LA AMBIGÜEDAD DE LA SITUACIÓN DE LAS MUJERES EN LA SOCIEDAD PATRIARCAL
Simone de Beauvoir fue una filosofa francesa que nació en 1908 y murió, en 1986, su vida
abarca el siglo XX. Simone se sitúa dentro de la historia del feminismo en la tercera ola, en la
que publica su obra elaborada desde la perspectiva filosófica del existencialismo, El segundo
sexo (1949). Por eso decimos que, Beauvoir proporciona el principal fundamento teórico en
esta nueva etapa ya que esta obra está considerada la obra feminista más importante del siglo
XX. Propicia la crítica del androcentrismo que las caracteriza hasta ese momento y posibilita la
elaboración de instrumentos conceptuales nuevos mediante los cuales las mujeres puedan
dejar de ser consideradas sujetos sociales subalternos.
Para Beauvoir el cuerpo "no es una cosa, es una situación: es nuestra forma de aprender el
mundo y el esbozo de nuestros proyectos”. Por lo tanto, según esta afirmación, el cuerpo
humano es siempre cuerpo vivido, es decir, se encuentra envuelto de los valores que le
confiere cada individuo. Y cada individuo se encuentra en un contexto ontológico, económico,
social y psicológico. La respuesta a la pregunta de por qué la mujer es Alteridad, depende del
contexto cultural en el que se desenvuelva y de las oportunidades que se le presenten a la
mujer para ejercer su libertad. Dicho esto, podemos afirmar que el factor cultural es decisivo
en el análisis de causas de la opresión de las mujeres. La clave de esta opresión proviene de la
prehistoria, ya que durante estos tiempos los hombres tenían el privilegio de la fuerza física,
todo lo contrario que las mujeres, las cuales solo estaban al servicio de la reproducción, y por
esta razón no podían arriesgar sus vidas ni en la caza ni en las guerras que era donde se hacían
méritos para ser acreditado como valeroso.
Además, todo esto habría establecido una diferencia fundamental entre las capacidades de
desarrollo de los dos sexos. Esto hacía que los varones sometieran a las mujeres a partir del
reconocimiento que ellas le otorgaban por sus hazañas. De esta manera, los hombres se
afirmaban como sujetos que libremente construyen su personalidad, y las mujeres son
relegadas a la condición de otras, es decir, aquellas a las que los hombres, los sujetos, les han
adjudicado la condición de servirles, reconocerles, y ser madres de sus hijos, negándoles el
mayor tesoro de la existencia: la libertad.
Para que sea posible establecer la igualdad entre los dos sexos y que las mujeres puedan
realizarse como ser humano, la evolución de la condición de mujer dependerá de dos factores:
la participación de las mujeres en la producción y la libertad de actuar como siervas de la
reproducción, lo que permitirá la apertura de las posibilidades vitales de las mujeres. Para
Beauvoir, el control por parte de la mujer de su propio cuerpo es una condición necesaria para
que pueda asumir el papel económico y así la conquista total de su persona.
Cabe destacar que el factor de la intervención cultural desde la infancia, es la causa del abismo
que posteriormente separa a hembras y varones. En esta intervención cultural, la niña será
engañosamente privilegiada: se la mima mas, se le permiten mas manifestaciones de fragilidad
y sensibilidad; por el contrario, el niño comprenderá pronto que para el no hay designios más
importantes que los que se plantean para las niñas, esto le hace comprender que él pertenece
a la casta superior, ya que desde muy pronto se le transmite el orgullo por su virilidad, que se
encarnará en el hecho de tener pene. Por otra parte, la niña al descubrir que no tiene pene,
renuncia a ciertas actitudes "viriles".
Es importante recalcar que el concepto de la alteridad de la mujer también se encuentra
presente en el desarrollo del erotismo en la adolescencia, marcado de manera diferente por el
contexto social para chicos y chicas; mientras que en los chicos se potencia la actuación y la
iniciativa, en las chicas destacan la pasividad y la dependencia; en definitiva, a ellos se les