BLOQUE 1: La Península Ibérica
desde los primeros humanos hasta la
desaparición de la monarquía visigoda
1. La Prehistoria: la evolución del Paleolítico al Neolítico
En
el
yacimiento
de
Atapuerca
(Burgos)
se
han
encontrado
restos
humanos
con
una
antigüedad
aproximada
de
800
000
años
que
han
recibido
el
nombre
de
“Homo
Antecessor”,
localizados
cronológicamente
en
el
Paleolítico
inferior.
No
obstante,
en
Andalucía
se
encontraron
en
la
localidad
granadina
de
Orce
restos
de
1
000
000
años
de
antigüedad,
aunque
no
están
considerados
como
restos
homínidos
por
toda
la
comunidad
científica.
La
llegada
del
Homo
Sapiens
a
la
Península
no
se
produjo
aproximadamente
hasta
hace
40
000
años,
en
los
-‐
1:
Yacimiento
de
Orce
comienzos
del
Paleolítico
superior.
Durante
el
Paleolítico
superior
los
grupos
humanos
que
habitaron
la
Península
continuaron
con
las
formas
de
vida
anteriores.
Así,
los
grupos
humanos
del
Paleolítico
fueron
nómadas.
Por
eso
vivían
en
cuevas
y
salientes
rocosos,
en
pequeñas
agrupaciones
llamadas
“bandas”,
organizadas
como
sociedades
igualitarias
con
jefaturas
temporales
que
se
otorgaban
a
los
miembros
con
mayor
experiencia
o
mayor
habilidad
para
la
caza.
Todo
esto
se
debía
a
que
tenían
una
economía
depredadora,
es
decir,
vivían
de
la
caza,
la
pesca
y
la
recolección.
Para
ello
se
ayudaban
de
herramientas
líticas
(de
piedra)
que
ellos
mismos
fabricaban,
siendo
la
más
conocida
el
hacha
de
mano
o
bifaz.
Las
primeras
eran
bastante
rudimentarias,
pero
se
perfeccionaron
a
medida
que
avanzaba
el
Paleolítico,
consiguiéndose
herramientas
mucho
más
pequeñas
y
especializadas,
llamadas
“microlitos”.
También
se
empezaron
a
usar
otros
materiales
como
el
hueso
o
el
asta
para
fabricar,
-‐
2:
Microlitos
por
ejemplo,
arpones.
Los
habitantes
peninsulares
desarrollaron
manifestaciones
artísticas
durante
el
Paleolítico
superior
y
el
Mesolítico.
Durante
el
Paleolítico
superior
(±40
000
a.C.
–
10
000
a.C.)
se
desarrolló
el
arte
rupestre
de
la
zona
cantábrica.
1
,
2. Arte rupestre peninsular: pintura cantábrica y pintura levantina
A
finales
del
Paleolítico
superior
y
en
el
Mesolítico
se
desarrolló
el
arte
rupestre.
Se
distinguen
dos
escuelas:
la
cantábrica
y
la
levantina.
La
escuela
cantábrica
se
localiza
cronológicamente
hacia
el
25
000
a.C.
Desde
el
punto
de
vista
geográfico,
estas
pinturas
se
localizan
en
cuevas
de
Asturias,
Cantabria
y
el
País
Vasco.
Destacan
algunos
ejemplos
importantes
como
El
Castillo
(Cantabria),
Tito
Bustillo
(Asturias)
y,
sobre
todo,
Altamira
(Cantabria),
también
conocida
como
la
“Capilla
-‐
3:
Altamira
Sixtina
del
Arte
Cuaternario”.
Estas
primeras
pinturas
eran
naturalistas,
es
decir,
eran
representaciones
exactas
de
la
naturaleza.
En
concreto,
figuras
aisladas
de
animales,
como
bisontes
o
caballos,
que
no
formaban
escenas
e
incluso
a
veces
se
encontraban
yuxtapuestas,
una
encima
de
otra,
aunque
se
desconoce
si
intencionadamente.
Para
dibujar
usaban
cañas
con
pelos
de
animales
o
partes
vegetales,
o
bien
sus
propias
manos.
Predominaban
los
colores
ocres
y
el
negro,
más
fáciles
de
obtener,
ya
que
eran
pigmentos
naturales.
Los
combinaban
para
obtener
pinturas
polícromas,
es
decir,
de
varios
colores.
La
escuela
levantina
se
desarrolló
en
la
zona
del
Levante
peninsular,
incluyendo
Andalucía
Oriental,
durante
el
Mesolítico
y
el
Neolítico
(10
000
a.C.
–
5
000
a.C.).
Durante
esta
época
los
humanos
ya
eran
sedentarios,
tenían
una
economía
productora
(eran
ganaderos
y
agricultores)
y
aparecieron
el
tejido
y
la
cerámica.
En
cuanto
al
arte
rupestre,
siguieron
representándose
animales
y
también
aparecieron
las
figuras
humanas.
Ya
se
-‐
4:
Almería
empezaron
a
pintar
escenas
o
grupos
y
se
comenzó
a
tender
a
lo
abstracto
y
esquemático.
Continuaron
usándose
los
colores
ocres
y
negro,
pero
las
pinturas
eran
monócromas.
La
finalidad
hipotética
del
arte
rupestre
era
mágica,
como
para
propiciar
la
fecundidad
o
la
caza
haciendo
que
acudiera
mayor
número
de
animales,
o
religiosa,
a
modo
de
cuevas-‐santuarios.
2