LA IDENTIDAD SOCIAL Y CULTURAL DE AMÉRICA LATINA
Jorge Gissi - Elena Zubieta - Darío Páez (2000)
Resumen:
1. INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de Identidad en América Latina, nos referimos a los rasgos culturales predominantes que la diferencian de las
culturas de Estados Unidos y Canadá. Esta identidad no implica uniformidad total, pero reconoce una relativa homogeneidad y
elementos comunes compartidos entre los diferentes países de la región (Gissi, 1995).
Cinco elementos clave caracterizan esta homogeneidad relativa en Latinoamérica: una historia compartida en los últimos
quinientos años, una clase media semi-occidentalizada, una predominancia del catolicismo, una población mestiza, y una fuerte
correlación entre raza y clase social.
Además, América Latina tiende a ser colectivista, con alta distancia al poder y alta evitación de la incertidumbre (Hofstede, 1991).
Estas características se expresan en valores como el respeto, el familismo, el carácter sufrido, el machismo, el marianismo, el script
de simpático y el compadrazgo.
Estos elementos están interrelacionados y se pueden relativizar según las transformaciones socioculturales actuales. Factores
como el aumento del protestantismo, la tradición religiosa sincrética, el culto a la Virgen María, y el persistente racismo y clasismo
en las estructuras sociales forman un marco complejo para el análisis de la identidad en América Latina.
2. UNA HISTORIA COMÚN HOMOGÉNEA DE 500 AÑOS
Los acontecimientos tras la llegada de los españoles se dividen en varias épocas: la Conquista (1492-fin del siglo XVI), el
establecimiento de las Colonias (siglos XVII-XVIII), y las Independencias Jurídico-políticas (primeras décadas del siglo XIX). Para
finales del siglo XIX, casi todos los países se establecen como Repúblicas dependientes cultural y económicamente.
En paralelo, la inserción mundial del continente sigue una evolución homogénea: primero una “Hispanización Compulsiva”, seguida
por la preparación teórica de las revoluciones de independencia influenciadas por las revoluciones de EEUU y Francia. Esta fase
marca el inicio del declive español y el ascenso de la influencia de Inglaterra, Francia y finalmente EEUU, pasando a una
“Europeización No-hispánica” y, en los últimos cincuenta años, a una “Norteamericanización” masiva y policlasista (Gissi, 1995).
3. LAS “CLASES MEDIAS DEL MUNDO”
Según los economistas, América Latina tiene menos pobres que Asia y África, pero más que Europa, Norteamérica, Australia y
Nueva Zelanda. Somos semi-occidentalizados: más occidentalizados que Asia y África, pero no tanto como EEUU y Europa.
El Índice de Desarrollo Humano refleja esta situación, ubicando a 14 países de América Latina en niveles altos, 12 en niveles medios
y solo uno en nivel bajo. Estudios de movilidad en 121 países muestran una considerable estabilidad en la distribución de la
población mundial respecto a los quintiles de ingreso. El 60% de los países permanecen en el mismo quintil entre 1965 y 1990, y
solo 13 países no están en el mismo o adyacente quintil en ambos años. No hay casos de países moviéndose de los quintiles más
pobres a los más ricos, indicando estabilidad relativa en la clasificación de países pobres y ricos (Korzeniewicz & Moran, 1997).
4. CRISTIANISMO Y CREYENTES: SINCRETISMO RELIGIOSO
Una característica importante que señalamos es que América Latina es predominantemente cristiana y católica. Mientras que en
Europa solo el 57% de los creyentes son católicos, en nuestra región esa cifra asciende al 87%. En contraste, América del Norte
tiene un 35% de católicos, 35% de protestantes, y otras denominaciones menores (Kottak, 1994).
A diferencia de Europa, que se ha secularizado significativamente, y de Asia, donde las religiones forman parte de la vida cotidiana
sin una creencia en un dios trascendente, América Latina sigue creyendo en un dios cristiano trascendente. En Europa, un alto
porcentaje de personas le da poca importancia a Dios, mientras que en México ese porcentaje es solo del 3% (Inglehart, 1991).
Este dato es relevante para entender la especificidad del catolicismo en nuestra región, caracterizado por un cristianismo popular
latinoamericano influenciado por elementos animistas precolombinos y el crecimiento del protestantismo.
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, Un elemento distintivo del sincretismo religioso en América Latina es el culto mariano, donde la Virgen María tiene un papel
central, superando en importancia al Dios Creador o Jesús. Este culto se diferencia del patriarcalismo de la Doctrina de la Trinidad,
predominando un componente materno-femenino.
