Bloque 2: 2..2
Bloque 3: 3.1/ 3.3/ 3.4
Bloque 4: 4.1/ 4.4
Eva Rodríguez Schmidt. 2ºD.
PRIMERA EVALUACIÓN.
1.1 Sociedad y economía en el Paleolítico y Neolítico. La pintura rupestre.
En el Paleolítico (800.000-8.000 a.C.) los humanos eran cazadores-depredadores,
nómadas y recolectores de frutos. Vivían agrupados en hordas, cerca de ríos para cazar y
en cuevas durante las épocas glaciares; usaban la piedra tallada, el hueso y el marfil,
aprovechaban las pieles y enterraban a sus muertos. En el Neolítico (6.000-2.500 a.C.), el
clima más seco y cálido propició la sedentarización y una economía basada en la
agricultura y la ganadería, que diversificó la sociedad; aparecieron la cerámica y las
arquitecturas megalíticas (menhir y dolmen) y usaban la piedra pulimentada.
La pintura rupestre surgió a finales del Paleolítico en dos escuelas: la Franco-Cantábrica
representaba de forma naturalista animales, aprovechando el relieve de las rocas para dar
volumen (cueva de Altamira); y la Levantina, que continuó en el Neolítico, con escenas
más esquematizadas de caza, guerra y danzas rituales (cueva de Cogull). Los colores de
ambas eran rojo, negro y ocre, pero en la primera con el contorno negro y en la segunda
predominaba la monocromía.
1.2 Los pueblos prerromanos. Las colonizaciones históricas: fenicios y griegos.
Tartesios.
Los pueblos prerromanos se asentaron en la Península durante la Protohistoria (primer
milenio a.C.): los pueblos fortificados íberos (s. VI-I a.C., costa mediterránea) practicaban
la agricultura, ganadería, metalurgia y cerámica y desarrollaron una escritura aun sin
descifrar; las tribus celtas (s. VI-III a.C., Meseta y costa atlántica) desarrollaron la cultura
de los campos de urnas, los verracos y los castros; los celtíberos compartían territorio y
rasgos con ambas civilizaciones; y los tartesios (1.200-550 a.C., Valle del Guadalquivir,
sur de Portugal y Badajoz), primera gran civilización de la Península, mantuvieron contacto
con los pueblos del Mediterráneo, tenían una economía agropecuaria, comercial y minera,
y eran gobernados por reyes.
Las colonizaciones históricas, realizadas por motivos económicos (metales y
comercio), fueron llevadas a cabo por los fenicios (s. X a.C.), que fundaron Gadir y Malaka
y aportaron el torno de alfarero, la escritura alfabética y extendieron el uso del hierro; y
los griegos foceos (s. VI a.C.), que fundaron Emporión y Rhode y aportaron la vid, el olivo
y la acuñación de la moneda; aunque también hubo otros pueblos como los cartagineses
(mitad s. V a.C.).
1.3 Conquista y romanización de la Península Ibérica. Principales aportaciones
romanas en los ámbitos social, económico y cultural.
La conquista romana de la Península Ibérica se desarrolló entre 218 y 19 a.C. con
períodos de inactividad bélica: entre 218 y 197 a.C. (Segunda Guerra Púnica, expulsión de
los cartagineses) conquistaron el Mediterráneo y el sur con poca oposición indígena; entre
197 y 133 a.C. ocuparon la Meseta, el oeste y noroeste recibiendo más resistencia de
poblaciones como Numancia y Lusitania; y entre 29 y 19 a.C. conquistaron los territorios
galaicos, astures, cántabros y vascones, con la presencia en Hispania del emperador
Augusto. La imposición del modo de vida romano a los pueblos peninsulares se denominó
romanización y fue más intensa en el sur y Levante, llevándose a cabo mediante el latín,
la llegada de comerciantes, funcionarios y militares romanos y la división de Hispania en
, provincias. Sus principales aportaciones fueron a nivel social, el desarrollo de la
esclavitud; a nivel económico, el uso de la moneda y el crecimiento de la minería, la
artesanía y el comercio exportando vino, metal y aceite e importando manufacturas y
productos de lujo; y a nivel cultural, el uso del latín, el derecho romano, la religión
politeísta de culto al emperador y la cristiana a finales del Imperio y un gran legado
artístico con obras como acueductos, teatros, puentes y calzadas.
