TEMA 4.2. EL IMPERIALISMO Y LA EXPANSIÓN COLONIAL
1. INTRODUCCIÓN
A lo largo del siglo XIX, y sobre todo a finales, Europa inicia un proceso de expansión territorial
que le lleva a ocupar gran parte de Asia y casi toda África. Las causas son evidentes, la segunda
revolución industrial ha triunfado en las principales potencias y se necesitan materias primas
baratas, mano de obra casi esclava y lugares donde colocar los excedentes de productos y capitales.
Como podemos deducir es la burguesía la principal beneficiada. Sin embargo estos argumentos casi
no aparecen ante la opinión pública, en su lugar una exaltación patriótica (nacionalismo) que toca la
fibra sensible de la gente hace que todos los ciudadanos cierren filas en esos proyectos nacionales.
La consecuencia más evidente de todo esto es la rivalidad entre los países europeos, y estas
tensiones llevarán, en parte a la I Guerra Mundial. Por otro lado, el dominio europeo hace que la
cultura occidental se asiente en gran parte del mundo contribuyendo a lo que hoy llamamos
globalización al aniquilar gran cantidad de culturas y formas tradicionales. Que el fenómeno no se
circunscribe a Europa se demuestra con la sutil dominación económica sobre algunos territorios por
parte de Japón y EE.UU. que también han realizado su revolución industrial.
Se conoce como imperialismo al proceso por el cual los países europeos desde mediados del siglo
XIX iniciaron la ocupación y explotación de inmensos territorios en África y en Asia. La palabra
viene de los grandes imperios que crearon países como Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Alemania...
Podemos decir que uno de los motores principales del imperialismo es la exaltación del
nacionalismo en los estados europeos, nacionalismo que, casi siempre, encubre los
verdaderos motivos que son los económicos.
2. CAUSAS DEL IMPERIALISMO
En el último cuarto del siglo XIX, los países del mundo occidental se lanzaron a la conquista de la
Tierra, dando comienzo a lo que los historiadores llaman la época del imperialismo. Así, por
imperialismo, se entiende el sistema en el que la cultura, la política y la economía del mundo se
organizan en función del dominio de unos países sobre los otros.
2.1.La Europa dominante
El avance de la industrialización a lo largo del siglo XIX, y muy especialmente el desarrollo
tecnológico de Europa propiciado por la segunda revolución industrial, significó la fragmentación
del mundo en dos grandes polos: los países industrializados y los no industrializados; los primeros
se impusieron sobre los segundos. Al alba del siglo XX, el resto del mundo estará pues, bajo la
dependencia directa o indirecta de Europa. Por su vitalidad demográfica, su superioridad comercial
y técnica, y su pujanza financiera, Europa afirma su hegemonía e impone sus ideales y sus modelos
económicos y culturales.
Recordemos que a finales del siglo XIX en la Europa industrializada sobrevino una crisis
económica. Los avances en el transporte por el ferrocarril, en Estados Unidos y Rusia, y la caída de
los fletes, provocaron durante la década de los 80 la llegada a Europa de grandes cantidades de trigo
y harina procedente de estos países. El aumento de las importaciones redujo los precios interiores y
condujo a una depresión agraria. A partir de esta fecha comenzó el descenso general de los precios
(tanto de las materias primas como de los productos agrícolas e industriales) que los historiadores
han bautizado como la Gran Depresión. Ahora bien, este descenso de los precios no fue
acompañado, al principio, de una disminución de la producción. En poco tiempo se inició una crisis
de sobreproducción en todos los sectores. Las reservas de productos se acumularon, los precios
, bajaron más, disminuyeron los beneficios, aumentó la competencia y muchas industrias tuvieron
que cerrar.
El mundo industrial salió de la crisis renovando sus infraestructuras productivas mediante la
innovación técnica y la remodelación empresarial, y ampliando los mercados. Como muchos
Estados europeos impusieron políticas proteccionistas de defensa del mercado nacional, se hizo
esencial recurrir a los países colonizados.
2.2 Las causas económicas
Las explicaciones económicas vinculan el desarrollo del imperialismo contemporáneo a las
necesidades de la industria de los países desarrollados. Así, se afirma que la industria llega a un
gran de crecimiento que hace necesaria la búsqueda de mercados para sus productos, de materias
primas abundantes y de espacios económicos en que dar rendimiento a los capitales excedentes.
Estas condiciones solo se encontraban en países lejanos, atrasados, sin medios técnicos y
demasiado débiles para poder oponerse al asalto de la Europa industrializada.
Respecto a las necesidades comerciales, se afirma que la causa del expansionismo europeo fue la
búsqueda de nuevos mercados susceptibles tanto de recibir productos de la metrópoli como de
facilitar el abastecimiento de materias primas para la industria. La crisis de final de siglo agravó
este problema y provocó un cambio general de la política económica, que consistía en implantar una
política proteccionista y no de corte librecambista como el que había antes. Para ello era necesario
disponer de recursos y de recursos en otras zonas del mundo, por lo que los países industrializados
se dirigieron hacia Asia, África o América Latina. La necesidad de ampliar los mercados para
mantener el aumento de beneficios fue la explicación de la masiva entrada europea en otros
continentes ofrecida en 1902 por el británico John Hobson.
2.3. Factores políticos, ideológicos y demográficos.
Sin negar el relevante papel desempeñado por el interés económico en la explotación de las
materias primas existentes en estos territorios, y de su importancia potencial como mercados
consumidores, la interpretación actual del imperialismo concede mayor importancia a la
combinación de estas razones con otras de carácter político e ideológico. Todo ello fue
favorecido por el desarrollo técnico en el transporte, tanto por mar como por río, de las armas
ligeras; del telégrafo o de la construcción. Los nuevos avances hicieron mucho más fáciles las
comunicaciones con zonas alejadas y permitieron su control militar.
Las potencias industriales tenían deseos de ampliar sus zonas de influencia ya que entendían que
así aumentarían su poder político frente a otras potencias. Sobre todo, a partir de la unificación de
Alemania e Italia, que estabilizó las fronteras europeas y desplazó los deseos de ampliar el poder
político hacia los continentes. El interés de los gobiernos era formar, o ampliar, el imperio colonial
como demostración de su capacidad de influencia en el contexto diplomático internacional.
El que Gran Bretaña, primera potencia industrial, poseyera el imperio más vasto, con el que
comerciaba en condiciones privilegiadas, tuvo igualmente influencia destacada en la actuación de
otros países (Francia, Alemania, Italia y Holanda), que pretendían equipararse con ella. Todo ello
provocó una carrera por controlar nuevos territorios antes de que lo hicieran las potencias
rivales. Los principales dirigentes políticos europeos consideraron la expansión colonial como una
necesidad, pues habían de utilizarla como base estratégica de su poder militar y para tratar de
impedir la expansión de sus rivales.
Pero las causas profundas del imperialismo son incomprensibles sin buscar su razón de ser en la
ideología, esencialmente en las concepciones racistas y nacionalistas. La idea de una raza blanca
superior, cuyos atributos de inteligencia y laboriosidad la legitimaban para imponerse sobre el resto,
se dio como un hecho más, es más, como una verdad científica en casi todos los países europeos.
Por otro lado, se impuso una visión del nacionalismo no como una justa reivindicación de
