Historia de España 2º Bachillerato 2022/23. Estándares preferentes. Ángel Pastor
BLOQUE 1. La Península desde los primeros
humanos hasta la desaparición de la
monarquía visigoda (711)
1. Diferencias entre la economía y la organización social
del Paleolítico y el Neolítico. Causas del cambio
En primer lugar habría que señalar que sobre fenómenos tan lejanos en el
tiempo como la neolitización sigue existiendo un conocimiento muy parcial,
impreciso y en permanente evolución, siguiendo el ritmo de los distintos
hallazgos arqueológicos. No obstante, se acepta que desde hace alrededor de
12.000 años se produjo una paulatina transformación que fue dando paso a la
progresiva aparición de lo que a partir del siglo XIX se dio en llamar revolución
neolítica.
La organización socioeconómica durante el Paleolítico, de la que se
sabe mucho menos que de la del Neolítico por motivos obvios, se distinguió por la
práctica del nomadismo en grupos de unas decenas de individuos llamados hordas
que se desplazaban en busca de carroña, caza, pesca y frutos silvestres. Todo
indica que se organizaban de forma igualitaria, sin aparentes diferencias sociales
puesto que el trabajo se asignaba en función más de la edad que del sexo, y no de
un estatus tribal. Lógicamente, el reparto de recursos debió de ser también
igualitario. El paso del Paleolítico al Neolítico se considera uno de los mayores
cambios tecnológicos, sociales y económicos de la historia de la humanidad. Fue
un fenómeno progresivo y heterogéneo que se produjo durante el Epipaleolítico
o Mesolítico, periodo aún muy desconocido durante el cual grupos de individuos
más avanzados culturalmente transmitieron y perfeccionaron las primeras
formas de agricultura y ganadería, que se irían extendiendo durante los siglos
aprovechando las redes de intercambio preexistentes, aunque con distintos
ritmos según los territorios, hasta consolidar definitivamente el periodo que
conocemos como Neolítico. Las causas de este cambio siguen sujetas a debate,
pero en general existe consenso en cuanto a que dos factores fueron
determinantes:
-El acusado calentamiento climático que se inició tras la última glaciación,
lo que se tradujo en una fuerte disminución de la caza propia de climas
fríos (oso cavernario, mamut, bisonte, uro…), que era la principal fuente de
proteínas para los grupos humanos. Este cambio se caracterizó además por
un periodo de temperaturas más suaves y por una mayor pluviosidad en los
territorios implicados.
-Simultánea y paradójicamente se produjo un importante crecimiento
demográfico que introdujo una gran presión sobre los recursos
disponibles, lo que a su vez habría obligado a los seres humanos a encontrar
alternativas o complementos a la tradicional actividad cazadora
recolectora.
De acuerdo con los últimos estudios, esta neolitización progresiva avanzó a
un ritmo de unos 25 kilómetros lineales por generación, si bien sigue abierto el
debate acerca de si se llevó a cabo a través de una migración masiva o mediante
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pequeños grupos. Sea como fuere, la llegada del Neolítico a España, según los
estudios genéticos, se debió a poblaciones exógenas.
Aunque la organización socioeconómica neolítica se caracterizó por el paso
de una economía depredadora a otra productora (agricultura, ganadería,
sedentarismo) que permitió alimentar a grupos humanos mucho más numerosos,
no es menos cierto que esto se consiguió a cambio de empobrecer la dieta y por
tanto la calidad de vida de los individuos. Se ha comprobado que el acceso a
proteínas, vitaminas y minerales de los grupos cazadores-recolectores era mucho
mayor y que la inmensa mayoría de los primeros pobladores sedentarios se
alimentaron casi en exclusiva de los carbohidratos aportados por los cereales
cultivados, lo que provocó una mayor morbilidad por malnutrición. Otro aspecto a
considerar es que el creciente hacinamiento de seres humanos y animales produjo
la aparición de las primeras epidemias (viruela, gripe, sarampión…). Otra de las
características del Neolítico es el desarrollo de la cerámica, que revela una cuidada
elaboración y una destreza técnica notables. El Neolítico también viene definido
por una tendencia a la homogeneización de los instrumentos líticos.
De cualquier modo, el Neolítico experimentó un desarrollo heterogéneo y
no siempre lineal; no fue un proceso acumulativo de innovaciones técnicas y
culturales, sino que en ocasiones avanzó muy lentamente, incluso hubo episodios
de retroceso. En general, durante el Neolítico parece que la estructura social se
mantuvo igualitaria y comunal, aunque con cierta especialización derivada del
creciente sedentarismo, a juzgar por los restos funerarios, tanto en
enterramientos individuales como colectivos. Ello no impidió que el progresivo
incremento de las diferencias sociales y económicas supusiera una
jerarquización social definida y una incipiente división del trabajo en función del
estatus adquirido por ciertos individuos gracias, o bien a un mayor conocimiento
(sacerdotes, chamanes), o bien a razones militares (jefes guerreros). Otra
repercusión del paso del Paleolítico al Neolítico atañe al fenómeno religioso. En la
etapa paleolítica la mayoría de las divinidades tenían un carácter femenino,
vinculadas a los ciclos naturales y en particular a la germinación de las plantas y la
fecundidad de animales y seres humanos. Al consolidarse la guerra como
fenómeno sociopolítico en el que estaban más implicados los varones, de mayor
fuerza física, el panteón comenzó a masculinizarse, pasando el elemento
femenino a un segundo plano.
