Capítulo XIII ■ Desigualdades de clase, género y etnia en educación 375
✓ Apartado A. En las siguientes observaciones y declaraciones, ¿qué valoración se
está haciendo de las niñas y los niños en estas aulas?
✓ Apartado B. En las siguientes opiniones, ¿cómo dicen estos/as maestros/as que
hay que tratar a niños y niñas? ¿Cómo supones que lo hacen en la práctica?
✓ ¿Crees que alguno/a de estos/as maestros/as debería cambiar sus actitudes? El
estudio de donde se recogen estas citas se hizo en 1988, piensa a qué distancia
fuiste tú escolarizado/a e intenta recordar tu experiencia para establecer compa-
raciones con lo observado aquí.
EDUCACIÓN Y DIVERSIDAD CULTURAL
Sociedad multicultural y educación intercultural
El fenómeno migratorio constituye uno de los hechos más determinantes en la re-
ciente evolución de la estructura de nuestra sociedad y las de nuestro entorno europeo.
En efecto, vivimos en contextos sociales cada vez más multiculturales, es decir, que in-
cluyen una variedad cada vez más amplia y nutrida de comunidades culturales. España,
por ejemplo, ha pasado de ser un país productor de emigración (especialmente en los
años sesenta y setenta, hacia el centro de Europa), a ser un país fundamentalmente re-
ceptor de inmigración (procedente sobre todo del norte de África y de Latinoamérica).
La importancia cuantitativa de la inmigración extracomunitaria y la preocupación por
la incidencia social de la educación han situado el tema de la multiculturalidad en el cen-
tro de un debate pedagógico de urgente actualidad y gran repercusión social y mediática.
¿Cómo tratar la diversidad cultural a través del sistema educativo? La educación inter-
cultural constituye la respuesta pedagógica al fenómeno de la diversidad cultural.
Sin embargo, la escuela se ha desarrollado históricamente como una institución deci-
didamente asimilacionista, uniformadora, una máquina de fabricar miembros de la so-
ciedad, con una única cultura común que incluye el lenguaje, la identidad, los valores y
las pautas de conducta (Fernández Enguita, 2001). El supuesto subyacente tras la labor
de la escuela es que transmite la cultura por excelencia, la «cultura de verdad», frente a
la cual las demás no son más que aproximaciones minadas de insuficiencias o desvia-
ciones. Para la institución escolar, la multiculturalidad es un problema imprevisto ante el
que no dispone de respuestas establecidas y unívocas.
Con la educación intercultural pasa como en tantos otros casos: no existen recetas
universales; es decir, no existen estrategias pedagógicas acertadas en sí mismas y aplica-
bles en cualquier contexto. En primer lugar, porque es multicultural, es decir, educación
desde la diversidad. Pero sobre todo, porque el objetivo final de la educación intercultu-
ral (la igualdad de oportunidades educativas para todos) depende más de los factores so-
ciales y políticos con los que se enfrenta el inmigrante que de la propia acción educativa.
Ello no significa que la escuela pueda desentenderse del problema, pero sí que debe plan-
tearlo en relación con un contexto social determinado.
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, 376 SOCIOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN
La inmigración produce una variedad ilimitada de casos, en función tanto de la si-
tuación de origen como de la situación de acogida. La edad, el estatus socioeconómico
de partida, la trayectoria escolar previa y las condiciones en que los inmigrantes se en-
cuentran acogidos en el país receptor condicionan sus horizontes educativos. No es el
mismo caso, por ejemplo, el de un niño de ocho años con dos años de escolarización en
árabe y en francés, hijo de una familia marroquí de clase media y urbana que llega a
Madrid con permiso de residencia y trabajo, que el de una adolescente de doce criada en
un pueblo sahariano y sin apenas contacto previo con escuela alguna.
Si bien no resulta pertinente formular un repertorio preciso de estrategias pedagógi-
cas ante la diversidad cultural, sí cabe presentar algunas orientaciones posibles y discer-
nir qué medios conducen a qué fines. Educar hijos/as de trabajadores/as extranjeros/as
quiere decir exactamente esto: educar hijos/as, de trabajadores/as, extranjeros/as. La es-
cuela se enfrenta, pues, a un triple problema: en tanto que niño/a, un problema pedagó-
gico; en tanto que hijo/a de trabajadores, un problema social; y en tanto que hijo/a de
extranjeros, un problema político (Botey, 1990)
La cara política y social de la educación intercultural
Cada sociedad plantea un modelo diferente de relaciones entre los grupos y culturas
que conviven en ella. De manera genérica, todas las sociedades, también la nuestra, dicen
definir su modelo de convivencia a través del cumplimiento de los Derechos Humanos:
a) Respetar la igualdad de oportunidades para todos y en todos los campos.
b) Distribuir equitativamente los derechos y las responsabilidades.
c) Respetar el derecho de todos a escoger y expresar su identidad.
d) Derecho al trabajo, a la vivienda, a poder establecer la residencia donde se quiera.
e) No discriminación por razón de raza, religión, ideología, etc.
No obstante, nuestra sociedad se halla fragmentada en torno a varios ejes de des-
igualdad. Uno de ellos es el de la comunidad étnica de pertenencia. Quiere esto decir que
el acceso a la riqueza, el poder y el estatus social se halla relacionado jerárquicamente en
función del aspecto físico (los caracteres fenotípicos) y de los valores culturales. De es-
te modo, una determinada comunidad étnica ejerce relaciones de dominación sobre las
demás, algunas procedentes de otros continentes, otras (como es el caso del pueblo gita-
no en España) con siglos de convivencia a cuestas.
Además, a la divisoria étnica suele añadirse la desigualdad de clase. Cuando tratamos
la educación intercultural, nos referimos a la convivencia con colectivos que han emi-
grado por razones económicas o políticas. En estos casos, la pertenencia de clase viene
determinada tanto por las causas que provocaron la emigración como por las condiciones
en que es acogida por la sociedad receptora. Dichas condiciones dependen tanto de los
comportamientos sociales cotidianos como de la normativa legal que regula la presencia
de extranjeros. Ambos frentes ponen de manifiesto que, a partir de la diferencia étnica y
cultural, la sociedad construye desigualdad.
Obviamente, la escuela no es la única ni la mayor responsable de esta situación, pero
según cual sea su actuación servirá a un proyecto político determinado y fomentará un
cierto modelo de convivencia social, más o menos igualitario.
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