CAPÍTULO 15.- LOS CONDUCTISMOS: II.- LOS NEUCONDUCTISMOS
A partir de los años 30, psicólogos norteamericanos seguidores del programa de Watson, se
propusieron modificarlo. Dos orientaciones dentro de este nuevo “neoconductismo”:
conductismo metodológico: intentar dar mayor contenido teórico a las propuestas watsonianas
sin renunciar al ideal de objetividad metodológica que éstas incluían; conductismo radical
(Skinner): reacción contra lo que a su juicio era el exceso de teoría auspiciado por el
conductismo metodológico y un regreso al plano de lo observable en el que Watson había
querido situar la indagación psicológica.
EL CONDUCTISMO METODOLÓGICO: EDWARD C. TOLMAN Y CLARK L. HULL:
Asumieron la propuesta de Watson de convertir la conducta en el objeto de estudio. Hicieron
del aprendizaje su preocupación central. En particular, del aprendizaje animal. La rata blanca
era la gran protagonista de sus investigaciones.
Los conductistas metodológicos consideraban aún muy insatisfactorio el nivel de elaboración
teórica del conductismo watsoniano que, limitaba la tarea psicológica a la descripción de
estímulos y respuestas obtenidos en el laboratorio. Ellos iban a oponer otra de índole
hipotético-deductiva, más sofisticada y más acorde con la practica real de las ciencias naturales
(física).
Iban a encontrar un aliado en el positivismo lógico, un movimiento filosófico promovido a finales
de 1920 por el “Círculo de Viena”, una escuela de pensamiento. El positivismo lógico
rechazaba la idea de una filosofía que fuera puramente especulativa y abogaba por una
“filosofía científica”. Los positivistas lógicos distinguieron dos planos en el discurso científico: el
plano del lenguaje de la observación, directamente relacionado con las impresiones
sensoriales; y el plano del lenguaje teórico o hipotético, referencia a propiedades y
acontecimientos inobservables, los llamados constructos teóricos o hipotéticos. La legitimidad
científica de estos últimos provendría de la posibilidad de deducir de ellos consecuencias
empíricas o de someter sus términos a “definiciones operacionales” que los relacionases con
factores empíricos y pudiesen formularse en términos de lenguaje de observación.
Lo que los conductistas metodológicos venían intentando hacer era introducir en la explicación
del comportamiento un nuevo tipo de variables que mediase entre los estímulos y las
respuestas. Proponían sustituir el característico esquema “E-R” por otro más amplio “estimulo-
organismo-respuesta” (E-O-R), entendiendo por “organismo” el conjunto de cuantas variables
hipotéticas intermedias se estimasen necesarias para dar cuenta de las relaciones funcionales
entre los estímulos y las respuestas observables. (Las variables independientes y dependientes
consideradas en sus experimentos).
El conductismo cognitivo y propositivo de Edward C. Tolman:
Edward Chace Tolamn (1886-1959) nació en West Newton, (Boston, Massachusetts). Ingresó
en el Instituto Tecnológico de Massachusetts, donde se graduó en electroquímica en 1911. En
1915 obtuvo el doctorado en psicología por la universidad de Harvard con una tesis dirigida por
Hugo Münsterberg. Durante tres años ejerció como profesor en la Northwestern University. En
1918 fue contratado en la Universidad de California, en cuyo campus de Berkeley permaneció
hasta el final de su vida, pero con dos paréntesis. Trabajó para la Oficina de Servicios
Estratégicos en Washington colaborando en la selección de personal para el servicio secreto
durante la Segunda GM (1944). Estancias en las universidades de Harvard y Chicago (1949-
1953) tras ser despedido de la de California. Después, él y sus compañeros tuvieron que ser
readmitidos en 1953. Jubilado al año siguiente, murió en Berkeley poco tiempo después (1959).
Tolman esbozó el programa de su “nuevo conductismo” en un artículo titulado “Una nueva
fórmula para el conductismo” publicado en 1922. Proponía una aproximación “molar” al estudio
de la conducta desde la que pretendió hacerse cargo de los temas de la psicología
introspectiva anterior. En los años siguientes fue desarrollando este programa en trabajos
, sobre los procesos mentales superiores. Diez años después lo publicó como “La conducta
propositiva en los animales y en el hombre” (1932).
