EL PROBLEMA DEL CONOCIMIENTO
Como filósofo y teólogo cristiano, Tomás de Aquino reflexiona teniendo en el horizonte las
verdades cristianas fundamentales. Entre ellas jugarán un papel importante la creación y la
excelsa dignidad del hombre como hijo de Dios. Sin embargo, será característico de Santo
Tomás su confianza en la capacidad de la razón natural para conocer el mundo, el hombre y a
Dios mismo, lo cual permite elaborar una filosofía que no se apoya en la revelación
sobrenatural.
Para Santo Tomás, razón y fe, son dos formas distintas de conocimiento que no se pueden
contradecir, sino que más bien se deben ayudar (“La fe es a la razón, lo que la gracia es a la
naturaleza, no la destruye, sino que la perfecciona”). Sto. Tomás afirma que tanto la fe como la
razón son fuentes de conocimiento y dan lugar a dos verdades: verdades inasequibles a la sola
razón, como la divinidad de Jesucristo, cuya revelación constituye para el hombre un aumento
esencial en su conocimiento de la realidad natural y sobrenatural; y verdades que la razón
puede encontrar por si misma, cognoscibles por la razón en cuanto facultad natural del ser
humano (entre ellas algunas que también han sido reveladas, pero también son descubiertas
por hombres que no han conocido la revelación divina, como la existencia de Dios.)
El punto de partida de nuestro conocimiento es la realidad sensible. A través de los sentidos se
nos muestra la existencia de seres singulares y concretos cuya naturaleza es cambiante.
Tomás, sostiene que el origen de todos nuestros conocimientos está en la experiencia, en el
conocimiento sensible. Sin embargo, no se queda ahí, ya que, a partir del conocimiento
sensible de los seres particulares y concretos, el entendimiento humano tiene la capacidad de
ir más allá para adquirir un conocimiento intelectual de las esencias universales, a través del
proceso de abstracción (por el cual el entendimiento agente extrae, a partir de las imágenes
sensibles……)
Aquí Santo Tomás sigue a Aristóteles, de quien toma la teoría hilemórfica según la cual todas
las substancias, salvo Dios, son un compuesto de dos elementos: la materia y la forma o
esencia, y la teoría de la potencia y el acto según la cual todas las substancias, salvo Dios, son
un compuesto de acto y potencia. En los seres contingentes hay una diferencia entre la esencia
(su definición universal) y existencia (si realmente existen o no) ya que su esencia no implica su
existencia, pero en Dios, al ser necesario, su esencia implica su existencia. La esencia está en
potencia de existir, tiene la posibilidad de existir, pero también de no existir, es contingente,
no necesaria. Es preciso que algo o alguien la haga existir actualizando su potencialidad. Ese
algo es Dios, el único ser necesario cuya esencia coincide con su existencia. Sto. Tomás afirma
así a Dios como el ser necesario y acto puro, ser inmutable y perfecto.
[2,5↓-2,25↑]
EL PROBLEMA DE DIOS
Santo Tomás considera que solo es posible demostrar la existencia de Dios a partir de los datos
de la experiencia, puesto que el conocimiento humano comienza siempre por los sentidos.
Una proposición evidente puede serlo en sí misma y para nosotros, cuando es evidente y lo
comprendemos, o en sí misma pero no para nosotros, cuando siendo evidente nuestra razón
no alcanza a comprenderlo. “Dios existe” es evidente en sí misma, pues Dios es un ser
necesario, pero no es evidente para nosotros, pues nuestra razón no puede comprender
totalmente la esencia de Dios. Por ello, habrá que demostrar su existencia. Para ello, distingue
dos tipos de demostración: propter quid o a causa de, en la que conociendo la causa podemos