Prólogo de La Contribución a la Crítica de la Economía Política.
(Fragmentos)
Revisión crítica de la filosofía hegeliana del derecho:
Mi investigación desembocaba en el resultado de que, tanto las relaciones
jurídicas como las formas de Estado no pueden comprenderse por sí mismas ni
por la llamada evolución general del espíritu humano, sino que radican, por el
contrario, en las condiciones materiales de vida cuyo conjunto resume Hegel,
siguiendo el precedente de los ingleses y franceses del siglo XVIII, bajo el
nombre de «sociedad civil», y que la anatomía de la sociedad civil hay que
buscarla en la Economía Política.
(....)en la producción social de su vida, los hombres contraen determinadas
relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de
producción, que corresponden a una determinada fase de desarrollo de sus
fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción
forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se
levanta la superestructura [518] jurídica y política y a la que corresponden
determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida
material condiciona el proceso de la vida social, política y espiritual en general.
No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino, por el contrario,
el ser social es lo que determina su conciencia. Al llegar a una determinada
fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad entran en
contradicción con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más
que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las
cuales se han desenvuelto hasta allí. De formas de desarrollo de las fuerzas
productivas, estas relaciones se convierten en trabas suyas. Y se abre así una
época de revolución social. Al cambiar la base económica, se revoluciona, más
o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella.
Cuando se estudian esas revoluciones, hay que distinguir siempre entre los
cambios materiales ocurridos en las condiciones económicas de producción y
que pueden apreciarse con la exactitud propia de las ciencias naturales, y las
formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las
formas ideológicas en que los hombres adquieren conciencia de este conflicto y
luchan por resolverlo. Y del mismo modo que no podemos juzgar a un individuo
por lo que él piensa de sí, no podemos juzgar tampoco a estas épocas de
revolución por su conciencia, sino que, por el contrario, hay que explicarse esta
conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto existente
entre las fuerzas productivas sociales y las relaciones de producción. Ninguna
formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas
productivas que caben dentro de ella, y jamás aparecen nuevas y más altas
relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su
existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso,
, la humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede
alcanzar, pues, bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos
sólo brotan cuando ya se dan o, por lo menos, se están gestando, las
condiciones materiales para su realización. A grandes rasgos, podemos
designar como otras tantas épocas de progreso, en la formación económica de
la sociedad, el modo de producción asiático, el antiguo, el feudal y el moderno
burgués. Las relaciones burguesas de producción son la última forma
antagónica del proceso social de producción; antagónica, no en el sentido de
un antagonismo individual, sino de un antagonismo que proviene de las
condiciones sociales de vida de los individuos. Pero las fuerzas productivas
que se desarrollan en el seno de la sociedad burguesa brindan, al mismo
tiempo, las condiciones materiales para la solución de este antagonismo. Con
esta formación [519] social se cierra, por tanto, la prehistoria de la sociedad
humana.