Tema 6. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1874)
Al morir Fernando VII se inicia el reinado de Isabel II (1833-1868) que constituye uno de los periodos más convulsos de la historia
de España. Lo fue ya desde sus comienzos, marcados por la Primera Guerra Carlista, en la que se decidía, en principio, quien
debía ser el titular del trono: Isabel II, nombrada heredera por el difunto rey, o el hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro,
que amparándose en la Ley Sálica, se consideraba el heredero legítimo. Las aspiraciones carlistas obligaron a la reina Regente
María Cristina a buscar el apoyo de los liberales que eran numerosos en el ejército.
Finalmente el fracaso del carlismo aseguró el trono de Isabel II, cuyo largo reinado se puede dividir en tres grandes etapas:
1. Regencia de María Cristian (1833-1840), su madre, ya que a la muerte de Fernando VII, Isabel II tenía tres años de edad.
2. Regencia del general Espartero (1840-1843), primero como titular de un Ministerio de Regencia (con María Cristina) y
después como regente en solitario (1841-1843).
3. Reinado efectivo de Isabel II ( 1843-1868)
Estas tres etapas tuvieron gobiernos liberales que acabaron dividiéndose en progresistas y moderados, estos últimos fueron la
fuerza predominante durante el reinado de Isabel II, periodo en el que se hicieron frecuentes los pronunciamientos militares,
principalmente progresistas.
El reinado de Isabel II terminó con la Revolución de 1868 y el inicio del Sexenio Democrático, etapa caracterizada por una gran
inestabilidad, con la entrada en el ámbito político de nuevos partidos y corrientes ideológicas: democráticas y republicanas,
unidas a los inicios del movimiento obrero español (socialistas y anarquistas)
6.1. EL CARLISMO COMO ÚLTIMO BASTIÓN ABSOLUTISTA
La identificación del pretendiente carlista con el más estricto absolutismo del Antiguo Régimen, empujó a los liberales a defender
el trono de Isabel II, identificándose al principio como cristinos o isabelinos. Por esta razón las guerras carlistas se convirtieron
no solo en una lucha por el trono entre dos miembros de la familia real, sino también en un enfrentamiento entre dos modelos
de Estado: el absolutista y el liberal, con todo lo que cada uno significaba en los planos político, jurídico económico y social.
►Ideario y apoyos sociales del carlismo:
-Como opción dinástica el movimiento carlista apoyaba las pretensiones al trono del hermano de Fernando VII, Carlos María
Isidro y de sus descendientes, en contra de la línea sucesoria femenina de Isabel II
-Como opción política, el carlismo defendía a ultranza el mantenimiento de las viejas tradiciones del Antiguo Régimen, en
abierta oposición a una modernidad identificada con la revolución liberal. Su lema era Dios, Patria, Rey.
En sus comienzos el ideario político carlista era ambiguo pero con el tiempo se fue articulando en unos pocos principios básicos:
a) Defensa de la tradición política del absolutismo monárquico
b) La restauración del poder de la Iglesia y de un catolicismo excluyente
c) La idealización del medio rural y el rechazo a la sociedad urbana e industrial
d) La defensa de las instituciones y fueros históricos de vascos, navarros y catalanes – frente a las ideas liberales de
uniformidad política y jurídica -. Tradicionalmente se ha presentado la cuestión foral como el rasgo más definitorio del
movimiento carlista.
- Los apoyos sociales: movimiento de cierta amplitud social, contaba con dos apoyos básicos: un sector del clero, que percibía
el liberalismo como el gran enemigo de la Iglesia y la religión (bajo clero y sectores más conservadores del alto clero), el
pequeño campesinado, que veían amenazadas sus tradiciones y situación económica por las reformas liberales, parte de la
nobleza del norte, así como algunos militares
-Los liberales estaban apoyados por las ciudades, la burguesía, alta nobleza y la mayor parte del ejército.
- Territorialmente: el carlismo se desarrolló en las zonas rurales de las provincias vascas, Navarra, Cataluña y el Maestrazgo, y
en algunas pequeñas zonas rurales de Castilla. Territorios en los que el pequeño campesinado era importante.
