TEMA 1
LA PEDAGOGÍA SOCIAL COMO CAMPO DE CONOCIMIENTO TEÓRICO.
1. Introducción
2. De la profesión al campo de conocimiento
2.1. El problema de la identidad profesional de los educadores/pedagogos
3. Vías de aproximación a la construcción de la disciplina
3.1. Semejanzas y diferencias entre disciplinas afines
4. La necesidad de superar la fragilidad del campo teórico
5. Retos de la Pedagogía Social en el mundo, conclusiones.
1. Introducción
La Pedagogía Social surge a finales del S.XIX principios del S.XX.
Uno de los grandes retos del S.XX es hacer extensible la educación a todas las personas. Una educación de
todos y para todos.
Para eso va a necesitar tener profesionales que sepan entender esas redes de la educación.
Carbonell la concibe a modo de un “viaje simultáneo a la realidad y al interior de cada persona”, inacabado
e inacabable.
Una tarea de compromisos y responsabilidades que Esteve vinculó a un proceso que, comenzando en el
mismo momento del nacimiento, debe conducirnos a entendernos a nosotros mismos y al mundo que nos
rodea, procurando que seamos plenamente partícipes del complicado don de la convivencia.
• En esta búsqueda de “lo Pedagógico”, desvela su inspiración altruista como una oportunidad para
recuperar los afanes humanistas, cívicos y políticos de la paideia clásica: una educación puesta al
servicio de las personas y del desarrollo humano, con demasiada frecuencia frustrado.
• Mientras que en “lo Social” se afirma la inequívoca sensibilidad que ha de tener la educación hacia
necesidades de todos, pero muy especialmente de quienes son rechazados por los modelos de
producción y consumo inducidos por los mercados, en el mundo de todos y de nadie que habitamos”
(Innerarity)
La Pedagogía no discute la misión de la escuela, ya que es considerada “uno de los derechos fundamentales
de la humanidad… en el camino hacia una sociedad más justa e igualitaria” (Barreiro).
Tampoco se cuestiona la paulatina desatención de las familias a una de las funciones más axiomáticas en el
cuidado de la infancia: ser la referencia fundamental, primaria e insustituible para que su crecimiento
biológico y social sea física, emocional e intelectualmente saludable.
Como una práctica que se hace en sociedad, por y para la sociedad, en todas las sociedades, la educación
siempre ha sido “social”, a pesar de la tendencia reiterada de confinarla en las escuelas o perpetuarla en sus
pretensiones individualizadoras, herederas del culto a la personalidad y de la defensa reiterada de los
derechos particulares.
La enseñanza era un área que existía desde hacía mucho tiempo, pero estaba dirigida a unos grupos sociales
determinados. No de una manera como en el siglo XX de educación obligatoria, gratuita y universal para todos.
Este va a ser el reto del S.XX.
Dentro de este reto, en el último tercio del siglo fundamentalmente, todavía la prueba definitiva va a ser que
esa educación llegue a la diversidad, a los grupos más vulnerables.
Esto no va a ser fácil, ya que la integración social de estos grupos no se había producido y la educación no le
era accesible.
En esta búsqueda de lo pedagógico se desvela una necesidad de ser sensible hacia esa educación para todos.
,No todo el mundo, incluso hoy en el S.XXI, tienen claro que incluir la diversidad y los sectores más
desfavorecidos en la educación es beneficioso. Hay quien sigue pensando que la diversidad deteriora la
enseñanza ya que las mismas aulas tenemos que convivir con todos los alumnos y eso frena a los más
destacados. Todavía hay quien apuesta por una educación diferenciada.
Pero la realidad de la sociedad es que todos vivimos juntos y la educación debe dar respuesta para todos,
por lo que necesitamos apostar por esa inclusión de todos para que haya una verdadera igualdad de
oportunidades. Hay que dotar de los recursos y los medios necesarios.
Bauman señala que “también debemos aprender el aún más difícil arte de preparar a las próximas
generaciones para vivir en semejante mundo”.
La “voz pedagógica”, utilizada con motivaciones por diversos educadores y filósofos relevantes, ha ido
acomodando sus significados a diferentes contextos o realidades; la familia y la escuela son sus principales
ámbitos de reflexión y acción.
Por tanto, estamos asistiendo a un tránsito importante, y si el reto del XX fue universalizar la educación, el
del S.XXI va a ser que esa educación nos conduzca a una sociedad más justa e igualitaria, en la que todas
las personas tengan una igualdad de oportunidades.
