Enfermedad Febril
En pediatría la fiebre es considerada como uno de los motivos de consulta más frecuente del
niño enfermo, y su importancia no solo consiste en esto, sino que también es capaz de generar
ansiedad, tanto en familiares como en los profesionales, ya que puede representar tanto un
proceso banal como una situación potencialmente grave.
La temperatura corporal normal fluctúa entre los 36,6 °C-37,9 °C en recto.
La fiebre se define como la elevación de la temperatura corporal por encima de los ≥38 °C
en determinación rectal (la temperatura puede ser tomada rectal, bucal, timpánica y
axilar, pero se toma como referencia este punto debido a que la temperatura rectal se
considera fácil de obtener, reproducible y poco sujeta a artefactos. Por ejemplo; un
paciente que este abrigado en exceso, puede incrementarse la temperatura cutánea, pero
no se afecta de forma importante la temperatura rectal. La temperatura rectal es la que
más se asemeja a la temperatura corporal central, existe una diferencia de 0,5 con la
temperatura axilar).
Un valor >40 °C se denomina hiperpirexia. Incrementó no controlado de la temperatura
corporal que supera la capacidad del organismo para perder calor.
EPIDEMIOLOGÍA
Los episodios agudos de fiebre suponen alrededor del 20% de las visitas a la consulta de
pediatría.
No hay diferencias significativas en relación al sexo o a la condición socioeconómica.
Son más frecuentes en niños entre 3 y 36 meses.
En este período, la media de episodios agudos de fiebre oscila entre 4 y 6 al año.
El número de episodios febriles es mayor en niños que asisten a guardería.
Existe un aumento de la incidencia en los meses de invierno, coincidiendo con epidemias
de virus respiratorios y gastrointestinales.
PATOGENIA
La fiebre es la consecuencia de una alteración de la termorregulación normal. La temperatura
corporal está regulada por neuronas termosensibles localizadas en el hipotálamo anterior que
responden a cambios en la temperatura de la sangre, así como por receptores del frío y el
calor localizados en la piel y los músculos.
Las respuestas termorreguladoras comprenden la redistribución de sangre hacia o desde los
lechos vasculares cutáneos, el aumento o disminución de la sudoración, la regulación del
volumen del líquido extracelular (por la vía de la arginina vasopresina) y respuestas
conductuales, como la búsqueda de temperaturas ambientales más cálidas o más frescas.
Tres mecanismos diferentes pueden producir fiebre:
Este primer mecanismo implica la presencia de pirógenos endógenos y exógenos. Los
pirógenos exógenos que son los que proceden de fuera del organismo son principalmente
patógenos infecciosos; los microbios, sus toxinas y otros productos microbianos son los
pirógenos exógenos más frecuentes, estos activan el sistema inmune, estimulan a los
macrófagos y otras células para producir pirógenos endógenos. También, las
enfermedades infecciosas o inflamatorias y los fármacos (la vancomicina, la anfotericina B
y el alopurinol), pueden producir fiebre por la producción de pirógenos endógenos. Entre
los pirógenos endógenos se incluyen las citocinas interleucina 1 y 6, el factor de necrosis
tumoral α, los interferones β y γ, y prostaglandina E2. Estos se unan a los receptores de