JOEL DOR: INTRODUCCIÓN A LA LECTURA DE LACAN
CAPITULO 11: LA SUPREMACÍA DEL FALO
Aun cuando el proceso de la metáfora paterna pueda tomarse como la
justificación más acabada del inconsciente estructurado como un lenguaje, es necesario,
para abordarlo, hacer algunas observaciones preliminares con respecto al objeto
alrededor del cual, justamente, gravita esta metáfora del Nombre del Padre: el objeto
fálico.
El objeto fálico constituye la piedra angular de la problemática edípica y de la
castración, al centrar Lacan su principio en torno a la dimensión de la metáfora paterna.
El edificio teórico de Lacan se apoya de manera predominante sobre la
referencia al objeto fálico. En la perspectiva del retorno a Freud, Lacan insistió en
mostrar lo constante y central que era esa referencia en la obra freudiana. Sin embargo,
a pesar de su insistencia en retener esta referencia permanente en Freud,
paradójicamente según Lacan, ese papel central y preponderante del objeto fálico habría
sido, a menudo, objeto de importantes confusiones en la teoría analítica y entre los
comentadores de Freud.
A partir de la propia obra de Freud se desprende que el falo no es el pene
atribuido imaginariamente a la mujer, en calidad de madre fálica, sino que por el
contrario, el padre es estructuralmente el tercero en la situación edípica únicamente en
razón de que ese falo es el elemento significante que le es atribuido. Se podría enunciar
aquí una primera precisión: el objeto fálico es ante todo un objeto cuya naturaleza es ser
un elemento significante. Esta identidad significante no es fácil de abordar en la obra de
Freud, ya que justamente el término falo está particularmente ausente en sus escritos.
Aun cuando originariamente la elaboración del objeto fálico se basa, en cierto modo, en
la realidad anatómica del pene, en Freud está claro desde el comienzo que la función
atribuida a tal objeto no puede reducirse a estos términos: tener o no tener pene.
Además, si bien el falo es predominante, sólo lo es como referente simbólico.
Freud presentía la supremacía del falo desde 1905, en los Tres ensayos sobre una
teoría sexual, pero en 1923 aparece explícitamente significada en el texto: La
organización genital infantil. En este último texto, la supremacía del falo se articula con
la problemática de la castración de la siguiente manera: "La principal característica de
esta organización genital infantil es, al mismo tiempo, lo que la diferencia de la
organización genital definitiva del adulto. Esta reside en el hecho de que para los dos
sexos un solo órgano genital, el órgano masculino, representa un papel. No existe
entonces una primacía genital sino una primacía del falo."
El hecho de reconocerle el papel esencial a un solo órgano genital en un
momento determinado de la evolución sexual infantil implica, precisamente, que la
primacía se sitúa, desde el comienzo, fuera de la realidad anatómica, fuera del órgano;
es decir, exactamente al nivel de lo que esa falta de órgano es susceptible de representar
subjetivamente.
, La misma discriminación radical se encuentra en Freud con respecto a la
castración, que se articula fundamentalmente con el orden fálico y no en el registro del
pene: "La falta de pene se concibe como el resultado de una castración y ahora el niño
se ve obligado a enfrentar la relación de castración en su propia persona. Sólo
anticiparemos que el único modo de apreciar en su justo valor la significación de la
castración es tomando en cuenta que sobreviene en la fase de la supremacía del falo”.
La argumentación que Freud desarrolla en este texto brinda la medida exacta de
la naturaleza del objeto fálico. Por un lado la noción de falta ("la falta de pene") suscita
la promoción del objeto fálico y, por eso mismo, lo lleva más allá de la realidad
anatómica. De hecho, la diferencia entre los sexos se constituye desde un principio
alrededor de la noción de falta: lo único que diferencia al órgano genital femenino del
masculino es que le falta algo.
Por otra parte, el resultado de la observación (realidad perceptiva) se elabora de
inmediato, subjetivamente, a la manera de la concepción: (Freud escribe: "la falta de
pene es concebida"). Esta concepción de algo que falta asigna inevitablemente a aquello
que se supone que falta un único lugar posible: el registro imaginario.
El niño elabora psíquicamente la realidad en una construcción en la que la
diferencia de los sexos está sujeta al orden de una falta. Dicho de otro modo, los sexos
se vuelven diferentes para él, sólo porque insiste en querer que falte algo. Esta
construcción imaginaria, que convoca imperativamente una falta ante la realidad de esa
diferencia, postula implícitamente la existencia de un objeto en sí mismo imaginario: el
falo. Este objeto imaginario sostiene en su totalidad la fantasía alimentada por el niño
cuando persiste en concebir como faltante algo que él imagina que debería estar allí.
La naturaleza imaginaria del falo determina, entonces, un cierto perfil en la
problemática de la castración. Es la falta lo que le impone al niño que se vea, como dice
Freud: "En la obligación de enfrentarse con la relación de castración en su propia
persona". No se trata de ningún modo de una confrontación de su persona con la
castración. Por trivial que sea esta diferencia se ve claramente que lo que está
significado en la formulación freudiana es el carácter de exterioridad atribuido a la
castración, que tiene resonancias en la exterioridad del objeto fálico mismo. Sin
embargo, esta exterioridad es intrasubjetiva ya que afecta a la relación del sujeto con
una formación intrapsíquica cuya única consistencia es lo imaginario de la fantasía.
Habría que agregar que en esta problemática fálica anclada a lo imaginario subyace, por
otro lado, una dimensión simbólica que nos llevará directamente al proceso de la
metáfora paterna. En otras palabras, la primacía del falo como objeto imaginario
representará un papel fundamentalmente estructurante en la dialéctica edípica, en la
medida en que la dinámica fálica misma promueve una operación simbólica inaugural
que se resuelve con el advenimiento de la metáfora del Nombre del Padre.
Sobre el terreno de estas referencias freudianas, Lacan sistematizó la
problemática fálica en los fundamentos de la teoría analítica. Con Lacan, en particular,
el falo va a ser instituido como el significante primordial del deseo en la triangulación
edípica. El complejo de Edipo se representará entonces alrededor de la localización
respectiva del lugar del falo en el deseo de la madre, del hijo y del padre, en el