Hay que educar por tanto a la ciudad para que sea consciente de esa necesidad de la educación.
Paul Natorp dice que la educación es social, y esto es muy importante porque no hablamos de la instrucción,
sino de la educación de un alumno para vivir en sociedad. “No es la educación del individuo aislado, sino la
del hombre que vive en una comunidad, educación que hace a la comunidad, porque su fin no es sólo el
individuo".
2. De la profesión al campo de conocimiento
Los educadores-pedagogos sociales como profesionales de la educación, se refleja como perfil de una
persona “profesionalizada”.
La educación encierra un tesoro (libro de Jacques Delors) dice que la educación se sustenta en 4 grandes
pilares:
1. El aprender a aprender: Hoy la educación debe ser permanente y para la vida. No nos educamos
solamente en el tramo obligatorio, sino que nuestro periodo de formación debe ser a lo largo de
nuestra vida, por tanto, cultivar esa capacidad de autoaprendizaje es importante. Esto hace a una
persona más sabia y autónoma.
2. Saber hacer: La acumulación de contenidos tiene poco valor, los contenidos deben servirnos para
saber hacer y crecer como personas, así como integrarnos socialmente e incorporarnos laboralmente.
Por tanto, una educación funcional.
3. Saber ser: estamos educando ciudadanos, personas, por tanto, tener actitudes y estilos de
comportamiento cívicos es muy importante. En un mundo como el de hoy donde nos toca convivir y
vivir entre una gran multiculturalidad, el saber ser es esencial.
4. Saber estar: las habilidades sociales, la capacidad de interacción con el otro, la inteligencia emocional,
saber encontrar respuestas en las distintas situaciones en las que nos encontremos.
Como competencias, los profesionales de la educación tenemos tres niveles preferentes:
1. Las personas: Vamos a trabajar con personas, las dificultades que tienen algunos individuos.
2. Las organizaciones: Cómo se comportan estas personas en las organizaciones y como se sirve de
estas para dar respuesta.
3. El trabajo en equipo: El trabajo en red es cada vez más importante y por tanto nosotros debemos
cultivar esa capacidad de trabajar en equipo.
,Esto nos hace que podamos encontrar numerosas controversias, ya que estas profesiones nuevas sociales no
tienen la misma correlación en todos los países por lo que van a tener funciones distintas y enfoques
diferentes, además de multiplicidad de denominaciones, funciones, perfiles, competencias,
responsabilidades, etc.
Trascienden la mera distinción entre “pedagogos sociales” y “educadores sociales” para situar el debate en el
amplio escenario de las “profesiones sociales”.
Con frecuencia, es una cuestión que se resuelve identificando a los profesionales de la educación con los
profesores.
Por tanto, las funciones pedagógicas a las que se va a enfrentar el educador social son:
• La docencia: Como educadores sociales podemos dar clase en los departamentos de orientación en
secundaria, así como profesores técnicos de servicios a la comunidad, formación profesional etc.
• El apoyo al sistema educativo: Dentro de este sistema, no solo hay transmisión de conocimientos
sino también llevar la educación a todos los alumnos. Hay alumnos con mayores dificultades, ese
apoyo a alumnado, docentes y familias es una función de la educación social.
• La investigación: Es una profesión joven y todavía con mucho campo por descubrir, por lo que vamos
a trabajar en problemas sociales fundamentalmente, los cuales van cambiando y evolucionando,
surgiendo con nuevas situaciones. Identificar se puede hacer desde muchos campos, pero establecer
medidas y programas o recursos para trabajar esas necesidades es competencia de la educación
social.
Reivindicamos la identidad del educador social y del pedagogo social como profesionales de la educación.
Ámbitos en los que vamos a movernos: en todos los ámbitos, desde el escolar donde podemos ser docentes,
al ámbito extraescolar (fuera de clase a través de asociaciones y educación no formal).
Ucar nos habla acerca de la consolidación e institucionalización de la profesión de educador social en
nuestra sociedad, y es que la propia historia de la educación social muestra que estamos en la “adolescencia
de la profesión”.
El tema de los “perfiles profesionales” debe ocupar un lugar destacado en las preocupaciones de quienes
procuran diferenciar las tareas, deberes, riesgos, obligaciones, responsabilidades, etc., “que conlleva un
puesto de trabajo, así como los requisitos exigidos a la persona “profesional” que pretenda desarrollar ese
trabajo”.