1.4 El reino visigodo: origen y organización. Los Concilios.
Los visigodos entraron en Hispania en 409, autorizados por el Imperio Romano para frenar
el avance sobre la Península de los pueblos bárbaros (vándalos, suevos y alanos). Tras la
caída del Imperio Romano (476) se asentó en la Península el Reino Visigodo (507-
711) con capital en Toledo. Para la unificación política del Reino, eliminaron el Reino
Suevo (585, Leovigildo) y conquistaron las últimas posesiones bizantinas (s. VII, Suintila);
para la unificación religiosa el rey Recaredo se convirtió del Arrianismo al Cristianismo (III
Concilio de Toledo) y para la unificación jurídica el rey Recesvinto creó el Fuero Juzgo (s.
VII).
La organización política del Reino era la siguiente: había un régimen monárquico
autoritario y electivo, que se apoyaba en el Oficio Palatino, compuesto por el Aula Regia y
los Concilios. Estos eran asambleas político-religiosas celebradas en Toledo en las que se
trataban asuntos legislativos y de gobierno como las normas para la elección de
monarcas, la aprobación de destronamientos, la condena de rebeldes y la persecución de
judíos. Destacaron el III y IV Concilio de Toledo (589, 633 respectivamente). Otras
instituciones fueron los Comes, encargados del tesoro real; Duces, delegados del rey en
las provincias; Comites, jueces; y Gardingos, jefes militares.
2.1 Al-Ándalus: la conquista musulmana de la Península Ibérica. Emirato y
Califato de Córdoba.
En el 711 desembarcaron en Gibraltar tropas sirias y bereberes, que aprovecharon la
lucha dinástica visigoda para vencer al su último rey Don Rodrigo en la Batalla de
Guadalete. La conquista musulmana de la Península (711-715) se completó
rápidamente por su superioridad militar, los pactos con nobles visigodos y la pasividad de
los hispanos, aunque no conquistaron el norte ni atravesaron los Pirineos.
Se formó el Emirato Dependiente del Califato Omeya de Damasco (711-756), como
una provincia más de este, Al-Ándalus, con capital en Córdoba y gobernado por un Emir o
Wali. Abderramán I, príncipe de la dinastía Omeya proclamó el Emirato Independiente
(756-929), que tuvo fuerte inestabilidad, luchas internas y, durante el cual se inició la
Reconquista cristiana. Abderramán III se proclamó Califa y estableció el Califato de
Córdoba (929-1031), independiente política y religiosamente de Oriente, que consiguió
el máximo apogeo político, económico y cultural árabe en Europa, convirtiendo Córdoba
en la ciudad más importante. Dominaron a los cristianos en la Península, ocuparon Ceuta y
Melilla para asegurar el Estrecho y controlaron las rutas comerciales con Oriente. Pero el
poder de los nobles y jefes militares creció y se suprimió el Califato, formándose reinos
independientes, los Reinos de Taifas.
2.2 Al-Ándalus: Reinos de Taifas. Reino Nazarí.
Los Reinos de Taifas (1031-1085) eran muy numerosos, desiguales en extensión,
débiles y enfrentados entre sí, hasta que se consolidaron cinco reinos: Zaragoza, Toledo,
Badajoz, Sevilla y Granada; ya que su debilidad había sido aprovechada por los cristianos
para avanzar la frontera y obligarlos a pagar parias a cambio de treguas.
Los almorávides eran un grupo fanático religioso con un importante imperio en el norte de