¿A qué hacemos referencia al decir "libertad"?
Desde la aparición del arte de la dialéctica en la antigua Grecia, hasta su dominio actual,
ha subsistido un gran debate sobre qué ámbito engloba la "libertad". Una de las
consecuencias de la complejidad etimológica y ontológica de esta palabra es la infinitud
de significados que encierra. Generalmente en el campo de la metafísica ha sido tratado
el ámbito de la libertad de la voluntad y de acción, pero pensar que con ello se ha
abarcado todos los modos de ser y decir de esta cuestión es un error. No deberíamos
centrarnos tanto en definir y concretar una parte de su complejidad, sino abstraernos
hasta definir todo a lo que con su uso hacemos referencia. " Los griegos
problematizaban su libertad y la libertad del individuo, como un problema ético, en el
sentido en el que podían entenderlo los griegos: el êthos era la manera de ser y la
manera de comportarse. Era un modo de ser del sujeto y una manera de proceder que
resultaban visibles para los otros. (…) El hombre que tiene un êthos noble, que puede
ser admitido y citado como ejemplo, es alguien que practica la libertad de una
determinada manera. (…) Pero para que esta práctica de la libertad adopte la forma de
un êthos que sea bueno, hermoso, honorable, estimable, memorable y para que pueda
servir de ejemplo, hace falta un trabajo de uno sobre sí mismo. (…) ser libre significa no
ser esclavo de sí mismo y de sus apetitos, lo que implica que se establece consigo
mismo una cierta relación de dominio, de señorío, que se llamaba arché." (Michel
Foucault) Como vemos, la libertad en la filosofía antigua hacía referencia a tres
ámbitos: la libertad frente al Hados (destino); la libertad frente a la poli y la libertad
personal. Para Aristóteles «libre es lo que es causa de sí» (Metafísica, I, c. 2, n. 9,
982b26) es decir, que concebía la libertad como el medio de perfección que cada
individuo debía trabajar para alcanzar la felicidad y la idea del Bien en sí. El
gnosticismo recogerá esta concepción, para introducirla en una relación directa con su
noción de libertad; vinculada a la personalidad humana y predeterminada por la
"autoridad divina"; para eliminar así la concepción griega del Bien como una
obligatoriedad racional provocada como consecuencia de una necesidad. Pese a que la
entera libertad y determinación del ser humano le corresponde sólo a Dios, todos
poseemos una cierta participación de la ésta conocida como libre albedrío, con el que
podemos obrar de forma libre, aunque con las correspondientes consecuencias pos
norte. Existen pues una serie de principios alteradores que no armonizan con la
resignación ante el destino defendida por los griegos; ya que en el trasfondo de todo
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, acto hay un cierto margen de libertad. Esto fundamenta la esencia de la tragedia
histórica ya que toda libertad entraña tanto una presunción hacia el bien como hacia el
mal. Santo Tomás consideró en la Summa Teológica al hombre como un ser que goza
de una voluntad que no se encuentra sujeta a ninguna coacción; junto a la que debe
encontrase el intelecto como instrumento del conocimiento del bien, para que éste pueda
constituirse en objeto de la voluntad. En este sentido en la libertad interviene la
voluntad, como principio intrínseco; el fin o bien propio; y el acto de elección. «Se
predica el libre albedrío respecto de lo que uno quiere sin necesidad y espontáneamente.
Dios quiere sin necesidad los seres distintos de Él, por ello a Dios le compete tener libre
albedrío» (Summa Contra Gentiles, I, c. 88.). Sin embargo, esta idea acabó siendo
contemplada como un elemento negativo, puesto que no proporciona los fundamentos
para realizar una elección cercana a la verdad, surgiendo de esta forma la idea de
"libertad de elección indiferente" rechazada por la modernidad, donde la libertad pasa a
ser contemplada como la máxima capacidad de perfección del ser humano, consistente
en aquello que sólo el entendimiento presenta como verdadero. Es este sometimiento de
la voluntad al entendimiento, una relación entre libertad y determinismo que Descartes
explica basándose en su teoría mecanicista del universo. Para él sólo el cuerpo del ser
humano está sujeto a una serie de leyes naturales pero el alma no; por lo que es en una
de sus funciones donde se encuentra la posibilidad de elección de los elementos que
conformen nuestra propia representación del mundo. "No determinándose nuestra
voluntad a seguir o a evitar cosa alguna, sino porque nuestro entendimiento se la
representa como buena o mala, basta juzgar bien, para obrar bien, y juzgar lo mejor que
se pueda, para obrar también lo mejor que se pueda; es decir, para adquirir todas las
virtudes y con ellas cuantos bienes puedan lograrse; y cuando uno tiene la certidumbre
de que ello es así, no puede por menos de estar contento." (Descartes, Discurso del
método, III) Siguiendo la línea del determinismo, Kant concibe la libertad como el
fundamento inteligible de aquello por lo que se rigen los fenómenos de lo sensible. Será
por tanto en la auto legislación de la razón práctica de cada uno donde se encuentre
nuestra libertad. El hombre es una realidad natural, por lo que debe someterse a las
leyes de la Naturaleza en sus relaciones empíricas, y a sus propias leyes dentro de sus
relaciones inteligibles. El pensamiento de Hegel deriva todo este debate filosófico hacia
el tema de si el hombre puede ser libre respecto a los fenómenos de la Naturaleza y de
los propios de la sociedad. "Sólo Dios es totalmente libre", por lo que el hombre
individual sólo podrá ser libre cuando se reconozca en un colectivo como el Estado o las
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