Barbier señala que se concibe el perfil profesional como “el subconjunto de capacidades o de disposiciones
específicamente producidas al término de las experiencias y trayectorias profesionales anteriores construir
la profesión”.
Los perfiles profesionales no sólo ayudan, como apunta Barbier a distinguir entre el “hombre en el trabajo”,
el “hombre en la profesión” y el “ser profesional”. Son, además, un elemento sustantivo en la búsqueda de
la mayor congruencia posible entre el mero “estar” en una profesión y el “ser” profesional;
Por tanto, podemos concluir que la pedagogía y la educación social tienen, una vez se han desarrollado,
múltiples perfiles profesionales. Hay que ir creando una identidad profesional en un campo tan amplio como
es el nuestro.
• Una vez se tiene la formación, establecer la especialización es un campo que aún están por
desarrollarse.
• Esto corresponde a los enfoques, más teóricos, prácticos o especializados. Un área compleja pero
muy importante en la E.S va a ser el área de la exclusión social.
Los modelos o enfoques educativos están muy relacionado con aspectos como los siguientes:
• La visión que se tenga de la profesionalización
, • La percepción que tienen los “prácticos” de sí mismos y de cómo desenvuelven su desempeño
profesional
• Las estrategias metodológicas por las que optan y por las relaciones que mantienen con las personas
• Las interacciones que promueven con otros profesionales o con la sociedad civil
• Las interrelaciones que establecen con el poder político y las Administraciones Públicas
• La importancia que otorgan a la formación y a las relaciones teoría-práctica
• Los dilemas éticos y morales
• Las consecuencias sociales de las decisiones y actuaciones que se promuevan, etc.
La valoración que realiza Funes sobre el papel de los profesionales sociales en situaciones que están afectadas
por la marginación y exclusión social: “trabajar profesionalmente en el ámbito de la marginación no quiere
decir renunciar a la ideología, ser aséptico y carecer de compromiso social, de interés por cambiar la
sociedad en que se está”.
Citas para pensar: “Es necesario aprender a navegar en un océano de incertidumbres, a través de
archipiélagos de certeza”.
2.1. El problema de la identidad profesional de los educadores/pedagogos
Al ser una profesión joven, socialmente no tiene una identidad muy reconocida.
Los educadores sociales debemos reconocer las demandas. En una sociedad compleja y en cambio continuo
se van produciendo continuamente necesidades.
Los profesionales de lo social debemos de ser esos “alquimistas” que saben analizar para reconocer dónde
se están produciendo los problemas. Una vez se reconoce esa demanda analizar las causas, las relaciones y
proponer respuestas.
Dentro de esta dinámica, entendemos el papel de los profesionales de la Pedagogía-Educación Social, no sólo
como meros ejecutores de los proyectos o programas afectados por esa acción-intervención, sino también
como verdaderos “animadores” de la conciencia social de la comunidad, promoviendo acciones que tiendan
a mejorar la calidad de vida de todos los ciudadanos y, muy particularmente, la integración y participación
de quienes son catalogados como distintos, inadaptados o marginados; profesionales, por tanto, reflexivos
y críticos consigo mismos y con las realidades en las que intervienen.
El pedagogo social, ha de ser capaz de “reconocer las demandas de la praxis como lo que son y lo que
realmente quieren ser”, insistiendo en que “la actuación profesional competente es más que una mera
aplicación experimentada de métodos y procedimientos”.
Por tanto, nuestro campo de trabajo tiene un alto grado de intersubjetividad, podemos verlo desde distintos
puntos, y por tanto llevará una competencia reflexiva: “significa la capacidad del pedagogo social de integrar
su propio desarrollo personal con sus rasgos más singulares y característicos en la actuación profesional”.
La profesionalización socioeducativa no está al margen de estas circunstancias muestra hasta qué punto la
identidad profesional de quienes se dedican a estas ramas, se ve afectada por problemas que no existen en
otros ámbitos profesionales más asentados. Problemas propios de profesiones “emergentes” o “jóvenes”,
a las que se añade el sello de “lo social”:
• Dificultades para coordinar un trabajo en el que intervienen distintos profesionales.
• Escasez de medios y recursos.
• Precariedad laboral.
• Desgaste físico y psicológico.
• Excesiva dependencia del poder político.
• División entre “directivos” y “trabajadores de la acción”.
• Escasa penetración de la cultura evaluativa.
• Resistencias a la innovación etc.