Historia de España 2º Bachillerato 2022/23. Estándares preferentes. Ángel Pastor
BLOQUE 4. España en la órbita francesa:
reformismo borbónico (1700-1788)
1. Causas de la Guerra de Sucesión Española y
composición de los bandos en conflicto
Ninguna de las dos esposas de Carlos II había dado hijos al monarca
español, cuya infertilidad y precaria salud eran conocidos en toda Europa. Por este
motivo, la sucesión a la Corona española llevaba años siendo una cuestión
prioritaria en la política internacional. La cuestión era compleja, pues tanto el rey
de Francia, Luis XIV, como el emperador austriaco, Leopoldo I, estaban casados
con hermanas del rey de España. A la expectativa se encontraban potencias
emergentes como Inglaterra y las Provincias Unidas, interesadas en que no se
crease un imperio hegemónico en el continente, independientemente de que
estuviera dirigido desde París o desde Viena. En vida de Carlos II se había decidido
que el trono español pasaría al niño José Fernando de Baviera, un sobrino-nieto
que parecía no incomodar a franceses ni austriacos. Entretanto, se fueron
conformando en la Corte española dos tendencias opuestas, el llamado partido
bávaro, liderado por el cardenal Portocarrero y el embajador francés Harcourt; y
el partido austracista, liderado por el conde de Oropesa, que presionaba al rey
español para que redactase un nuevo testamento a favor del archiduque austriaco,
también llamado Carlos, hijo del emperador Leopoldo. La cuestión se complicó con
la muerte en 1699 de José Fernando a los seis años, lo que obligó a Carlos II a
redactar un nuevo testamento en 1700, cuando estaba a punto de morir.
Persuadido por Portocarrero, el último Habsburgo español testó a favor de Felipe
de Anjou, francés y nieto del rey Sol, quien se comprometió a mantener las
particularidades de la Corona de Aragón y a que el futuro Felipe V renunciaría a
sus derechos sobre el trono francés. Finalmente, el 1 de noviembre de 1700
Carlos II moría en Madrid y Felipe era proclamado nuevo monarca, inaugurando
la estirpe de los Borbones en España. El de Anjou juró su cargo ante las Cortes de
Castilla, Aragón y Cataluña en medio de una situación de aparente tranquilidad.
Pero enseguida pudo comprobarse que el verdadero soberano español no
era el joven Felipe sino su abuelo, que le impuso el matrimonio con María Luisa de
Saboya y la tutela de la princesa de los Ursinos, considerada una espía al servicio
del rey francés. En aquel momento, el interés de Luis XIV en España era más que
económico que político, dada la mala situación de las finanzas francesas. También
fue económica y no dinástica la verdadera causa de un conflicto que arrastraría a
media Europa durante más de una década. La alianza entre Luis XIV de Francia y
Felipe V de España era muy provechosa para ambos, que se repartieron en 1701
un 50% del capital de la Compañía de Guinea, a través de la cual controlaban el
asiento de negros, privilegio que autorizaba a la compañía a transportar y
vender en el Caribe esclavos, alimentos y productos textiles en la América
española exentos de tasas. De inmediato, los comerciantes británicos exigieron
a su parlamento una declaración de guerra y Guillermo III de Inglaterra invitó al
emperador Leopoldo a que su hijo Carlos se uniera a una gran alianza contra los
Borbones. Como era de esperar, la Cámara de los Comunes votó la guerra para
preservar las libertades de Europa, la propiedad y la paz en Inglaterra y para
reducir el exorbitante poder de Francia. Los comerciantes franceses tampoco
dudaron en correr los riesgos de la guerra porque el acceso al mercado
americano era un bocado muy suculento. Simultáneamente, Holanda se unió al
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bando austro-británico y así se desencadenó la guerra de Sucesión española.
Posteriormente se unieron a la alianza anti borbónica Dinamarca, Portugal y el
ducado de Saboya.
Además de su carácter internacional, la guerra también fue un conflicto civil
en España, donde se enfrentaron el viejo modelo polisinodial austriaco y el
nuevo modelo centralista francés. La mayoría de castellanos, vascos y navarros
se decantaron por el candidato Borbón, mientras que el grueso de los
aragoneses, valencianos, baleares y catalanes lo hicieron por el de Austria. En
1701 los ingresos de la Real Hacienda eran de 142 millones de reales y los
gastos de 247. La guerra supuso unos 100 millones de reales al año solo en
gastos militares, más otros 37 por comprar a Francia armamento y vestuario, que
salieron de los contribuyentes y de la plata americana. Se pidió además un
préstamo a la Iglesia, se enajenaron tierras de muchas villas y se incrementó el
impuesto sobre la sal. En 1704 el ejército de Felipe V tenía 20.000 hombres, pero
se estimaban necesarios al menos el doble (30.000 de infantería, 8.000 de
caballería y 2.000 de artillería), de modo que al finalizar la guerra el presupuesto
militar alcanzaba el 90% del presupuesto estatal.
Las hostilidades comenzaron entre austriacos y franceses en 1701, cuando
las tropas de Leopoldo I atacaron territorio español en Italia. Luis XIV había
enviado previamente tropas al Flandes católico, lo que aceleró la declaración de
guerra por parte de Holanda, Inglaterra y Austria. En 1702 Felipe V promulgó un
decreto que prohibía el comercio con todos los súbditos de Austria, Gran Bretaña
y las Provincias Unidas. Esto favorecía sobre todo a Francia, muchas de cuyas
mercancías quedaban exentas de tasas, lo que enriqueció a muchos
empresarios franceses. En agosto de 1702 una flota anglo holandesa atacó Cádiz
y saqueó el Puerto de Santa María; y en octubre desmanteló en Vigo la flota
española, destruyendo 12 navíos y causando 3.000 muertos, aunque no logró
hacerse con la mayor parte de la plata americana. Entretanto, el rey Sol envió a su
nieto Felipe a pacificar Nápoles-Dos Sicilias (regresaría victorioso a Madrid en
1703).
En represalia por su apoyo al bando austriaco, Felipe comenzó a recortar los
privilegios forales y a incrementar la presión fiscal sobre sus súbditos
aragoneses, pero no pudo impedir que Carlos, que había desembarcado en 1704 en
Lisboa para hacer la guerra en territorio peninsular, entrase en Barcelona,
donde se proclamaría en 1706 Carlos III de España. Meses antes, en 1705, un
grupo de burgueses y nobles catalanes, conocidos como los vigatans, había
entrado en contacto con los británicos, con quienes suscribieron el tratado de
Génova, que se tradujo en el desembarco de 17.000 soldados austracistas en
Barcelona, nueva capital del archiduque. Los vigatans querían convertir a Cataluña
en un territorio soberano, con libre comercio y un parlamento a la británica.
Mientras, los británicos habían tomado Gibraltar en 1704 y se harían con Menorca
en 1708.
Carlos de Austria consiguió tomar momentáneamente Madrid (1706), pero
Felipe reaccionó y logró expulsarlo de la capital. La península quedó partida en
dos, separada por un amplio frente hasta que la situación comenzó a cambiar a
raíz de la llegada del duque de Berwick, que se puso al frente de las tropas
borbónicas e infligió en 1707, en Almansa, una severa derrota al ejército de
Carlos. Entretanto, en Europa, los Borbones perdían los Países Bajos católicos y
Milán.
1709 fue un año crucial. La situación de Luis XIV se tornó crítica tras la
pérdida de Lille, el ejército francés devoraba el presupuesto nacional y además el
Estado francés estaba financiando los gastos del pretendiente al trono inglés,
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