Apuntes - Los Principios de la Moral Social
Los principios de la Moral Social de la Iglesia constituyen los verdaderos y propios
puntos de apoyo de la enseñanza social católica, los cuales se caracterizan por
presentar un carácter general y fundamental, pues se refieren a la realidad social
en su conjunto. Estos principios, los cuales parten siempre de la dignidad de la
persona humana (pues ésta constituye el fundamento de toda la moral social de la
Iglesia Católica), están cimentados en el Evangelio, la tradición cristiana, la
reflexión y elaboración filosófico - teológica y el magisterio de la misma Iglesia.
Aunque la Doctrina Social de la Iglesia evoluciona y se adapta a las condiciones
cambiantes de los tiempos, los principios de la moral social son principios éticos
permanentes (no simples juicios históricos variables), pues estos principios
constituyen la expresión de la verdad íntegra sobre el hombre, conocida a través
de la razón y de la fe.
Podemos distinguir un total de seis principios dentro de la moral social católica:
● El principio de la dignidad del hombre: Desde sus inicios, la doctrina
social de la Iglesia afirma la inviolable dignidad de la persona humana, que
es intrínseca al hombre por ser imagen de Dios. Como imagen de Dios la
vida de todo ser humano es sagrada e inviolable, por lo que cada hombre
tiene valor absoluto. La igualdad fundamental delos seres humanos ante
Dios tiene como consecuencia la imposibilidad de justificar ninguna
discriminación ante las leyes humanas. Por tanto, la persona debe ser
defendida contra cualquier intento social que pretenda negarle, abolirle o
impedirle ejercer sus derechos.
● El principio del bien común: El bien común es el conjunto de condiciones
de la vida social que hacen posible a las personas, asociaciones y a cada
uno de sus miembros el logro pleno de la propia perfección y desarrollo
integral. Por lo tanto ha de ser el objetivo último que debe orientar toda
acción social y política.
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, Requiere la capacidad y la búsqueda constante del bien de los demás como
si fuese el propio bien. Es un deber de todos los miembros de la comunidad
humana nacional e internacional, según las capacidades de cada uno,
reconociendo que la responsabilidad máxima compete al Estado, pues es la
razón de ser de la comunidad política.
● El Principio del destino universal de los bienes: La Doctrina Social de la
Iglesia afirma que Dios ha creado y ha entregado la tierra a todos los
hombres para que, por medio de ella, se sustenten todos los habitantes de
la tierra, sin excluir a nadie ni privilegiar a ninguno. Por tanto, todo hombre
debe tener lo necesario para su vida digna y para su pleno desarrollo, y
nadie puede prescindir de los bienes que responden a sus necesidades
primarias, pues éstos son absolutamente básicos para alimentarse, crecer,
comunicarse y desarrollarse integralmente como persona. Éste es un
derecho inherente a las personas que se desprende de su dignidad
intrínseca y exige de la comunidad social y política el esfuerzo en garantizar
el acceso de todo ser humano a esos bienes.
Según la Doctrina Social de la Iglesia, de acuerdo al plan de Dios, la
creación entera y los bienes que en ella se encuentran corresponden en
justicia a todos los seres humanos, y deben repartirse de manera equitativa.
Este principio, en una sociedad marcada por las desigualdades crecientes,
exige que se cuide especialmente de los pobres, de aquellos que se
encuentren en situaciones de marginación y de todos aquellos cuyas
condiciones de vida les impiden un crecimiento adecuado. Todo ello es
catalogado como injusto e incompatible con la dignidad de la persona
humana, y es consecuencia de las estructuras de pecado y del pecado
personal de quienes sostienen el sistema; siendo, a la vez una grave ofensa
a Dios y una desobediencia a su plan de salvación.
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, ● El Principio de Subsidiariedad: Para la Doctrina Social de la Iglesia, la
subsidiariedad supone que todas las sociedades de orden superior, con
más desarrollo humano, científico y técnico, deben ponerse en una actitud
de ayuda, apoyo, promoción y servicio hacia los grupos y las comunidades
con menor desarrollo, impidiendo que los individuos y grupos intermedios y
minoritarios pierdan su legítima autonomía. En consecuencia, no resulta
lícito ni justo traspasar a la comunidad y quitar a los individuos y grupos
minoritarios la posibilidad de realizar con su propio esfuerzo e iniciativa
aquellos procesos y actividades tendientes a su promoción y desarrollo
autónomo e integral. La auténtica subsidiariedad, por tanto, hará que la
sociedad se consolide en democracia y participación, favoreciendo el
accionar político y el ejercicio de la autoridad, así como la eficiencia social.
● El Principio de Participación: La participación social manifiesta la dignidad
y libertad humana en el trabajo y en la vida pública, en orden a un auténtico
ejercicio de la actividad política, que consiste en la búsqueda del bien
común. Esta se constituye en una exigencia fundamental de la naturaleza
del hombre, para cooperar a la realización del bien común, porque todos
somos miembros activos de la vida socioeconómica, política y cultural. A
través de la participación en la política, en la economía, en la cultura, el
hombre recibe unos valores que son esenciales para su vida y a su vez
puede modificarlos y hacerlos crecer. Por lo tanto, la participación social
debe tender siempre a formar una comunidad humana que favorezca la
convivencia y la participación de todos sus miembros, en donde la amplia
gama de funciones y obligaciones pueda cumplirse en paz y
corresponsabilidad.
● El principio de solidaridad: Para la Doctrina Social de la Iglesia, la
solidaridad no es un sentimiento superficial por los males de tantas
personas cercanas o lejanas.
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