En cuanto a la periodización del Neolítico peninsular, cabría distinguir tres
periodos:
-Neolítico antiguo, en el que se produjo la primera expansión agrícola
(5600-4500 a.C.).
-Neolítico medio, en el que comenzaron a aparecer los primeros sepulcros
(4500-3500 a.C.).
-Neolítico final (3500-3000), cuando se produjo una notable intensificación
agrícola.
Las primeras evidencias de plantas cultivadas y animales domesticados en
la península Ibérica datan del 5600 a.C. en el litoral mediterráneo, lo que
indicaría una llegada por mar a través de Francia, aunque tampoco se descarta la
ruta marítima desde el Magreb, ni siquiera la ruta terrestre a través de los
Pirineos. Los cultivos son de cereales (trigo, cebada, mijo, panizo), pero también
leguminosas (habas, lentejas, guisantes…). Incluso en suelos especialmente
fértiles se practicaba la horticultura. Cabría destacar que durante siglos se
mantuvo la recolección de plantas silvestres (bellotas, avellanas, endrinas,
piñones, higos…), que eran fácilmente almacenables y no requerían de habilidades
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ni de tecnología especializada. Por otro lado, se sabe que las redes de intercambio
alcanzaban tierras africanas, pues se han encontrado restos de marfil y huevos de
avestruz de esta procedencia.
Al final del periodo neolítico se comenzó a emplear el arado, lo que
proporcionó un rendimiento mucho más elevado. El primer empleo documentado de
arado con tracción animal se ha registrado en la Península en el VI milenio a.C.
No obstante, se tiene un conocimiento bastante limitado sobre los útiles agrarios
neolíticos, pues al ser mayoritariamente de madera, son de muy difícil
conservación. Sí se han conservado los elementos de piedra, como los dientes de
las hoces. También se utilizaban azuelas, palos cavadores, hachas de piedra pulida
para talar y trillos con dientes de sílex, al menos desde el III milenio a.C. Se
considera que tanto la propiedad de la tierra como el trabajo de la misma eran
comunales, y que el sistema de explotación más habitual fue la agricultura
extensiva. Sin duda, la intensificación de la actividad agrícola transformó las
prácticas funerarias, diversificó las formas cerámicas (que culminarían con el
vaso campaniforme) y provocó la aparición del megalitismo, aunque parece que
la sociedad siguió manteniendo una base igualitaria.
Esto contradiría la tradicional visión marxista según la cual el proceso de
jerarquización social se habría iniciado como consecuencia de la acumulación de
excedentes agrarios a comienzos del III milenio aC, cuando la mayoría de
individuos se vio obligada a pagar tributos en especie a personajes prominentes.
En la actualidad se considera que durante el Calcolítico (Edad del Cobre) siguió
prevaleciendo la relación de parentesco sobre el estatus social, puesto que aún no
se aprecia una diferenciación entre las viviendas de los miembros de cada
comunidad, ni existen áreas especializadas de producción. El auge de recintos
amurallados se interpreta ahora como un trabajo colectivo y no el resultado de la
imposición por parte de una elite, aunque desde luego todo apunta a un incremento
de la rivalidad entre grupos. A partir de este momento los espacios comienzan a
delimitarse mediante zanjas, probablemente por problemas derivados del
crecimiento de la población, que también se refleja en el auge de la ganadería y
en la expansión de las parcelas agrícolas. En el valle del Guadalquivir los poblados
y sus alrededores ocupan decenas de hectáreas y se generaliza el aprovechamiento
de la leche o la lana. No obstante, parece que hubo dos ritmos distintos en la
expansión de estas novedades, siendo más lento en la zona norte y bastante
rápido en territorio levantino y andaluz.
2. Áreas celta e ibérica en vísperas de la conquista romana.
Influencia de indoeuropeos, Tartessos y colonizadores
fenicios y griegos
A la dificultad que presenta la escasez de fuentes fiables para el estudio
de estos pueblos hay que añadir el lastre ideológico. Desde al menos el siglo XIX,
se ha intentado manipular políticamente el pasado para crear una imagen
distorsionada de tradiciones supuestamente milenarias. La España actual ha
recibido tal cantidad de influencias culturales y étnicas desde la Edad del Hierro
(púnicos, etruscos, griegos, latinos, bereberes, sirios, germanos, francos) que no
puede plantearse la existencia de una esencia y un carácter nacionales derivados
de unos supuestos rasgos originales de los pueblos prerromanos peninsulares. El
hispano-iberismo de la segunda mitad del s. XX estableció una vinculación directa
del presente con un pasado prerromano absolutamente inventado para
fundamentar el concepto de españolidad, que incluía el carácter indómito,
independiente y valeroso que se aplicó desde los astures a los tartesios y que
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