TEMARIO MAESTROS DE TALLER: PATRONAJE Y CONFECCIÓN.
14. El diseño: teorías y fundamentos. El proceso de diseño y sus metodologías.
Artesanía y diseño: interrelación y diferenciación con relación al sector de la
confección. Condicionantes estéticos y tecnológicos.
INTRODUCCIÓN
La moda es uno de los sectores profesionales más dinámicos y de mayor impacto en
el mundo globalizado. Actualmente, estamos ante una auténtica revolución en el ámbito
de la producción, del diseño y del desarrollo estratégico en todas sus áreas. A
continuación, veremos cómo podemos desarrollarnos Enel campo del diseño, que
parámetros seleccionar y cómo llegar a la toma de decisiones para realizar un buen
proyecto.
Para analizar y definir el concepto de Diseño contemporáneo tenemos necesaria-
mente que comenzar presentando los distintos enfoques desde los que se aborda su
definición, presentando su origen etimológico, su análisis epistemológico, analizando los
factores formales, funcionales y comunicativos que determinan la naturaleza de los
productos del diseño.
Para buscar los límites de la disciplina que nos ocupa se establece una confrontación
de conceptos: diseño-arte, diseño-artesanía y diseño-industria que nos ayudarán a
dibujar con algo más de precisión el contorno del campo del diseño.
CONCEPTO DE DISEÑO: TEORÍAS Y FUNDAMENTOS.
El diseño se define actualmente como el proceso previo de configuración mental,
“pre-figuración”, en la búsqueda de una solución en cualquier campo. Es utilizado ha-
bitualmente en el contexto de la industria, ingeniería, arquitectura, comunicación y
otras disciplinas.
Etimológicamente deriva del término italiano disegno, que se refiere a un boceto,
bosquejo o esquema que se realiza, ya sea mentalmente o en soporte material, antes
de concretar la producción de alguna cosa. El término también se emplea para referirse
a la apariencia de ciertos productos en cuanto a sus líneas, forma y funcionalidades.
Popularmente ésta es quizá la acepción más extendida, la que identifica diseño con la
apariencia formal de los objetos y por extensión de los mensajes de naturaleza gráfica.
En esta concepción reduccionista el diseño es un añadido, adorno u ornamento final al
objeto previamente concebido o configurado.
Pero si atendemos a la raíz latina de la palabra designare: de la proposición “de” y de
“signum” (signo: cosa que representa la idea de otra) estamos aludiendo a la idea
dibujar o representar, pero también a designio, que significa propósito, intención o
plan. Por tanto podemos entender el término como visión representada gráficamente
del futuro, lo hecho es la obra, lo por hacer es el proyecto, el acto de diseñar como
prefiguración.
Según argumentaba E. Litré en 1863 dessein (intención o diseño) no es más que dessin
(dibujo) tomado en un sentido figurado; es decir lo que se proyecta es lo que se dibuja.
En el idioma inglés la palabra design ha conservado intrínsecas las dos acepciones
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(proyectar y dibujar), permite reunir, en un mismo espíritu, conceptos de campos
diferentes: arquitectura, ingeniería, productos, grafismos,… y es comprendido sin am-
bigüedades en el terreno internacional. En castellano se utiliza la palabra diseño que
no asociamos a dibujo sino a proyecto o plan. En italiano se utiliza la palabra disegno
cuyo traducción literal es dibujo.
La palabra design, aplicada así mismo a la producción industrial aparece en España
en 1775 con la primera “Escuela Gratuita de Diseño”, y cobra su difusión en 1849, año
en el que H. Cole funda en Londres el Journal of Design6 para promover la idea del buen
diseño.
El acto de diseñar es plasmar el pensamiento de la solución o las alternativas me-
diante esbozos, dibujos, bocetos o esquemas trazados en cualquiera de los soportes,
durante o posteriormente a un proceso de observación de alternativas o de investiga-
ción. La palabra designar también se refiere a señalar la solución encontrada. Es el re-
sultado de la economía de recursos materiales, la forma, transformación y significado
implícito en la obra.
El acto humano de diseñar no es un hecho artístico en sí mismo, aunque puede
valerse de los mismos procesos de pensamiento y los mismos medios de expresión como
resultado; al diseñar un objeto o signo de comunicación visual en función de la búsqueda
de una aplicación práctica, el diseñador ordena y dispone los elementos estructurales y
formales, así como dota al producto o idea de significantes, ya que el objeto o mensaje
se relaciona con la cultura en su contexto social.
La primera reflexión surge atendiendo a un criterio epistemológico, tratando de
analizar los factores que determinan ámbitos del conocimiento que confluyen en esta
disciplina. En una visión amplia el concepto de diseño suele utilizarse en el contexto de
las artes, la arquitectura, la ingeniería y cada vez más en todo tipo de disciplinas
aludiendo a la idea de programa o planificación de cualquier campo.
