METÁFORAS
Úcar crea 6 metáforas sobre realidades socioeducativas con la intención de hacer comprender los procesos
que subyacen en las mismas, así como las relaciones interpersonales dentro de las cuales se comprenden,
para producir normativa pedagógica, es por esto que en cada metáfora podemos encontrar las
implicaciones pedagógicas que derivan de ellas con la finalidad de proporcionar ayuda a educadores y
pedagogos a optimizar sus prácticas educativas.
1. La metáfora del caballo y la fuente:
El educador no debe imponer la práctica socioeducativa, si no lograr que haya una predisposición
voluntaria para querer ser educado y cambiar.
Trata de la voluntaria elección del educando de participar del proceso educativo de acuerdo a sus propias
convinciones, por lo que el educador puede ofrecerle tal recurso pero no imponerselo de manera
imperativa. Por tanto la pedagogía y la educación social deben de tratar que sea el individuo objeto de la
tarea educativa quien decida llevar a cabo tal aprendizaje.
2. La metáfora de las sinapsis socioeducativas:
Debe ser capaz de lograr una conexión con el participante de la intervención
Esta metáfora pone el foco en la conexión necesaria que debe de existir entre educador y educando con el
fin de alcanzar una relación socioeducativa real. Tal vínculo resulta esencial para el desarrollo de la relación
de aprendizaje socioeducativo ya que, de no existir, el trabajo resulta en vano. No obstante esa conexión
no se encuentra dentro de una práctica teórica que nos enseñe a producirla, aunque hay diversos métodos
que pueden llevarse a cabo para tal fin como técnicas didácticas, fomentar la creatividad del educador etc.
La metáfora de las sinapsis socioeducativas crean una relación entre la práctica socioeducativa y las
conexiones neuronales que ejecutan la actividad cerebral. Así el educador y el participante se encontrarían
reflejados en neuronas que buscan la sinapsis con el objetivo de optimizar su forma de ser y estar en
sociedad. En la metáfora neuronal, además, subyacen diferentes hipótesis o interrogantes como qué
equivaldría a la dopamina o la serotonina en las conexiones socioeducativas, si todo depende del momento
en el que se encuentre el educando con el cual está trabajando el educador entre otras. Estas conexiones a
las que nos referimos son las causantes de generar en el educando una voluntariedad de aprender y
mejorar.
3. La metáfora de los cocodrilos y la charca:
Debe familiarizarse con el entorno social en el cual vaya a desarrollar la intervención para la optimización
de la acción
Úcar utiliza esta metáfora de Taylor (2008), ya que aunque su relación inicial fuera la del trabajador
comunitario con sus métodos de implicación con la comunidad, también es extensible a los educadores
sociales y a su labor socioeducativa tanto en el ámbito institucional como comunitario, así como con
personas y grupos ya que en sendos supuestos subyace un medio territorial y sociocultural. La metáfora de
los cocodrilos es usada en un contexto en el cual, el educador social es percibido como un agente de
cambio externo que aumentará su competencia en relación a la conexión que sea capaz de generar con los
individuos que pertenezcan a una comunidad haciéndoles partícipes de los recursos que se les ofrece para
realizar una mejora en sus vidas. El cocodrilo que nada en una charca está totalmente familiarizado y
conectado con el medio en el que realiza la acción, y por ello sus capacidades pueden alcanzar la máxima
expresión. Es por esto que el educador social, aunque no pertenezca al medio en el cual efectua su labor,
debe ubicarse y adaptarse de manera completa al medio sobre el que intervenga para así también alcanzar
la máxima potencialidad posible y al menos durante el tiempo en el cual esté realizando dicha intervención.
La finalidad es conocer en primera persona la realidad del escenario en el cual desarrolla su labor. Así pues,
el educador social debe transmitir una confianza y transparencia con el sujeto, colectivo o comunidad en la
que trabaje para hacer partícipes a los implicados y garantizar la eficacia de la acción.