El catolicismo en América Latina tiene peculiaridades como su dependencia de la corona española y una falta de renovación,
influenciada por supersticiones medievales más que por el catolicismo de los grandes místicos.
La religión en nuestra región adopta características "sui-generis" debido al sincretismo entre el cristianismo ibérico y las religiones
indígenas y africanas. Este sincretismo implica que santos y divinidades autóctonas se mezclan, como la Virgen de Copacabana con
la Pachamama y la Virgen de Guadalupe con Tonantzin.
En Cuba, aunque el catolicismo, el espiritismo y la santería son influyentes, hay un notable indiferentismo religioso. A mediados
del siglo XX, solo entre el 2 y 8% de la población cubana estaba activamente vinculada a la iglesia católica.
En los últimos años, hemos observado un reavivamiento religioso en la región, con un aumento en la asistencia a ceremonias
religiosas, especialmente en contextos evangélicos de mayor heterodoxia cognitiva que el catolicismo más ortodoxo.
5. EL PREDOMINIO MESTIZO
América Latina es una región predominantemente mestiza, donde la mezcla de diversos rasgos ha constituido a la mayoría de la
población. Esto contrasta con Europa, que tiene un mestizaje cultural infinito pero un fenotipo predominantemente caucásico
(Gissi, 1995). En Estados Unidos, aunque se habla de un “crisol cultural”, el mestizaje racial y cultural es menor, siendo una nación
predominantemente blanca (Touraine, 1997).
Estados Unidos, al igual que Argentina, Uruguay y en menor medida Brasil, son países de inmigrantes. Sin embargo, mientras que
en Estados Unidos el 90% de la población era de origen europeo a comienzos del siglo XX y se estima que la mayoría seguirá
siéndolo a mediados del siglo XXI (53%), en América Latina la mayoría de la población es mestiza. Al momento de la independencia,
de los 18 millones de habitantes en la América hispana, un 44% eran indígenas, un 28% mestizos, un 6% negros y solo un 22%
caucásicos (Fuentes, 1997).
5.1 LOS BLANCOS Y LA EMIGRACIÓN
En 1810, el 90% de los blancos en las colonias eran criollos. Entre 1500 y 1810, aproximadamente dos millones de colonizadores
españoles y portugueses, en su mayoría hombres solos, emigraron a América Latina. Entre 1846 y 1932, 59 millones de inmigrantes
salieron de Europa; de estos, el 90% se dirigió a América y un 30% a la región latina.
Desde principios del siglo XIX hasta 1966, América Latina recibió 23 millones de emigrantes europeos, principalmente españoles,
italianos y portugueses (Rosenberg y Sequeira, 1996). Entre 1880 y 1930, 3,3 millones de españoles, en su mayoría gallegos,
emigraron a Latinoamérica, especialmente a Cuba y Argentina. Según el censo argentino de 1954, el 64,5% de la población
extranjera (2.829.700 habitantes) era de origen italiano (35,5%) o español (29%) (Germani, 1987).
5.2 LOS AUTÓCTONOS
Estas cifras representan el porcentaje estimado de hablantes de lenguas indígenas en América Latina. En algunos países, como
Bolivia, los hablantes de lenguas amerindias representan hasta un 60% de la población. En otros, como Guatemala y México, estas
cifras son subestimadas debido a la no incorporación de otras lenguas y la exclusión de indígenas que hablan castellano o están
mestizados. En Perú y Ecuador, se estima que entre un 33% y un 50% de la población es indígena.
Estas tablas nos permiten entender el perfil étnico latinoamericano. Hay un área mesoandina de cultura Quechua y Aymará
(Ecuador, Perú y Bolivia), un área norcentroamericana Maya en México y Guatemala, y una región Nahuatl en México. Países con
mestizaje e impronta africana incluyen Haití, Cuba, República Dominicana, Panamá, Brasil y Venezuela. Otros países tienen
mestizaje con poblaciones locales como Chile, El Salvador, Honduras, Paraguay, Colombia y Venezuela. Argentina, Uruguay y Costa
Rica son países de inmigración europea. En Estados Unidos, el 74% de la población es de origen europeo, 10% afroamericano, 12%
latinoamericano y 3% asiático. Mientras que en América Latina hay un componente significativo de poblaciones étnicas
precolombinas, en Estados Unidos este componente es demográficamente residual, solo un 1% (Kottak, 1994).
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