Tolman reprochaba a Watson la incongruencia de definir, por una parte, la conducta en
términos fisiológicos (“contracciones musculares” y “secreciones glandulares”) y afirmar por
otra la posibilidad de desconocer por completo el funcionamiento del sistema nervioso para
estudiarla. Se oponía al fisiologismo watsoniano por inconsecuente lógica y teóricamente. No
era admisible plantear una psicología en términos fisiológicos y desarrollarla luego en términos
comportamentales. Tolman no consideraba rechazable la idea de una explicación fisiológica de
la conducta (para él era la única posible), sino intentar llevarla a cabo sin realizar previamente
una descripción minuciosa de los comportamientos concretos. Esto le parecía prematuro,
estéril y condenado al fracaso.
La perspectiva en la que se instala es la estrictamente comportamental (“conducta qua
conducta”) y terminó denominando “conducta molar”. Quiso subrayar su interés por los rasgos
globales del comportamiento, los que se presentan a una observación desprejuiciada del
mismo (“fenomenológicos”). El “nuevo conductismo” de Tolman se iba a fundar en este modo
“molar” de entenderla, que le iba a permitir obtener de la conducta misma, de su consideración
“fenomenológica”, los conceptos básicos para su estudio sin tener que recurrir a una fisiológica
hipotética previa (Watson).
Cuando se considera la conducta a este nivel “molar” aparecen de inmediato una serie de
rasgos que no se descubrirían si solo atendemos a sus partes o fragmentos moleculares. “La
conducta en cuanto tal es más que la suma de sus partes fisiológicas y diferente de ellas. La
conducta es un fenómeno emergente con propiedades descriptivas definitorias exclusivas”.
Tolman fue siempre receptivo a los planteamientos gestaltistas (en especial los de Lewin).
Entre los caracteres que se descubren cuando se considera la conducta al nivel molar,
destacan: los propósitos y las cogniciones. Rasgos que consideraba inmanentes a ella, que
se mostraban en su ejercicio y se imponían a la hora de describirla fiel y objetivamente. El
“propósito” es la persistencia que se observa en las conductas hasta que éstas alcanzan una
determinada condición u objeto (“objeto-meta”). La “cognición”, es la suposición que el
organismo hace respecto del medio para poder cumplir sus propósitos. En la medida en que la
realización de todo acto conductual exigía y dependía de que se dieran en el entorno ciertas
condiciones que lo hicieran posible, el organismo tendría que contar con ellas para poder
llevarlo a cabo, es decir, tendría que suponerlas. En este “suponer” o “contar con” consistía la
cognición para Tolman.
Propósitos y cogniciones papel será decisivo para las causas de la conducta, sus causa más
inmediatas o “determinantes inmanentes”: “inmanentes” por consideración molar de la
conducta; y “determinantes” porque se conciben como causas de ella. Estos estados y
estímulos también serán causas de la conducta, pero no inmediatas sino mediatas; su acción
será “iniciadora” pero no se ejercerá directamente sobre los actos conductuales, sino que
deberá ser filtrada por el tamiz que los determinantes inmanentes proporcionan.
Tolman introducía un nuevo tipo de factores, “variables intervinientes”. El propósito y la
cognición resultaban ser un tipo de variables teóricamente necesarias para das cuenta de las
correlaciones empíricas entre las variables interdependientes (herencia, maduración,
aprendizaje anterior, estado fisiológico del organismo y estímulos ambientales) y las variables
dependientes o respuestas. Las variables interdependientes no conducirían a las dependientes
de una manera directa (Watson) sino que lo harían por mediación de las intervinientes, que se
erigirían en sus causas inmediatas.
Tolman distinguió dos tipos de cogniciones:
Disposiciones medio-fin (disposiciones “signo-gestálticas”): predisposiciones a considerar
ciertos objetos del entorno como medios adecuados para la consecución de determinados
fines demandados por el organismo.