4. La metáfora del educador como funambulista:
Ser capaz de mediar con las contradicciones y conflictos que se den entre distintos agentes, instituciones,
profesionales y comunidades guardando el equilibrio
La prática del funambulismo para alcanzar la eficacia requiere de muchos factores como la tensión de la
,cuerda exacta, conocer estrategias de equilibrio y la utilización si se requiere de artilugios que faciliten esa
actividad. La profesión del educador social también debe mantener el equilibrio y lidiar con multitud de
ámbitos, sectores y recursos como políticos, instituciones, personal y material, agencias etc. Al ejercer de
intermediarios es probable que en ocasiones la labor que desempeñamos encuentra contradicciones con
alguna agencia con la que debemos colaborar o con los mismos partícipes de la práctica socioeducativa que
pueden llevar a la pérdida de confianza en el educador. Es por tanto que el educador social debe ser capaz
de mediar entre conflictos que se puedan generar buscando el equilibrio que reduzca las tensiones
provocadas desarrollando estrategias de diálogo y mediación.
5. La metáfora del proyectil y el blanco móvil
Debe tener una relación no jerárquica y simétrica de iguales con los educandos en el cual cada uno
adopte un rol pero ambos sean capaces de aprender entre ellos
Esta metáfora de Bauman (2010) es utilizada en aquellas relaciones educativas asimétricas en la que
educador y educando se hayan buscándose al unísono. No obstante esta terminología ha quedado obsoleta
ya que se refieren a uno de los dos actores como diana generando una perspectiva unidireccional cuando,
por el contrario, se trata de una relación en que ambos agentes participan de manera activa. Hay que
conocer la diferencia entre coaccionar con la intención de que se produzca un cambio y ofrecer recursos
que faciliten que el agente quiera y pueda realizar ese cambio, respetando la voluntad del individuo o
grupo con el que se trabaje. Es por esto que Úcar propone una relación de iguales en los que educador y
participantes puedan aprender conjuntamente en una relación horizontal en la que no haya una imposición
del educador bajo el pretexto de ser quien sabe. El educador se encuentra al mismo nivel que los
participantes, pero ejerciendo un rol desde el conocimiento y la experiencia técnica, mientras los
participantes pueden adoptar el rol que ofrezca al educador conocimientos que tienen que ver con la
experiencia y las realidades en las que se desenvuelven para así consensuar entre ambos agentes las líneas
de acción en las cuales se va a desarrollar el ejercicio socioeducativo. Deben por tanto ajustar ambos sus
expectativas para lograr el éxito de la ejecución del trabajo.
6. La metáfora de las balizas de señalización
Debe desarrollar sus principios metodológicos de acuerdo a los conocimientos teóricos, planificación
previa, pero entendiendo la experiencia y la intuición como las prácticas esenciales para la eficacia de la
acción socioeducativa
Úcar afirma que la pedagogía social no tiene en sí un método propio en la práctica, ya que dificilmente
vayamos a encontrarnos con la misma situación en diferentes ocasiones, por lo que cada intervención
requerirá en sí misma metodos propios enfocados y diseñados específicamente para la intervención
concreta que vaya a realizarse. Sin embargo se cuenta con una serie de principios metodológicos que
dentro de la metáfora que abordamos representarían a las balizas de señalización. Tales principios o balizas
son configuradas para ayudar, avisar y orientar al educador en el desarrollo de esa pedagogía social para
dar respuesta a las personas objetos de la intervención pero atendiendo a sus cambios y situaciones
concretas.
Para practicar la intervención socioeducativa es necesario saber que es una labor que se aprende desde la
praxis, sin cuestionar la relevancia que tienen la formación teórica y la planificación previa. Estas dos
últimas cuestiones hacen referencia a condiciones previas que deben de existir para la eficacia de la
intervención.
Gracias a la formación teórica podemos realizar un diagnóstico previo de la situación, un análisis y
aprovechamiento más eficaz de los datos arrojados de dicha intervención y disponer de modelos
estratégicos y técnicos para la ejecución de la acción. La planificación previa, posibilita que el educador
pueda anticipar diferentes posibilidades que puedan surgir en la práctica para preparar respuestas acordes.
No obstante, tanto la teoría como la planificación previa resultan insuficientes para afirmar que se
pueda llevar a cabo la intervención del educador sin el uso de la propia intuición del mismo, que es
fomentada por la experiencia y la posterior reflexión que se lleve a cabo de las diferentes intervenciones
que va realizando para integrarlas en próximas acciones socioeducativas.
Estos recursos se activan mediante el denominado conocimiento de tercer tipo (Shotter), como un
conocimiento que tiene su origen en el interior del educador sin saber procedimental ni proposicional. Por
tanto el educador social en el conjunto de conocimientos teóricos, planes previos, experiencia e intuición
, irá elaborando sus propias balizas de señalización que le ayudarán posteriormente en la práctica
socioeducativa.