De entre los modelos alternativos de enseñanza en el ámbito de la iniciación deportiva, los
modelos estructurales han tenido un importante desarrollo en nuestro país. Sin embargo, es
necesaria una reflexión acerca de las posibilidades reales de estos modelos en su puesta en
practica así, como de una comprobación científica de las teorías que postulan. En este texto
trataremos de dar respuesta a la primera de estas cuestiones, dejando la segunda para
estudios posteriores.
De las diversas clasificaciones de los modelos de enseñanza en la iniciación deportiva (ver
Blázquez, 1995; Devís y Sánchez, 1996; Garganta, 1997), nos parece la más adecuada la
propuesta por Devís y Sánchez, por tres razones fundamentales: primera, se ajusta al
panorama actual de propuestas metodológicas; segunda, utiliza una terminología adecuada; y
tercera, abarca prácticamente todas las propuestas metodológicas. Y escribimos
"prácticamente todas" y no "todas" porque existen unas serie de propuestas que no están
contempladas en ninguna de estas clasificaciones anteriores.
La clasificación de Devís y Sánchez (1996) distingue las siguientes categorías en los modelos de
enseñanza en la iniciación deportiva:
Modelos verticales de enseñanza centrada en el juego.
Modelo horizontal estructural de enseñanza centrada en el juego.
Modelo horizontal comprensivo de enseñanza centrada en el juego.
Todos estos modelos de enseñanza utilizan el juego como principal herramienta para el
proceso de enseñanza y aprendizaje, pero parten de diferentes lógicas didácticas. Así, los
modelos verticales de enseñanza utilizan la técnica como referencia para un proceso de
enseñanza en el que técnica y táctica se afrontan de la mano; el modelo horizontal estructural
parte de la estructura del juego y las funciones que adoptan los jugadores en función de ésta
para establecer las progresiones en el mismo proceso; y el modelo horizontal comprensivo
parte de juegos de predominio táctico para, una vez que se domina este tipo de contenido, ir
introduciendo poco a poco la técnica.
Sin embargo, existen propuestas como las de Bayer (1987) y Antón (1990) para el balonmano
que, siendo del corte estructural-funcional, no se pueden encajar en este grupo por tener un
carácter vertical (específicos para una sola especialidad deportiva) y no horizontal (para una
categoría: invasión, cancha dividida,...).
Hecha esta salvedad, nosotros vamos a tratar en este texto de analizar la propuesta de los
modelos horizontales estructurales, describiéndolos en profundidad, citando los más
, importantes y señalando sus ventajas e inconvenientes. Los modelos verticales estructurales,
van a resultar de una aplicación concreta de los anteriores, y no entraremos en su desarrollo.
1. Origen de los modelos estructurales y funcionales.
Dos son los autores franceses que se sitúan en el origen de este modelo: Parlebas y Bayer.
Ambos tratan de plantear una enseñanza de los juegos deportivos partiendo de un adecuado
análisis de los mismos. Dicho análisis difiere para ambos autores. Mientras que Parlebas se
apoya en la estructura de los deportes para realizarlo, es decir, en como condicionan el juego
los elementos que lo componen (reglas de espacio y tiempo, las características del móvil, ...) y
las relaciones entre los mismos, Bayer se apoya en las funciones generadas por los diversos
roles que asume un jugador a lo largo del desarrollo del juego.
De este modo, Parlebas (1986) nos propone un análisis de la estructura de los deportes basada
en unos elementos a los que denomina "universales ludomotores". Estos universales se
definen como "modelos operativos, portadores de la lógica interna de todo juego deportivo y
que representan las estructuras de base de su funcionamiento (…) estructuras a las que
previamente habremos dotado de una formulación lógica o matemática aunque sea
elemental". Dicho de una manera más sencilla, "los deportes poseen estructuras
características propias, definidas en gran medida por los reglamentos que los configuran, la
gestualidad o modos de ejecución técnica que se emplean, el espacio físico de juego y el de
interacción motriz entre los participantes, por el tiempo o ritmo y la comunicación, ésta última
en aquellos deportes en los que se da" (Herández, 2000, p. 30). A partir de la estructura de los
juegos aparece su lógica interna, "sistema de rasgos pertinentes de una situación ludomotriz"
que "se apoyan sobre los elementos distintivos de la acción motriz: la relación con el espacio,
relación con otros, imperativos temporales, modos de resolución de la tarea, modalidades del
fracaso o del éxito" (Parlebas, 1986, p. 106).
Resumimos la exposición de los universales de Parlebas de la manera siguiente:
La red de comunicación motriz, estructura de interacciones entre los participantes, en la que
se describen los intercambios de información entre los jugadores, pudiendo darse una
comunicación positiva (cooperativa) o negativa (oposición).
La red de interacción de marca, aquel tipo de acción que permite un cambio en el tanteo.
Normalmente, en los deportes colectivos o de invasión solo se tienen en cuenta aquellas
acciones que consiguen su objetivo (ej.: lanzamiento a canasta en baloncesto). En otros
deportes como los de cancha dividida aparece una mayor variedad, pues ofrecen la posibilidad
de anotar puntos al errar cualquier tipo de acción.