La rapidez con la que suceden tan drásticos cambios de escenario, entre agosto de 1989 y
diciembre de 1991, obligan a los sectores internacionales y a los nacionales a dar respuestas
precipitadas a un momento histórico caracterizado por cierta provisionalidad y por el
aparente fin de todas las certidumbres sobre las que se había construido la Guerra Fría.
Se vio pronto superada por el dramatismo de los conflictos yugoslavos y sus secuelas en
Kosovo, por la nueva geopolítica que imponía la integración de los países del este en la Unión
Europea y en la OTAN y, especialmente, por los desafíos internos e internacionales que han
propuesto tanto la Rusia de Borís Yeltsin, con su permanente suspense, como en la
presidencia de Vladimir Putin con la agudización de las tendencias autoritarias.
Características de una transición: nuevas instituciones y viejas inercias
La llegada de Mijaíl Gorbachov a la Secretaría general del PCUS, en marzo de 1985, marca
el acceso al poder de una nueva generación de dirigentes políticos, en general mejor
preparados que los anteriores, menos ideologizados y más pragmáticos. esa nueva condición
de los líderes, entre otros factores, propicia la puesta en marcha de una serie de reformas con
las que se intenta poner freno a una crisis que afecta a los sectores de la economía, y que se
ve acelerada por las dimensiones que alcanza el gasto militar, especialmente en la primera
mitad de los años 80, con la escala en discurso de la guerra fría se impone la presidencia
norteamericana de Ronald Reagan.
, Las primeras y tímidas reformas propuestas por la perestroika iban orientadas a mejorar la
economía interna y continuando la línea introducida por Andrópov, sin cuestionar las bases
del modelo económico socialista ni, la planificación centralizada. Sin embargo, sí se hace
evidente, desde principios de 1986, un cambio ideológico en la base de las relaciones de la
URSS con sus aliados europeos al reconocer Gorbachov <<el derecho de cada pueblo a elegir
los caminos y las formas de su desarrollo>>. a lo largo de 1988 se suceden declaraciones de
la URSS sobre la libre elección política para cada Estado, el respeto al derecho de
autodeterminación y la no restricción de la soberanía de los Estados; todo ello, junto a una
actitud favorable a la negociación entre el Gobierno polaco y el sindicato Solidaridad, lo que
da muestras de una voluntad de reformismo moderado y controlado por parte de la URSS.
En Hungría y Polonia, primero, en Checoslovaquia y Bulgaria, después, los cambios se
precipitan de forma pacífica. la la transmisión por todas las televisiones del planeta de la
apertura del muro de Berlín, el 9 de noviembre de 1989, permitió al mundo ser testigo
colectivo de un acontecimiento histórico en tiempo real. la ejecución del líder rumano
Nicolae Ceaucescu, en diciembre, fue el acto violento con el que finalizó la corriente de
cambio cívico, anticipando el nuevo escenario de conflictos que se iban a convertir los
Balcanes.
El inicio del proceso de la unificación o absorción de las dos Alemanias, en mayo de 1990,
y en la cumbre de la conferencia de seguridad y cooperación en Europa, celebrada en París
durante el mes de noviembre, en las que se firma el Tratado sobre Reducción de Fuerzas
Armadas Convencionales en Europa y la Carta de París para una nueva Europa, permiten el
definitivo encuentro del continente, tras el largo paréntesis de la Guerra Fría. Las
instituciones que habían contribuido a consolidar la hegemonía de la URSS y a tratar de
unificar a los países del bloque del este, se vieron afectadas de forma inmediata por una crisis
terminal: en la primera mitad de 1991, el Pacto de Varsovia y el Consejo de Ayuda
Económica Mutua ven una rápida decadencia y su desaparición.