Gráfico 1 y 2
Se trata de un gráfico que estudia el número de horas trabajadas en Gran Bretaña
desde 1700 hasta el año 2000. Como se puede ver, el número de horas creció desde el
año 1700 hasta la mitad del siglo de XIX, un aumento de casi 1000 horas más de
trabajo. A pesar de esto, la Revolución Industrial (iniciada durante la segunda mitad del
siglo XVIII), impuso una disciplina en el tiempo de trabajo desconocida hasta entonces,
aunque el proceso fue lento y desigual, pues algunos sectores de la población,
especialmente los trabajadores de fábrica, estaban sujetos a horarios laborales más
prolongados que los artesanos durante el siglo XVIII. La reducción del tiempo de
trabajo llevada a cabo en las décadas siguientes a nivel global fue importante, si bien
tuvo lugar sobre todo más allá de mediados del siglo XIX y fue desigual: se beneficiaron
más de ella solo algunos y se reorganizaron los calendarios laborales, haciéndolos más
rígidos y, al mismo tiempo, se fueron aligerando de celebraciones religiosas y de
carácter local, para presentar un carácter más homogéneo y parecido al actual. En el
largo plazo, el progreso tecnológico y la introducción de máquinas ha llevado al
trabajador a mejorar sus condiciones laborales, pues los horarios eran más cortos y ha
llevado a imponer disciplina.
Durante la revolución industrial había mucho trabajo infantil y femenino, en
condiciones precarias, aunque el porcentaje del infantil era escaso y se redujo (la
mayoría pertenecían a la industria textil), gracias a los ``factory acts´´, que mejoraron la
calidad laboral, aunque no siempre se aplicaron. Por tanto, la revolución industrial sí
supuso un ejemplo de crecimiento económico sostenible y sostenido, porque las
mejoras que se produjeron en aquel momento, se han llevado posteriormente
también y supuso un cambio de vida, a mejor, tanto socialmente, como laboralmente,
como económicamente, aunque el crecimiento fue lento. Además, puso fin a muchas
infecciones y supuso una mejora sanitaria, en la higiene y en la alimentación muy
importante.
Además, había desigualdades regionales (la sociedad todavía no estaba
suficientemente homogeneizada): en el sur de Inglaterra y Londres (áreas no
industriales que tenían salarios más elevados hacia 1760) y en el norte industrial y
Midlands (que se industrializaron desde finales del siglo XVIII y que sobre 1800 tenían
salarios más elevados hasta 1850). Los trabajadores de la construcción de Londres
sufrieron pérdidas considerables en los salarios reales durante la segunda mitad del
siglo XVIII de las que tardarían medio siglo en recuperarse, pero los trabajadores
industriales del norte mejoraron sus salarios reales durante el mismo período.
Inglaterra, en la primera mitad del siglo XIX, aumentó su renta per cápita (aunque
parte de la renta se invertía) y también la desigualdad y dio lugar a una concentración
de riqueza en los estratos superiores desde mediados del siglo XVIII y hasta más allá de
la mitad del siglo XIX (es decir, durante la revolución industrial).