Tempero, una ciudad de gran tamaño, estaba delimitada por grandes muros de cemento y aislada de
todo aquello a lo que llamamos mundo. Se caracterizaba por el bienestar de sus ciudadanos, la
tranquilidad y la felicidad de todos y cada uno de sus habitantes y estaba organizada a manos del
presidente, el cual debía encargarse de que todo se mantuviera en orden y cada uno hiciese lo que
debía.
Nada más nacer, se les asignaba una función dependiendo de si era hombre o mujer, la cual pasaba
de generación en generación, si nacía una niña la función que heredaba era la de la madre y por el
contrario, si nacía un niño se heredaba la del padre.
Las funciones que las mujeres podían ejercer eran la de controladora de sala, las cuales se
encargaban de vigilar todas las cámaras que hay en la ciudad a través de las pantallas,escribir los
diarios del presidente, formar las posiciones de los guardias, cuidar de los niños, limpieza en las
chabolas,etc. y las funciones para los hombres podían ser trabajo de campo, mineros,etc.
Los jóvenes que se encontraban entre (3-20 años) tenían que asistir a lo que ellos llamaban cárceles
para poder aprender la función de la que se encargarían durante el resto de sus vidas una vez
cumplida su mayoría de edad. Éstas eran grandes, muy bonitas y con distintas salas dependiendo del
trabajo asignado.
Cada uno de los ciudadanos tenían apropiados una serie de horarios para garantizar una buena
coordinación entre todos, además de una serie de leyes que garantizaban el bienestar, las cuales eran
respetadas y cumplidas por la sociedad.
Laura a sus 16 años, vivía en una lujosa chabola, una de las chabolas más bonitas de la ciudad, junto
a sus padres, su abuelo y su hermano. Su abuelo era un señor un tanto extraño pero mantenía una
muy buena relación con su nieta y solían dar paseos por la ciudad para ir a un pequeño parque en el
que siempre jugaban a la pelota.
Una tarde, decidieron caminar sin rumbo y acabaron frente a uno de los muros de la ciudad el cual
era muy alto,de material pesado, color grisáceo, viejo y con grandes grietas.
El abuelo comenzó a mirarlo y se mantuvo durante unos segundos sonriendo, como si viese más
allá de él, mientras la niña se dedicaba a jugar con su imaginación.
A la vuelta, caminando por un sendero se encontraron ante dos ciclistas discutiendo, llamando la
atención de la gente que pasaba por allí, ya que aquello no era algo que sucedía normalmente.
-”La culpa ha sido del segundo ciclista, ha chocado su rueda con la del compañero”. -”Sí, aquel
joven tiene razón”. -”¿No te da vergüenza haber chocado con él?”- murmuraban.
Una vez que llegó la seguridad, se llevaron al segundo ciclista sin preguntas, simplemente por el
testimonio de las personas que estaban allí.
Laura y su abuelo continuaron su camino. De repente, Laura dijo a su abuelo:
-“Espero que a ese ciclista no le dejen coger nunca más una bici, yo tampoco quiero caerme por su
culpa”. -El abuelo suspiró: Laura, te voy a contar una historia… “Están dos peces nadando uno
junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y
dice, “Buen día muchachos ¿Cómo está el agua?” Los dos peces siguen nadando hasta que después
de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta “¿Qué demonios es el agua?”... ¿y bien?
Laura era la mejor de la clase, pero aquello era algo completamente nuevo y… ¿ Si aquello que
había estado aprendiendo no había servido para nada? no sería aceptada para realizar sus funciones,
la podrían reemplazar… y… ¿Qué sería de ella?...
La comenzaron a invadir un montón de preguntas y empezó a sentir una extraña y nueva sensación.
- Pues bien querida niña, el agua hace referencia a la realidad ¿entiendes? a todo aquello que nos
rodea. Y nosotros, las personas siempre pensamos en nosotros mismos porque anteponemos
nuestras necesidades y nuestras cosas a las del compañero que tenemos al lado. Aquellos ciclistas
eran compañeros y tal vez el ciclista que se han llevado los de seguridad simplemente haya
resbalado o haya tenido un despiste haciendo que su rueda choque con la del amigo.
-Pero abuelo… ¿Qué tiene que ver el agua en todo esto?
, El abuelo comenzó a sonreír al ver que aquella niña mostraba cierto interés.
-El agua… Mira a tu alrededor y dime ¿qué es lo que ves?