-Internacionalmente: los carlistas recibieron ayudas de las potencias europeas absolutistas, Austria, Rusia, Prusia, Nápoles y el
Papado.
-Los liberales fueron apoyados por Francia, Inglaterra y Portugal, apoyo que se materializó en el Tratado de la Cuádruple Alianza
(1834).
►Las dos primeras guerras carlistas
El movimiento carlista desencadenó tres conflictos armados - los dos primeros durante el reinado de Isabel II - que presentaron
un grave problema para la estabilidad política de España durante gran parte del siglo XIX. La larga duración del conflicto fue en
parte consecuencia de la debilidad del Estado, la situación de crisis económica de la primera mitad del siglo XIX y las dificultades
del ejército liberal para sofocar los primeros levantamientos que dieron paso a la guerra.
,La primera guerra carlista (1833-1840) fue la más violenta y dramática ( casi 200.000 muertos) El conflicto se inició cuando a
la vez que María Cristina de Borbón asumía la Regencia, el infante don Carlos se autoproclamó Carlos V en un documento
conocido como el Manifiesto de Abrantes.
La unificación de las distintas partidas carlistas y su conversión en un ejército regular fue obra del general Zumalacárregui, que
se hizo fuerte en las zonas rurales vasconavarras, aunque no consiguió el control de las principales ciudades. En la zona del
Maestrazgo actuaba el general Cabrera; y en el resto del país los carlistas solo contaban con partidas aisladas entre sí, a modo
de cuadrillas guerrilleras.
La muerte de Zumalacárregui en el asedio de Bilbao en 1835, supuso el inicio una nueva fase en la guerra, caracterizada por la
organización de expediciones militares con el fin de ampliar sus bases en el resto de España: expedición del general Gómez,
1836, que recorre casi toda España y la llamada expedición Real dirigida por don Carlos en 1837, llegó hasta las cercanías de
Madrid. Al no conseguir su propósito, la guerra quedó de nuevo restringida a las comarcas del norte.
El fracaso de estas expediciones y el agotamiento carlista provocó finalmente una división interna del movimiento entre dos
grupos: los intransigentes (apostólicos – Cabrera) partidarios de continuar la guerra; y los moderados ((transaccionistas-
Maroto) partidarios de llegar a un acuerdo.
La guerra finalizó con el Convenio de Vergara en 1839 (Abrazo de Vergara) entre Maroto y el general Espartero que dirigía las
topas isabelinas; aunque Cabrera resistió en la zona levantina casi un año más.
En el convenio de Vergara los liberales se comprometían a debatir en Cortes el mantenimiento del régimen foral y a integrar a
los oficiales carlistas en el ejército. El pretendiente don Carlos se exilió en Francia.
Pese a lo acordado en Vergara, el gobierno liberal solo respetó parcialmente los privilegios forales. Desaparecieron las aduana
interiores, con lo que la frontera económica se trasladó a Irún y se implantó un sistema de conciertos económicos, se dividieron
las provincias en partidos judiciales, se elegían senadores y diputados con la misma ley que en el resto de España, pero se dejaba
a la oligarquía tradicional el poder local por el que habían combatido y perdido.
La segunda guerra carlista (1846-1849) no tuvo el impacto ni la violencia de la primera. En esta ocasión el pretendiente al trono
Carlos VI, que era hijo de Carlos María Isidro, en quien había abdicado para facilitar su posible matrimonio con Isabel II. El
rechazo a esta propuesta, cerraba a Carlos la vía pacífica de convertirse en rey de España y desencadenó la segunda guerra, que
se desarrolló principalmente en el campo catalán (guerra de los matiners), aunque hubo episodios aislados en otras zonas.
La tercera guerra carlista (1872-1876) se inició durante el Sexenio democrático al ser elegido rey Amadeo I de Saboya. Esta
tercera guerra finalizó al reconocer finalmente los carlistas a Alfonso XII, hijo de Isabel, como rey.
