8 PERVIVENCIAS Y TRANSFORMACIONES ECONÓMICAS EN EL
SIGLO XIX:UN DESARROLLO INSUFICIENTE
0.- ÍNDICE
1.- INTRODUCCIÓN
2.- ANTECEDENTES: EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y ESTRUCTURA AGRARIA EN LA
ESPAÑA DEL SIGLO XIX
3.- ANÁLISIS DE LA DESAMORTIZACIÓN
3.1.- ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD: CONCEPTOS.
3.2.- FASES DEL PROCESO DESAMORTIZADOR
4.- SIGNIFICADO DE LAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS: CONSECUENCIAS
ECONÓMICAS, SOCIALES Y POLÍTICAS
4.1.- CONSECUENCIAS ECONÓMICAS
4.2.- CONSECUENCIAS SOCIALES
4.3.- CONSECUENCIAS POLÍTICAS
4.4.- OTRAS CONSECUENCIAS
5.- LOS COMIENZOS DE LA INDUSTRIALIZACIÓN
5.1.- LA INDUSTRIA TEXTIL
5.2.- EL CARBÓN Y EL COMIENZO DE LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA
5.3.- LA CONSTRUCCIÓN DE LA RED FERROVIARIA
5.4.- EL COMERCIO EXTERIOR
6.- BALANCE Y SIGNIFICADO DEL PROCESO INDUSTRIAL ESPAÑOL
7.- CONCLUSIÓN
1.- INTRODUCCIÓN
En la historia de la economía el siglo XIX es el siglo de la industrialización. En países como
Gran Bretaña, Francia, Alemania o Bélgica implicó un cambio radical en las formas de producir y
en las formas de propiedad, y supuso también una transformación en la organización de la sociedad,
la cual recibe el nombre de capitalista.
En este contexto, España presenta una evolución singular1: como gran parte de los países del
este y del sur del continente, quedaron al margen del triunfo de la industrialización, y sus transfor-
maciones fueron mucho más modestas. Aún así, al final del siglo la sociedad urbana industrial se
había consolidado en España. Sin embargo, la agricultura, en permanente situación de atraso, seguía
empleando a más de dos tercios de la población activa. Como resultado, la renta por habitante era
inferior a la de los países con una economía basada en la industria moderna.
2.- ANTECEDENTES: EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA Y ESTRUCTURA AGRARIA EN
LA ESPAÑA DEL SIGLO XIX.
El aumento de la producción agraria permitió el crecimiento de la población2 española a lo
largo del siglo XIX: de 1800 a 1900, pasó de 10,5 a 18,5 millones, un aumento superior al 75%.
Sin embargo, es muy inferior a otros países de Europa, como Gran Bretaña (239,4%).
1
Estándar 2.4. Compara la revolución industrial española con la de los países más avanzados de Europa.
2
Estándar 1.1 Identifica los factores del lento crecimiento demográfico español en el siglo XIX.
1
, La estructura demográfica, con la excepción de Cataluña 3, mantuvo los rasgos típicos de la
del Antiguo Régimen: alta mortalidad, incluida la mortalidad infantil, y elevada natalidad. Como
consecuencia, la esperanza de vida era muy baja (en 1900 alcanzaba los 34,8 años frente a la de In-
glaterra y Suecia que superaba los 45 años). La tasa de mortalidad se mantuvo elevada debido a las
malas condiciones sanitarias y al impacto de las epidemias, ambas causas relacionadas con la pobre-
za: una mala cosecha provocaba las hambrunas que favorecían la difusión de las epidemias, como
los brotes de cólera y de tuberculosis.
Otra característica demográfica, que siguió constante a lo largo del siglo XIX, fue la tenden-
cia al aumento de población en la periferia frente al interior despoblado: crecimiento de Cata-
luña, País Vasco, Murcia, Valencia, Canarias y, de Madrid, como excepción.
La marginación de España del proceso de industrialización se explica, en parte, por el escaso
desarrollo del sector agrario4 debido a la mala calidad de las tierras de cultivo, a las malas condi-
ciones climatológicas pero, también, a la reforma agraria liberal (las desamortizaciones) que exclu-
yó del acceso a la propiedad a los más interesados en cultivarlas, los campesinos. Las consecuen-
cias fueron unos malos rendimientos y la pobreza de la mayor parte de la población, lo que no
estimuló el consumo ni permitió la acumulación de capitales, lo cual supuso un freno al proceso de
industrialización.
3.- ANÁLISIS DE LA DESAMORTIZACIÓN.
3.1.- ESTRUCTURA DE LA PROPIEDAD: CONCEPTOS.
En la España del Antiguo Régimen la propiedad de la tierra se repartía de forma desi-
gual, acaparando gran cantidad de tierras los estamentos privilegiados (nobleza y clero), en tanto
que una inmensa masa de campesinos carecía de ellas. Tierras que, por otro lado, y debido a la exis-
tencia de determinadas trabas jurídicas, no podían venderse. Así, las propiedades pertenecientes a la
nobleza estaba sujetas al mayorazgo, que impedía su división y enajenación. El mayorazgo había
sido la fórmula por la que las casas nobiliarias, en los siglos anteriores, habían podido mantener
gran parte de sus propiedades: el primogénito de la casa recibía por herencia un bloque de bienes
del que no era propietario, sólo tenía el derecho del disfrute (usufructo); podía aumentarlo con com-
pras pero nunca vender, manteniendo el deber de transmitirlo íntegro a su heredero.
En cuanto a las propiedades de la Iglesia, considerada ésta como propietario colectivo, tam-
poco podían venderse pues eran definidos como “bienes de manos muertas”. En situación similar
se encontraban los bienes de otro propietario colectivo: los municipios, dueños de bienes aprove-
chados comunitariamente por los vecinos (comunales), explotados por el Ayuntamiento, para su
administración y potencialmente arrendables (de propios) y tierras baldías.
Con este fin, los gobiernos liberales, especialmente los progresistas, emprendieron un con-
junto de medidas tendentes a liberar la tierra de las trabas, limitaciones y servidumbres (señorío,
mayorazgo, bienes comunales, manos muertas...) que imponía el Antiguo Régimen al desarrollo de
la propiedad privada y de la economía de mercado.
En primer lugar, la abolición del régimen señorial o señoríos jurisdiccionales, proceso
iniciado en Cádiz y concluido en 1837, que significaba acabar con los derechos jurídicos que los se-
ñores poseían sobre sus vasallos, al tiempo que se convertía en propiedad particular y libre las tie-
rras que ocupaban.
3
Estándar 1.2. Compara la evolución demográfica de Cataluña con la del resto de España en el siglo XIX.
4
Estándar 2.2. Especifica las causas de los bajos rendimientos de la agricultura española del siglo XIX.
2