La Idea de Europa a través de la Historia Joan G. Rebolo Roca
EUROPA EN EL SIGLO XIX
El siglo XVIII finalizó con la Revolución Francesa (1789-1799), y ésta que aspiraba a la
fraternidad, a la igualdad y a la libertad, se acabó con el golpe de Estado que protagonizó
Napoleón Bonaparte. Bonaparte se proclamó emperador y poco a poco fue añadiendo territorios
a su Imperio Napoleónico, también conocido como el Primer Imperio Francés. Napoleón llevó
a término una defensa de los ideales de la Revolución Francesa, ahora bien, en cierta manera
era contradictorio por el hecho de que, si bien su intención era la de expandir los ideales
Ilustrados, por otra parte lo hacía por la fuerza, ya que los países que no se aliaron con Francia
voluntariamente fueron ocupados por la fuerza, aun así, como ya he mencionado, su política
fue un instrumento perfecto para diseminar las ideas de la Revolución Francesa, además de que
consiguió hundir varios gobiernos absolutistas de Europa. Napoleón aspiraba a crear un gran
un gran imperio, como el Imperio Romano, con Francia en la cabeza, sin embargo, al final no
pudo llevar a cabo su plan, ya que fue derrotado definitivamente en la batalla de Waterloo en
junio de 1815.
Derrotado el emperador, se intentó volver al estado que tenía Europa antes del imperio de
Napoleón y enterrar los ideales de la Revolución Francesa, es decir, retroceder al Antiguo
Régimen y reinstaurarlo, y con ese objetivo, en 1815 se convocó el Congreso de Viena, en el
que participaron las principales potencias de Europa: Austria, Gran Bretaña, Rusia, Prusia y
Francia, inclusive España, aunque con un papel menor.
El ideario del Congreso de Viena se puede resumir en cuatro puntos principales: en un primer
lugar, como ya se ha dicho, el objetivo principal era instaurar de nuevo el Antiguo Régimen,
idea no secundada por Reino Unido. En segundo lugar, se defendió el principio de legitimidad,
por el cual los Borbones recuperaron la corona de Francia con Luís XVIII. En tercer lugar, cabe
destacar el principio de intervención, por el cual si en alguna de las potencias participantes en
el Congreso de Viena había un peligro revolucionario, estaba permitido que las otras potencias
intervinieran para garantizar el orden. Por último, pero no menos importante, es que se buscó
un equilibrio entre las cinco grandes potencias. Además de todo esto, a raíz de la
descomposición del Primer Imperio Francés, se redistribuyeron los territorios y se reorganizó
Europa, pero no se devolvió a su estado anterior, ni se tuvieron en cuenta los derechos de
príncipes que perdieron su reino a manos de Francia, sino que se repartieron según los intereses
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de los integrantes del Congreso de Viena, así, quedó de la siguiente manera: Rusia, se quedó
con gran parte de Polonia y se anexó Finlandia, Austria se quedó con la Lombardía y el Véneto,
y Prusia recibió Renania, Sajonia y el Sarre, mientras que Francia retrocedió hasta sus fronteras
de 1792 y fue rodeada en su franja este por pequeños estados, con el objetivo de evitar su
expansionismo, sin embargo, Reino Unido, más que desear nuevos territorios, se decantó por
conseguir el dominio marítimo.1
Delante de esta situación, Dominique de Pradt (1759-1837) analiza la situación política de
Europa, sin embargo, hay que tener en cuenta que fue secretario de Napoleón para acabar de
comprender su opinión. En un primer lugar, de Pradt dice: ‹‹La Europa quedará pues en la falsa
posición en la que se halla, pero permanecerá en esta actitud por la imposibilidad de mudarla.
(…) La Europa está bajo la ley de la necesidad››.2 Es decir, que la unión pacífica que ha traído
consigo el Congreso de Viena, sólo es fruto de los intereses de las naciones partícipes, ya que
esas mismas naciones se necesitan, dependen las unas de las otras, sin embargo, debido a sus
principios, no pueden hacer uso de su ambición y poner por encima su poderío, sino que se han
de conformar con lo que tienen actualmente. ‹‹ (Europa) se halla reducida y limitada a la simple
conservación. (…) El estado actual no admite más que conservadores.››3
De Pradt prosigue y dice así:
La pérdida del gran poder de la Francia ha mudado el poder de la Europa y lo ha hecho
pasar del Oeste al Este. (…) Hoy se halla en el este de la Europa y va del Elba a la
Siberia y a la Turquía. Allí tres grandes potencias, apoyadas la una por la otra, (…) han
tendido sobre la Europa una red de hierro y le presentan una masa inaccesible e
incontrastable.4
Dicho esto, De Pradt muestra uno de los temas principales de su obra, y es que Francia, la
cual estuvo por encima del resto de naciones de Europa con el mandato de Napoleón Bonaparte,
después de haber sido derrotada y hundida, ha trasladado ese poder a las potencias partícipes
del Congreso de Viena: Rusia, Prusia y Austria, los cuales, como ya se ha mencionado
anteriormente, decidieron regresar al pasado, pero no sólo eso, ya que consiguieron además
colocarse en la cumbre de Europa. El autor, sigue en la misma línea y más adelante, para
1
Véase el Anexo: López et al. Europa. Mapas generales. 1826
2
De Pradt, Dominique. 1822. Europa y América en 1821. Pág. 4.
3
Loc. cit.
4
De Pradt, Dominique. Op. cit. Pág: 6
, La Idea de Europa a través de la Historia Joan G. Rebolo Roca
recalcar lo ya dicho, dice así: ‹‹La verdadera fuerza de la Europa está ya en esta aglomeración
de las tres potencias del Norte que excluye toda posibilidad de oposición.››5
Pero no podemos olvidarnos de la situación que tienen en ese entonces estados como
Alemania y España, y es que mientras las potencias del este han visto crecer su poder, el oeste
de Europa ha declinado, estos estados han perdido su fuerza y su influencia en Europa ha
devenido nula. De Pradt plantea esa situación de la siguiente manera:
La Italia y los estados de la Alemania meridional, se hallan sin fuerza real y sin
influencia en la Europa; en el mismo caso de impotencia directa sobre la Europa están
la España y el Portugal. Estas potencias solo entran en la balanza efectiva de la Europa
por su unión con la Francia; no siendo así estarían como fuera del continente.6
De Pradt continúa hablando sobre el poder de las tres grandes naciones, comparándolo con
el de su antiguo jefe, Napoleón:
Si se consideran los elementos que constituyen el poder de los estados del Norte, se hallarán
en los principios de fuerza y de duración, bien superiores a los que formaban el poder de
Napoleón. Éste se componía de elementos reunidos por fuerza y que no aspiraban más que
a separarse.7
Como ya ha sido mencionado anteriormente, Napoleón Bonaparte fue añadiendo territorios
a su Imperio con el uso de la fuerza, motivo suficiente para que los habitantes de dichos
territorios renegaran de él y quisieran escindirse.
Sin embargo, quizás el comentario más interesante de su obra es el siguiente:
Esta coalición dominadora (Rusia, Prusia y Austria) no ha podido escapar de su propia
naturaleza, ni vencer la inclinación natural al poder; ha puesto sobre la Europa una dictadura,
no como la de Napoleón, para mudar y desheredar; sino para dirigir, con esta especie de
supremacía, que no manda directamente, pero que obliga a conformarse con ella (…). Existe
5
De Pradt, Dominique. Op. cit. Pág: 8
6
De Pradt, Dominique. Op. cit. Pág: 9
7
Loc. cit.