►Las consecuencias de las guerras carlistas.
Este conflicto, casi permanente durante la primera mitad del reinado de Isabel II, además de los elevados costes humanos, tuvo
importantes repercusiones políticas y económicas.
a) La inclinación de la monarquía hacia el liberalismo
b) El protagonismo político de los militares, ante la amenaza carlista los militares se convirtieron en una pieza clave para
la defensa del régimen liberal. Conscientes de su protagonismo, los generales o “espadones” se colocaron al frente de
los recién creados partidos y dominaron la vida política. El recurso, casi abusivo, a la práctica del pronunciamiento se
convirtió en una fórmula habitual de promover cambios de gobierno o de reorientar la política durante todo el reinado
c) Los enormes gastos de guerra. El déficit permanente de la Hacienda pública condicionó en gran medida la orientación
dada a ciertas reformas, como las desamortizaciones. También retrasó la incipiente industrialización, dificultó el
comercio y agravó los efectos de las crisis agrarias posteriores.
6.2. TRIUNFO Y CONSOLIDACIÓN DEL LIBERALISMO. EL REINADO DE ISABEL II
Desde 1833, con la muerte de Fernando VII, el liberalismo inicia un camino irreversible, lo que significó que las élites sociales del
Antiguo Régimen (la nobleza) dejaran de desempeñar un papel relevante.
El triunfo y consolidación del liberalismo supuso una radical transformación:
●Una nueva estructura política basada en un régimen constitucional y representativo
●Una nueva estructura social, basada en la igualdad ante la ley, el final de los privilegios tradicionales y el nacimiento de la
sociedad de clases
●Una nueva estructura económica definida como economía de mercado (liberalismo económico)
, Como en el resto de Europa, la implantación del régimen liberal fue un proceso largo y el resultado de un consenso surgido
entre los nuevos líderes y las élites del Antiguo Régimen en torno a un liberalismo moderado que a lo largo del siglo derivó a
formas más conservadoras.
En España este proceso quedó mediatizado por los siguientes aspectos:
Primero por el intervencionismo militar, la influencia de las camarillas cortesanas y la adulteración del sufragio, censitarios en
las primeras Constituciones y manipulado con métodos caciquiles al final del siglo.
Segundo, porque, independientemente de su formulación ideológica, las nuevas estructuras políticas, económicas, sociales y
culturales mantuvieron la pervivencia de aspectos tradicionales.
Esta transformación se produce en dos fases:
1ª Hasta 1844, durante las Regencias de María Cristina y Espartero (minoría de edad de Isabel II). En esta fase el cambio se dirige
esencialmente a desmantelar el orden legal del Antiguo Régimen.
2ª Entre 1844 y 1868, reinado efectivo de Isabel II, significa la consolidación del sistema dirigido principalmente por gobiernos
liberales moderados.
1ª FASE: LAS REGENCIAS DE Mª CRISTINA Y ESPARTERO (1833-1843)
A) Regencia de María Cristina de Borbón (1833-1840). La transición del absolutismo a un liberalismo muy moderado.*
Características de la transición:
La Regencia de María Cristina estuvo condicionada por la Primera Guerra Carlista. Los primeros años de su gobierno, dirigido
por monárquicos reformistas con influencia en el reinado anterior (Cea Bermúdez, Javier de Burgos) y por liberales moderados
del Trienio (Martínez de la Rosa), partidarios de combinar el antiguo Estado con principios liberales haciendo sólo las reformas
imprescindibles.
Gobiernos de Cea Bermúdez y Javier de Gobierno de Martínez de la Rosa
Burgos -Se promulga el Estatuto Real (1834)
- División en provincias, 1833 (Javier de “Carta otorgada”, sin la intervención
Burgos) de las Cortes, en la que no aparece aún
- Liberalización comercio, industria y el principio de soberanía nacional y la
transportes. corona tiene amplias atribuciones, de
- Libertad de imprenta, con censura previa. carácter muy conservador.
- Restablecen la Milicia Nacional.