El hecho de diseñar implica una representación mental y la posterior plasmación de
dicha idea en algún formato, en el campo que nos ocupa será generalmente de natura-
leza gráfica para exhibir cómo será la obra que se planea realizar y que anticipa las ca-
racterísticas de la pieza. El diseño, por tanto no debe ser entendido como la expresión
final de la forma visible, sino la planificación y el proceso de creación y elaboración por
medio del cual el diseñador industrial gráfico, o de cualquier otro campo, traducen un
propósito en un producto o en un mensaje, en tanto que resultado de dicho proceso.
Por tanto el diseño no es el producto, no existen los llamados productos “de diseño”,
sino el proceso.
Siendo los aspectos estéticos los que parecen originar el concepto de diseño, en su
acepción contemporánea, el término atiende desde su génesis a cuestiones funcionales,
técnicas y productivas.
En una visión histórica y reduccionista, el diseño aparece ligado al desarrollo indus-
trial que caracteriza los dos últimos siglos y por tanto sitúa su origen en la revolución
industrial. Efectivamente, sólo cuando la producción mecánica de objetos supera la
demanda, se vuelve consciente el estudio depurado de las formas y de las funciones que
permita ofrecer diversidad de opciones al usuario como elemento de competencia
comercial. La industrialización transformó en un periodo de tiempo extremadamente
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corto una sociedad de artesanos y manufacturas en un mundo de objetos fabricados en
serie. Por tanto se puede afirmar que el diseño es una disciplina nacida de los problemas
planteados por la revolución industrial.
En relación con la ideación y producción de esos objetos industriales, la concepción
moderna del diseño formula, de un modo racional, el proceso de proyectación, fabri-
cación, distribución y consumo.
La aparición del maquinismo y de la producción en serie reclamaron un esquema
previo a cualquier fabricación (el proyecto, el dibujo). Las costosas técnicas de produc-
ción no admiten retoques posteriores. Los aspectos esenciales del proyecto del objeto
están definidos, decididos de antemano. El papel del diseñador consistirá en determinar
por anticipado, teniendo en cuenta todos los imperativos, la forma de un producto.
Sin ánimo de extendernos en las distintas aproximaciones a la definición de diseño
destacaremos algunas que pueden dibujar los límites y acercarnos a la complejidad y
extensión del término diseño. Las podemos analizar según potencien cada uno de los
tres vectores que necesariamente confluyen en cualquier producto elaborado por el
hombre: forma, función y significado. Desde una referencia esquemática al triple análisis
de C.S. Pierce7, podemos distinguir tres casos:
· Cuando la dimensión pragmática predomina sobre la dimensión semántica y
sintáctica, se llega al funcionalismo.
· Cuando la dimensión sintáctica del objeto o del producto supera a las dimen-
siones semántica y pragmática se llega al formalismo.
· Cuando la dimensión semántica del objeto o del producto supera a las dimen-
siones pragmática y sintáctica, se llega al estilismo.
El funcionalismo concede un peso prioritario y a menudo exclusivo a la función
pragmática. La celebre formula de L. Sullivan “La forma sigue a la función” data de 1896,
pero a lo largo de la historia de las ideas se encuentran formulaciones muy similares. En
1904, P. Sorieau emplea casi exactamente la misma expresión cuando escribe: “No
puede haber conflicto entre lo bello y lo útil. El objeto posee la belleza desde el
momento en que su forma es expresión manifiesta de su función”. Y emplea
prácticamente la misma expresión cuando escribe: “Cualquier cosa puede ser conside-
rada perfecta cuando está conforme con su utilidad”, porque en su La Beauté rationelle
“no [podía] existir conflicto entre lo bello y lo útil. El objeto adquiere su belleza en el
momento en que su forma es la expresión de su función” (Souriau, 1904 en Francastel,
1963:92).
Los teóricos del diseño elevaron a la categoría de dogma la obediencia al funcio-
nalismo en los primeros cuarenta años del siglo XX. El máximo exponente de esta
corriente lo protagonizó la Escuela de la Bauhaus (1919-1933) que condenaba en sus
postulados primigenios la estética y el adorno adoptando para ello el credo de las reglas
geométricas. Analizaremos con detenimiento en el apartado dos de este primer capítulo
los principios pedagógicos de esta escuela, considerada por muchos autores como la
primera escuela de Diseño con un programa integral para la formación de diseñadores.
Paradójicamente ese súper-funcionalismo desembocó en un nuevo estilo: el estilo
funcional y W. Gropius (1883-1969) – arquitecto, fundador y director de la Bauhaus
