TEATRO 1939-2020
El teatro es el género literario más sensible a los cambios sociales, y al que más afectan las
condiciones políticas (en forma de censura, por ejemplo) y económicas (dificultades para
representar). Así, los escenarios teatrales, durante la primera posguerra, estaban dominados
por un tipo de teatro poco exigente que estaba muy lejos de los planteamientos estéticos que
había alcanzado el teatro español de antes de la guerra, especialmente con las obras de Valle y
de Lorca.
La creación teatral posterior a la Guerra Civil se vio afectada por el exilio de los autores más
renovadores y la rígida censura. En esta época predominó el teatro de entretenimiento, que se
centraba en representar las costumbres y problemas morales de la clase media y defendía los
valores del franquismo. Este teatro estaba bajo la fórmula dramática de Jacinto Benavente.
Sin embargo, hay también un tipo de teatro cómico, que roza el teatro del absurdo, de gran
interés literario, que aún mantiene ciertos vínculos con el mundo del arte vanguardista. En la
línea del teatro del absurdo encontramos a Miguel Mihura y su obra más importante Tres
sombreros de copa, aunque, en obras posteriores como Melocotón en almíbar, se adaptará a
los gustos del público con una sátira más suave. Denuncia lo absurdo de situaciones de la vida
cotidiana, la vaciedad de los tópicos y las convenciones sociales que impiden al hombre ser
feliz. Rompe con el realismo introduciendo elementos y situaciones de un humor nuevo
precedente del teatro del absurdo. Enrique Jardiel Poncela, con sus comedias de humor
inverosímil y disparatado como Eloísa está debajo de un almendro y Los ladrones somos gente
honrada. Crea comicidad a partir de lo inverosímil, lo cual choca con un público que no
entiende sus originalidades, por lo que se ve obligado a reducir sus audacias.
Durante la dictadura, en los años 50, también encontramos un tipo de teatro de
planteamientos no conformistas con el estado de cosas, comprometido, que se inicia con el
estreno de la tragedia Historia de una escalera en 1949 de Buero Vallejo que, a través de una
“crítica inquietante” y elementos simbólicos como la escalera, se interroga por la condición
humana. En su obra se pueden distinguir tres etapas: etapa existencial (reflexión sobre la
condición humana) como en Historia de una escalera o En la ardiente oscuridad; teatro
social (denuncias de injusticias que atañen a la sociedad), como El tragaluz; y un teatro de
innovaciones en el que el espectador no ve la realidad, sino una versión de un personaje.
Desaparecen los intermediarios. El espectador ve la historia desde adentro. Destaca La
fundación. Otro de los autores más significativos es Alfonso Sastre con un teatro orientado al
realismo de intención social, de corte existencial y de mayor implicación política. Es autor de
Escuadra hacia la muerte y La mordaza.
A partir de los años 60 se produce un teatro más exigente y renovador, experimental en las
formas y dirigido a un público más minoritario. Se aleja del teatro realista. Ahora predominan
los elementos simbólicos y vanguardistas, lo grotesco y lo imaginativo. Cobran una importancia
especial los recursos extraverbales: sonoros, visuales o corporales. Surge una nueva
vanguardia teatral, formada por una serie de autores rompedores, formados en las tradiciones
de la literatura más experimental. A pesar de que hay muchos autores de interés,
especialmente Luis Riaza (Retrato de dama con perrito, más barroco y literario) o José Ruibal
(El hombre y la mosca, más simbólico y político) en el conocido como teatro underground; los