Luis Marcial Burgos Bloque VIII, VI y VII
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Historia de España
Desamortizaciones, Sexenio Revolucionario y Restauración
Bloque VII: Pervivencias y transformaciones económicas en el siglo
XIX: Las Desamortizaciones.
Introducción
Una de las tareas más importantes que los revolucionarios tuvieron que afrontar en la
primera mitad del S. XIX fue la transformación del marco jurídico de la propiedad de la
tierra, creando un modelo capitalista de la posesión y explotación de la tierra.
La reforma agraria supuso una ruptura del Antiguo Régimen. y un reforzamiento del
liberalismo económico.
●Eliminaron los derechos feudales sobre la tierra para convertirlos en propiedades privadas
●Eliminación de las propiedades colectivas, que pasan a ser individuales. Es el proceso que
denominamos desamortización, acto jurídico de expropiación por parte del Estado, por el
cual los bienes en “manos muertas” vuelven a la condición de libres.
●Eliminación de las trabas y barreras en la mercantilización de la tierra.
Precedentes
Ya en el reinado de Carlos III apareció la crítica de los ilustrados a la amortización de bienes
raíces, considerándola como la principal causa del estancamiento agrario.
Fué en 1795 con Godoy cuando se dio un crecimiento brutal de la deuda pública obligaron
al ministro a iniciar la desamortización. En 1798 el gobierno declaró la venta de ciertos
bienes eclesiásticos y destinó los fondos obtenidos a amortizar la deuda aunque finalmente
el dinero se gastó en nuevas campañas militares. Fue en 1808 cuando la deuda ascendía a
7.000 millones, mientras que se había eliminado la asistencia social a enfermos, ancianos,
etc, la cual cubría la Iglesia gracias a la renta de esas tierras que el Estado no cubría.
Durante la Guerra de la Independencia tanto el gobierno bonapartista como las Cortes de
Cádiz realizaron una legislación de supresión de conventos y órdenes religiosas y de puesta
en venta de sus propiedades.
En el Trienio Liberarse se aprobó el Decreto de supresión de monacales y se emprendió la
desamortización de bienes propios y baldíos (tierra que no se cultiva). Una buena parte de
los bienes fueron vendidos pero, con el regreso del absolutismo, Fernando VII obligó a
restituir los bienes vendidos, lo que provocó la indignación de los compradores, que
comenzaron a apoyar al liberalismo.
El proceso desamortizador
La desamortización fue la medida de mayor trascendencia tomada por los gobiernos
liberales y se desarrolló a lo largo del siglo XIX. Al final el mayor beneficiario fue el Estado,
que es el que expropia unos bienes para venderlos a terceros.
Supuso dos fases:
1º. La incautación por parte del Estado de esos bienes.
2º. La puesta en venta de estos, mediante subasta pública.
Se llevará a cabo por los liberales progresistas en dos etapas:
1ª etapa: Durante la regencia de Mª Cristina, en 1836-1837. La llamada “desamortización
eclesiástica” o “de Mendizábal”. Se aplicaría de 1840-1844.
2ª etapa: Durante el bienio progresista del reinado de Isabel II, en 1855-1856. La llamada
“desamortización civil” o “de Madoz”. Se aplicaría de 1859 a 1867.
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La desamortización tenía tres objetivos:
●Mejorar la agricultura, a través de:
a) El aumento de las extensiones cultivables.
b) La creación de una nueva clase de propietarios más interesados por la tierra y con
intención de modernizar las técnicas y que apoyaría al régimen liberal.
●Solventar los problemas económicos de la Hacienda, ya que tenía gran cantidad de
deudas provocada por:
a) La guerra de la independencia.
b) Las guerras carlistas.
●Fomentar el desarrollo industrial a través del fomento de la red de ferrocarriles.
La desamortización de Mendizábal
A partir de 1833 el proceso de desamortización se precipitó:
●La guerra obligaba al Estado a obtener recursos.
●Se difundió en el país un clima anticlerical a causa del apoyo del clero al bando carlista. Se
produjeron asaltos a conventos, incendios y profanaciones.
Por eso los liberales fueron avanzando a la desamortización: confiscación de bienes de los
conventos destruidos, reintegro de sus bienes a los compradores del Trienio y decreto de
exclaustración general.
La primera de las dos grandes leyes de desamortización fue la desamortización del clero:
en 1836 se declaraban en venta todos los bienes del clero regular y se destinaban los
fondos a amortizar la deuda pública, aunque también también para sanear la hacienda
reduciendo la deuda, conseguir el acceso a la propiedad de sectores burgueses y crear un
sector social de nuevos propietarios que apoyaran el bando isabelino.
Aunque el gobierno cayó en mayo, en octubre Mendizábal se convirtió en ministro de
Hacienda bajo el gobierno progresista, reanudando las subastas. Fue con la vuelta de los
moderados cuando se suspendieron las subastas, aunque Narváez garantizó las ventas
realizadas. Se había desamortizado el 62% de las propiedades de la Iglesia. Dado el
distinto tamaño de los lotes, eran en teoría asequibles para grupos sociales de bajos
ingresos, pero en la práctica los propietarios y los inversores burgueses acapararon las
compras, ya que eran los únicos que tenían liquidez, sabían pujar y podían controlar
fácilmente las subastas. Además era un excelente negocio: sólo se abonaba el 20% al
contado, el resto se pagaba aplazado, y se admitían para el pago los títulos de deuda por su
valor nominal. Era una ganga para el comprador.
Un proceso tan perjudicial para los intereses del Estado no era por un error de cálculo.
Mendizábal sabía que la admisión para el pago de títulos por su valor nominal produciría
esa situación. Es cierto que podría haberse llevado adelante la desamortización con más
rendimiento para el Estado e incluso para repartir la tierra entre los campesinos. Lo que
ocurre es que Mendizábal no buscaba ni un reparto de las tierras ni una reforma agraria,
sino beneficiar a quienes como él mismo, pertenecían a la élite financiera y comercial, y
buscaban consolidar su prosperidad económica. El resultado general fue una recaudación
de unos 4.500 millones de reales, de los que 500 fueron en dinero, cuando la deuda estaba
en los 14.000 millones.
