Marta Simancas Cruz – 1º Educación Social
1. EL DESARROLLO AFECTIVO/EMOCIONAL.
Las emociones constituyen un componente fundamental de la naturaleza humana.
La autorregulación emocional consiste en controlar uno mismo sus propias emociones, la transición de una
regulación externa dirigida principalmente por los padres, a una regulación interna, caracterizada por una
mayor autonomía e independencia, en la que el niño interioriza y asume los mecanismos de control. Se
relaciona con el control de emociones, de impulsos, del comportamiento, dando lugar a que se piense antes
de actuar y se enfoque la atención en una tarea determinada.
Los estudios sobre la emoción humana tienen como antecedentes tres líneas teóricas surgidas por tres
importantes autores: Charles Darwin, William James y Sigmund Freud. Darwin (1872-1965) establece
basándose en premisas biológicas, que los movimientos corporales y las expresiones faciales cumplen la
función de comunicación entre los miembros de una especie, transmitiendo información acerca del estado
emocional del organismo. Las emociones y la expresión de las mismas son innatas. Los factores de
aprendizaje puedan ejercer cierta influencia sobre la expresión de las emociones, y esta posible influencia,
permite que las emociones vayan evolucionando incrementando la probabilidad de que el sujeto y la
especie se adapten a los cambios que suceden en el ambiente y el contexto que les rodea.
Factores de la expresión emocional:
La expresión facial es fundamental para interpretar las emociones de los otros.
Para poder explicar y predecir las emociones de los demás, los niños tienen que conseguir un
cierto nivel de desarrollo de la empatía.
La comprensión de las emociones no dependen del entorno social y cultural en el que se
desarrolla. El constructivismo social estudia las emociones como reacciones aprendidas y propias
de cada cultura, que cumplen determinadas funciones y garantizan el cumplimiento de
determinadas normas.
Uno de los ámbitos de estudio de mayor interés es las expresiones faciales. Según Medina (1990), es el
“lenguaje no verbal y auxiliar del habla” y es utilizada para comprender a los otros e influir sobre ellos.
Los humanos somos capaces de comprender los sentimientos de los demás y sus estados emocionales, así
como manifestar los nuestros, a través de la expresión de nuestra cara donde se expresan diferentes estados
de ánimo y emocionales, e incluso se enfatiza lo expresado por el lenguaje hablado. Darwin (1872-1984)
afirma que los movimientos expresivos de la cara y el cuerpo son fundamentales para el bienestar del ser
humano y “dotan de viveza y energía las palabras y expresan mucho mejor las intenciones de los otros”.
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Desde el nacimiento, los bebés pueden ejecutar todos los movimientos faciales necesarios para producir la
totalidad de las expresiones emocionales. Sin embargo, las expresiones faciales/emocionales van
apareciendo a lo largo del desarrollo.
La universalidad de las expresiones faciales de las expresiones faciales básicas (alegría, tristeza, enfado, asco,
sorpresa y miedo) ha sido comprobada con trabajos realizados en distintas culturas y en niños ciegos y
sordomudos de nacimiento. Darwin (1872) afirma que existe una relación innata entre los estados
emocionales y determinadas expresiones faciales. Permite que seamos capaces de interpretar los estados
emocionales de los demás. Eibl- Eibesfeldt (1993) y Morris (1980) replicaron los estudios descriptivos de
Darwin en niños de nacimiento, en diferentes culturas, y concluyeron que las expresiones faciales son innatas
y no aprendidas, pero sí moldeadas por la cultura.
Ekman y Friese (1971) comprobaron la universalidad de las expresiones faciales y su reconocimiento,
especialmente, en determinadas expresiones como las de alegría, enfado, asco y tristeza. Otras expresiones
como miedo y sorpresa resultaron más difíciles de distinguir.
Todos los aprendizajes que se desarrollan en la primera infancia están modulados por el contexto humano
en el que acontecen, por eso es necesario prestar una especial atención al desarrollo afectivo y social, dentro
del contexto familiar.
1. 1. El desarrollo afectivo/emocional en el contexto familiar.
Según Mesa (2005) es en el entorno familiar, donde el niño aprende como ser persona y como relacionarse
a partir del ejemplo. Desde la Teoría del aprendizaje social, se plantea que tanto la observación como la
imitación juegan un papel importante en la manifestación de las emociones, así la expresión de las mismas
está condicionada por lo que el niño observa en la forma de comportarse y expresar emociones por parte
de sus padres.
La investigadora más destacada en el ámbito de la expresión emocional en el contexto familiar ha sido Dunn
(1988). Dunn y Kendrich (1982) estudiaron las interpretaciones de los primogénitos sobre los sentimientos e
intenciones de sus hermanos pequeños. Algunos de los pequeños con 14-15 meses, ya sabían cómo hacer
para provocar o consolar a sus hermanos mayores.
Al final del primer año, aparecen los fenómenos de referencia social, que dan al niño información sobre las
situaciones, a partir de la observación de las expresiones faciales de su madre. A los 18 meses, el niño no se
limita a observar, le entrega objetos, le dice alguna palabra o incluso busca ayuda. Durante el segundo año
de vida, el niño comienza a consolar o a fastidiar. Los niños de dos años ya son capaces de reconocer