El método cartesiano: ideal matemático de certeza, duda metódica y criterio de verdad.
Descartes nació en el año 1596, vivió en una época en la que se configuró un nuevo modelo
económico, social, cultural y político propio de la modernidad. Para poder adentrarse en la
filosofía y encontrar un nuevo método para alcanzar la certidumbre tuvo que romper
definitivamente con la escolástica y rechazar algunas ideas escépticas. Cabe señalar, que
fue un pensador que consideró la filosofía como el estudio de la sabiduría y demostró que
dudar también era un modo de pensar.
Inicialmente, Descartes anunció que para salir de la parálisis en la que se encuentra la
filosofía según los escépticos -ya que querían procurar la paz no metía juicios ni opiniones
por lo tanto no actuaban- había que ser capaz de juzgar bien y distinguir lo verdadero de lo
falso así es como él define la razón. Por eso mismo la solución era descubrir los métodos
de conocer la razón y las consecuencias que se derivan de ellos y por otra parte, se debería
elaborar el método adecuado a estos modos para dirigirla correctamente.
Según Descartes, hay dos modos de conocer la razón: intuición y deducción. La primera era
una luz natural capaz de llegar a ideas claras y distintas sin ninguna posibilidad de duda.
Mientras que la segunda, era una sucesión ordenada de evidencias que parte de las
naturalezas simples para llegar a conceptos más complejos.
Así pues, hay que descubrir una idea clara y distinta mediante la intuición, además se debe
someter todo lo conocido a duda y para alcanzar la verdad hay que respetar el orden de la
deducción, es decir la secuencia de evidencias.
Conocidas las dos operaciones básicas de la razón y su propio modo de conocer, Descartes
procede a elaborar el método. Para empezar, afirma que las matemáticas obtienen
conocimientos verdaderos debido al método para conseguirlos. Por eso mismo, se inspira
en la lógica, el análisis matemático de los antiguos y el álgebra de los modernos.
La idea de un único método se convierte en una idea central del sistema cartesiano. Así
pues, Descartes afirma que la razón es única, de ahí que el saber sea único, y por tanto
deba haber un único método para alcanzar la sabiduría. En definitiva, Descartes defiende
una ciencia unificada y universal, fundada en la unidad de la razón y en la unidad del
método de inspiración matemática.
Descartes procede a formular unos preceptos que sean tan simples y universales que le
permitan su aplicación a cualquier ciencia. El primero es la evidencia, que consiste en
encontrar ideas claras y distintas evitando la precipitación y la prevención ya que estas son
causas de errores y formular el criterio de verdad por medio de la claridad y la distinción
mediante la intuición. El segundo es el análisis, en el que afirma que se deben analizar los
problemas hasta reducirlos a las naturalezas simples. Para continuar está la síntesis, que
siguiendo el método de la deducción explica que hay partir de las ideas claras y distintas
para encontrar las relativas. Finalmente, el último precepto es la numeración, que consiste
en extender la evidencia de la intuición a la deducción. decir los dos nombres que le da
El inicio del proceso de búsqueda del conocimiento, es la llamada duda metódica. Este
consiste en que hay que dudar de todo lo anteriormente conocido y rechazar todo aquello
, de lo que sea posible dudar. Este es un instrumento metódico para encontrar una verdad
que puede ser el punto de partida del edificio del conocimiento. Además es provisional, ya
que es un mero camino para obtener la verdad absoluta y no una vía hacía el escepticismo
que pretende rebatir. Así pues, Descartes establece que hay tres motivos de duda: la
fiabilidad de los sentidos; donde observa que los sentidos nos engañan, por lo parece que
no es conveniente confiar en ello, la imposibilidad de distinguir la vigilancia del sueño;
mostrando la imposibilidad de distinguir entre sueño y vigilia, concluye que no podemos
tener ningún conocimiento del mundo circundante, que ni siquiera podemos saber si existe
o no y la hipótesis del genio maligno; que supone la existencia de un daimon o genio
-entidad superior a los hombres- cuya finalidad es la de provocar el extravío y el engaño de
éstos.
La única verdad que quedó impune ante la hipótesis del genio maligno fue “pienso, luego
existo”, pues el propio hecho de dudar es prueba de su verdad. “Yo pienso” equivale a decir
yo dudo, yo afirmo, yo quiero, yo siento. En resumen, dentro del yo pienso cabe integrar
cualquier acto mental que realizo conscientemente. En cada uno de estos actos mentales
soy consciente de que soy yo quien los está realizando. Quiere esto significar que al
descubrir la primera verdad estamos descubriendo nuestra propia existencia como seres
autoconscientes y nuestra subjetividad. El descubrimiento de la primera verdad no se
realiza a través de la deducción o demostración, sino que descubrimos la primera verdad de
forma intuitiva. Al “yo pienso” llegamos mediante la intuición. En el acto mismo de dudar o
de pensar o de creer me descubro a mí mismo pensando, sin que ello requiera ningún
encadenamiento o deducción racional. La llegada a la primera verdad (yo pienso) nos
permite también descubrir el modelo o criterio de toda verdad. Como todo lo que uno
piensa puede ser falso, la existencia de un sujeto pensante está más allá de cualquier
posibilidad de duda y esta proposición es la primera verdad. Para Descartes, el cogito es
una experiencia única en la que se capta de forma inmediata la relación necesaria entre el
pensar y el ser.
Esta primera verdad informa de la existencia del sujeto y nos aporta el conocimiento sobre
qué es ese yo, solo puede afirmar que es un sujeto pensante.
Además, el cogito descubre la primera verdad y también el criterio general de certeza.
“Pienso, luego existo” es una verdad indudable, ya que la intuición la percibe con toda
claridad y distinción, a partir de ella establecerá el criterio de certeza. Por claridad se
entiende a la cosa que está presente y manifiesta y por distinta, es la cosa perfectamente
delimitada.
De momento, como la hipótesis del genio maligno sigue siendo eficaz y todos los
contenidos de mis pensamientos pueden ser erróneos, tiene que demostrar la existencia de
un Dios que diga la verdad. Ya que al ser bondadoso y repudiar el engaño elimina la duda
hiperbólica.
En conclusión, para poder salir de la parálisis y alcanzar mediante la razón la sabiduría,
Descartes se sirve de un método en el que partirá dudando de todo y mediante la inducción
y la deducción proporcionará sabiduría y conocimientos verdaderos.