ACTIVIDAD 3. UN EXAMEN
DEPORTIVO
ALUMNOS: ALBA CERVELLÓ, LAIA LÓPEZ, ORIOL GUINART,
BREZANA PERIC, TONI TENA
DOCENTE: ESTHER PÉREZ SEDANO
ASIGNATURA: APRENDIZAJE Y DESARROLLO DE LA
PERSONALIDAD
DOCUMENTO: TRABAJO
MÁSTER: EN FORMACIÓN DEL PROFESORADO
(GEOGRAFÍA E HISTORIA)
CURSO: 2020 - 2021
FECHA DE ENTREGA: 15 DE ENERO DE 2021
, Este trabajo ha requerido que los integrantes del grupo se conviertan en un tribunal pedagógico
que debe valorar la actividad “Un examen deportivo”, la cual resultó ganadora en unas Jornadas
Pedagógicas de Profesorado de ELE hace 5 años. Después de leer con detenimiento el caso,
haber profundizado en las lecturas de la asignatura y habernos reunido virtualmente para
debatir qué argumentos dar a su favor y dos sugerencias argumentadas de mejora de la actividad
en cuestión, procedemos a exponer nuestras conclusiones.
Con relación al primer argumento, el grado de autonomía que se cede a los alumnos, así
como las pautas que se establecen a la hora de realizar una actividad, han sido un tema
recurrente de debate en la didáctica. Es por ese motivo que hemos considerado oportuno añadir
este argumento en la valoración grupal, ya que los alumnos solamente llegarán a comprender
los conceptos educativos si las prácticas pedagógicas resultan adecuadas. Tal y como sugieren
Coll y Solé (1989), que un alumno se sienta motivado en un aprendizaje depende de una
multiplicidad de factores, pero sobre todo de cómo se le presenta dicha situación, del grado en
que le resulta atractiva y del interés que puede despertarle. Después de analizar con
detenimiento el “examen deportivo”, creemos que la estructura planteada en la actividad da pie
a todo ello. A nuestro parecer, no es una cosa de menor importancia, ya que, en varias
ocasiones, algún docente ha intentado desarrollar alguna actividad o algún examen alternativo
en el aula y no se ha concretado por una clara desorganización (también es injusto generalizar
de esta forma, pero es evidente que hacer un examen tradicional, e individual, de una hora
seguida es menos atrevido, pero mucho más cómodo). De hecho, tuvimos un intenso debate en
una de las reuniones que hicimos, y todos coincidimos en el hecho de haber vivido experiencias
similares: en algún que otro momento de nuestra experiencia educativa realizamos “exámenes
alternativos” que nos fueron mal, y desde entonces preferimos que las pruebas fueran “las de
siempre”. Volvimos, en otras palabras, a la zona de confort.
Sin embargo, en el caso que se nos presenta, creemos que no será así, pues, como bien
señalan Coll y Solé (1989), los alumnos, al ver una clara pauta de cómo proceder en cada
momento, encontrarán todo el sentido al hecho de adoptar una actitud activa, implicada y
participativa. Hicimos un ejercicio de empatía y nos pusimos en la piel de los alumnos, y todos
acabamos llegando a la conclusión de que, aun siendo un examen atrevido y difícil de cumplir
por la cantidad de elementos que lo componen (primera y segunda parte, descanso, interacción
entre iguales, libros, tarjetas, bolígrafos de diferentes colores, etc.), estaríamos tranquilos y
preparados. Somos conscientes de que el aprendizaje se complica cuando se relacionan los