel de las primeras satisfacciones
pulsionales? Para simplificar nos limitaremos al análisis de la satisfacción alimentaria.
El proceso pulsional se manifiesta inicialmente en el niño por la aparición de un
displacer provocado por el estado de tensión inherente a la fuente de excitación de la pulsión. El
niño se encuentra en una situación de necesidad que exige ser satisfecha. Desde todo punto de
vista, en este nivel de la experiencia primera de satisfacción, el proceso se despliega en un
registro esencialmente orgánico. En consecuencia, nos vemos llevados a aceptar que el objeto
que se le propone para la satisfacción le es propuesto sin que él lo busque y sin que tenga una
representación psíquica de él. En consecuencia, el proceso pulsional que tiene lugar en esta
primera experiencia de satisfacción corresponde a una necesidad pura ya que la pulsión se ve
satisfecha sin mediación psíquica. Por otra parte, este proceso de satisfacción origina un placer
inmediato que está ligado a la reducción del estado de tensión que produjo la pulsión. Esta
experiencia primera de satisfacción deja una huella mnésica en el aparato psíquico dado que la
satisfacción, como tal, se va a encontrar, en adelante, directamente ligada a la
imagen/percepción del objeto que le brindó esa satisfacción. Esta huella mnésica es lo que
constituye, para el niño, la representación del proceso pulsional. Cuando reaparece el estado de
tensión pulsional la huella mnésica es reactivada. Más exactamente, la imagen/percepción del
objeto y la huella mnésica dejada por el proceso de satisfacción son nuevamente catectizadas.
Después de la primera experiencia de satisfacción, la manifestación pulsional ya no
puede aparecer como una necesidad pura sino que se transforma, necesariamente, en una
necesidad ligada a una representación mnésica de satisfacción. De manera que en el transcurso
de la próxima experiencia de satisfacción esta representación reactivada por la excitación será
identificada por el niño. Pero, al principio, el niño va a confundir la evocación mnésica de la
satisfacción pasada con la percepción del hecho presente. En otras palabras, el niño confunde la
imagen mnésica ligada a la primera experiencia de satisfacción con la identificación de la
excitación pulsional presente. La confusión se produce, entonces, entre el objeto representado
de la satisfacción pasada y el objeto real, susceptible de brindar una satisfacción presente.
En un primer momento, entonces, el niño tiende a satisfacerse por medio de la
satisfacción alucinatoria. Sólo una cierta repetición de sucesivas experiencias de satisfacción
permitirá al niño distinguir la imagen mnésica de la satisfacción de la satisfacción real.
Correlativamente, el niño va a utilizar esa imagen mnésica para orientar su búsqueda hacia el
objeto real de satisfacción, en la medida en que ese objeto real de satisfacción concuerda,
supuestamente, con el de la imagen mnésica. Al mismo tiempo, la imagen mnésica se constituye
como modelo de lo que se va a buscar en la realidad para satisfacer la pulsión.
La imagen mnésica funciona entonces en el aparato psíquico como una representación
anticipada de la satisfacción vinculada con el dinamismo del proceso pulsional. Con este sentido
preciso se puede hablar de deseo en psicoanálisis.

, Para Freud, el deseo nace de una nueva carga psíquica de una huella mnésica de
satisfacción ligada a la identificación de una excitación pulsional. El niño que tiene hambre
gritará desesperadamente o se mostrará inquieto. Pero la situación no cambia ya que, como la
excitación proviene de una necesidad interior, responde a una acción continua y no a una
contrariedad momentánea. Sólo puede haber un cambió cuando de una manera u otra (en el caso
del niño, por intermedio de un tercero), se adquiere la experiencia de la satisfacción que pone
fin a la excitación interna. Un elemento esencial en esta experiencia es la aparición de cierta
percepción (el alimento en nuestro ejemplo) cuya imagen numérica quedará asociada a la huella
que queda en la memoria de la excitación de la necesidad.
En cuanto aparezca la necesidad, y gracias a la relación establecida, se desencadenará
un impulso psíquico que cargará nuevamente la imagen mnésica de esa percepción en la
memoria y volverá a provocar la misma percepción; en otras palabras, reconstituirá la situación
de la primera satisfacción. Este movimiento es lo que denominamos deseo; la reaparición de la
percepción es la realización del deseo y la catexia total de la percepción desde la excitación de
la necesidad es el camino más corto hacia la realización del deseo.
La imagen mnésica puede ser catectizada nuevamente por la moción pulsional gracias a
la primera asociación que se produjo en el psiquismo. Este fenómeno es un proceso dinámico ya
que puede anticipar la satisfacción a través de la alucinación. Por lo tanto, la esencia del deseo
debe buscarse, precisamente, en ese dinamismo que encuentra su modelo en la primera
experiencia de satisfacción. Más allá de esta experiencia, también permite orientar
dinámicamente al sujeto en su búsqueda de un objeto capaz de brindar esa satisfacción. Se
impone entonces una conclusión: no existe una verdadera satisfacción del deseo en la realidad.
A pesar de las expresiones que aparecen en el discurso, y que evocan la "satisfacción" o
la "insatisfacción" del deseo, la única realidad en la dimensión del deseo es la realidad psíquica.
Es la pulsión la que encuentra (o no) un objeto de satisfacción en la realidad, y puede hacerlo
precisamente en función del deseo sobre el que Freud insiste diciendo que moviliza al sujeto
hacia el objeto pulsional. Pero, como tal, el deseo no tiene objeto en la realidad.
Los desarrollos lacanianos tienden a precisar la razón de esta ausencia de encarnación
real del objeto del deseo. Según Lacan, la dimensión del deseo aparece como intrínsecamente
ligada a una falta que no puede ser satisfecha por ningún objeto real. El objeto pulsional sólo
puede ser entonces un objeto metonímico del objeto del deseo.
Por otra parte, la reflexión de Lacan sobre el concepto freudiano de pulsión permitirá
dilucidar esta noción de deseo así como también fundar su dinamismo en el marco de una
relación con el Otro. Lacan examina la noción de pulsión a partir de los cuatro parámetros
anticipados por Freud para definir su principio: la fuente, el empuje, el fin y el objeto. Lacan se
refiere de manera muy clara a la naturaleza de la conexión que vincula al deseo y a su objeto
con el proceso pulsional. Señala que la pulsión debe ser diferenciada de la necesidad. Mientras
que la necesidad es una función biológica ordenada, la noción freudiana de pulsión aparece
sometida a la constancia del empuje. Por otra parte, según Freud, la satisfacción de la pulsión es
llegar a su fin, pero Lacan objeta esta tesis al enfrentarle todo el problema de la sublimación. De
hecho Freud presenta a la sublimación como uno de los destinos posibles de la pulsión en donde
ésta encontraría una solución de satisfacción que la alejaría de la represión. Pero,
paradójicamente, en la sublimación, la pulsión está inhibida en cuanto al fin, lo que pone en tela
de juicio la idea de su satisfacción.
Este problema lleva a Lacan a emitir una observación general sobre el sentido de la
satisfacción pulsional: la pulsión no encontraría necesariamente la satisfacción en su objeto.

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