Te diré lo que veo yo, veo a muchas más personas a parte de mi, todas ellas me rodean, las
encuentro en todas partes, de la misma manera que los peces el agua, viven dentro de ella.
A veces no somos conscientes pero el agua es todo lo que compone a esta realidad humana como
por ejemplo las personas. Todo lo que nos rodea querida niña.
Y ahora te voy a contar el por qué, le susurró a la niña, haciendo que ella prestara más atención:
-El agua, la realidad humana está formada a base de nuestras experiencias, de lo que tú vives, de lo
que yo vivo y así sucesivamente ¿entiendes? Las experiencias que vivimos, como cuando te comiste
aquel helado y no te gustó, ¿recuerdas? tu experiencia fue mala con aquel sabor. En esas
experiencias que tenemos, somos nosotros el centro de ellas, de manera que construimos la realidad,
una realidad humana en torno a nosotros mismos y tendemos a juzgar y a molestarnos con el
compañero sin tener en cuenta que él es una persona como nosotros, tal vez aquel señor de antes se
resbaló o cualquier cosa y nadie lo tuvo en cuenta.
Cuesta entender que otra persona que no somos nosotros pueda equivocarse en algún momento.
-Abuelo, pero el ciclista que se llevaron era un minero y claramente tenía más razón el ingeniero,
sabe más.
-Laura, yo soy un simple abuelo y te gusta dar paseos conmigo ¿cierto?
Me estás preguntando a mi en vez de a tu profesora, tus amigos de la cárcel corren más que yo, pero
aún así decides jugar conmigo… Aquel ingeniero solo sabe sobre lo que ha estado estudiando, pero
lo que yo trato de explicarte es distinto, todos tenemos muchas cosas que aprender acerca de la vida,
es decir, a “aprender a pensar”, tener un control sobre lo que pensamos y tener en cuenta a los
demás, eso, es mucho más importante que ser Ingeniero.
Mañana alomejor no hacen falta ingenieros y lo que ha estado estudiando no ha servido de mucho
para su día a día, o mírame a mí, ya no puedo trabajar por que soy muy mayor… el trabajo se ha
acabado, pero sigo conviviendo con personas.
Por ser ingeniero no eres más persona que nadie, y no significa que sepas convivir mejor que otra
que no ha estudiado tanto, porque se te puede dar muy bien tu trabajo, pero convivir es una de las
cosas más importantes y más difíciles que hay, somos seres sociales.
La realidad es difícil de ver, por eso aquellos jóvenes peces no saben de lo que se les habla… pero
por difícil que sea, no significa que sea imposible.
Debemos ser conscientes de que tenemos una mente cerrada y que somos arrogantes.
¿Lo entiendes mi pequeña rebel?
-Sí abuelo, pero creo que estás un poco loco… Ambos se rieron y se dieron la mano de camino a
casa pero antes de entrar, la niña le susurró: -“Será nuestro secreto, ¿vale?”
Se miraron sonriendo y entraron a la chabola, quedaban 20 minutos para el toque de queda y nadie
podía andar a esas horas por la ciudad.
Toda la comunidad tenía que cumplir con sus horarios.
Aquel día Laura se inventó estar enferma, algo que nunca había hecho , pero quería quedarse en
casa con su abuelo. Se sentía… no sabía como describirlo y quería… tampoco lo sabía, por lo que
decidió distraerse con algo y buscando encontró puzzles, diarios del presidente, revistas sobre la
ciudad, esos extraños botes de pintura que se echaban las casadas en la cara… nada que la saciara.
Decidió entrar al estudio de su abuelo, desde pequeña le había gustado aquella sala tan… tan
distinta. Miró en las estanterías, había tantos diarios, fotos de su familia… en el centro de la sala,
hojas esparcidas con palabras que Laura no conocía: “clases, colegios, casas, coches, libertad…”
Al abrir uno de los cajones, encontró un gran diario con la palabra “linguae libri” ¿Qué era eso?
De repente la puerta se abrió con un portazo y Laura soltó el libro del susto.
-¿Rebel? ¿Qué haces aquí?- preguntó el abuelo.
-Mmm..nada, ya me voy. -El abuelo se acercó a ella, cogió el diario y miró a su nieta -¿y esto?
-Nada, ni siquiera sé lo que significa... lees cosas muy raras.
-Me gustaría contártelo cuando seas una chica grande…
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