TEMA 2:
TRASTORNOS DEPRESIVOS
Introducción
En este capítulo, se aborda el tema de la depresión en adultos, un trastorno mental que
representa un importante desafío en términos de discapacidad y sufrimiento personal a nivel
mundial. La depresión es la tercera causa principal de discapacidad a nivel global y conlleva
costos económicos significativos.
Aunque el enfoque se centra en la depresión en adultos, muchos de los aspectos, factores
de riesgo y modelos teóricos de la depresión en adultos son similares a los de la depresión
en niños y adolescentes.
La tristeza es una emoción normal y adaptativa en la vida de las personas, pero cuando se
vuelve persistente, intensa o frecuente, puede interferir en la capacidad de adaptación de la
persona y requerir atención clínica.
La relación entre la tristeza y la depresión tiene una larga historia. Hipócrates utilizó el
término "melancolía" para describir la tristeza extrema, relacionándola con problemas en la
secreción o combustión de la bilis negra. El término "depresión" comenzó a utilizarse en el
siglo XIX cuando el psiquiatra Kraepelin diferenció la "demencia precoz", la "esquizofrenia" y
el "trastorno maníaco-depresivo". La última categoría abarca los trastornos depresivos y
bipolares, incluyendo casos con fluctuaciones en la afectividad.
La depresión es un diagnóstico clínico común con alto riesgo de mortalidad debido a las
conductas suicidas que la acompañan. Sin embargo, es crucial entender que sentirse triste
o deprimido no es suficiente para diagnosticar la depresión. Esta distinción es importante
porque la tristeza patológica puede estar presente en otras condiciones médicas, como el
cáncer, y suele estar acompañada de otros síntomas, conformando lo que se define como
"episodios depresivos", la base sintomática de un trastorno de depresión mayor según el
DSM.
Clasificación
La depresión se asocia comúnmente con la emoción de la tristeza. Lo interesante es que los
síntomas depresivos no muestran diferencias fundamentales entre las personas en
muestras clínicas (aquellas que buscan tratamiento) y las personas en la población general.
La cuestión aquí es que a menudo etiquetamos a alguien como "depresivo" cuando
experimenta síntomas como llorar, falta de interés (anhedonia) o pérdida de apetito. Sin
,embargo, en realidad, llamamos depresión a un conjunto de síntomas que pueden surgir
debido a diversos mecanismos relacionados con un trastorno subyacente.
Es por esto que se creó el DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales),
que proporciona un conjunto de reglas específicas para identificar una enfermedad mental.
Esto se hace para ayudar a los profesionales de la salud mental a distinguir entre la
depresión clínica, que es un trastorno más grave y persistente, y los estados de ánimo
depresivos más comunes y temporales que todos experimentamos en ciertos momentos.
DICOTOMÍAS DESCRIPTIVAS
¿Cuántos tipos de depresiones existen? La única distinción implícita que ha persistido en
los sistemas oficiales de clasificación es la que divide los trastornos en unipolares
(depresión) y bipolares. Esta división fue propuesta por Karl Leonhard. Su clasificación se
basa en la descripción de síntomas y la sintomatología, sin asumir hipótesis o presupuestos
sobre la causa de ambos trastornos.
, Aunque ambos tipos de trastorno comparten síntomas de depresión, hay diferencias en la
forma en que se presentan. Por ejemplo, los episodios depresivos en el trastorno bipolar
suelen estar acompañados de episodios de manía o hipomanía, lo cual no ocurre en la
depresión unipolar. Esta distinción es importante porque guía el tratamiento y la intervención
terapéutica.
EL PROBLEMA DE LA HETEROGENEIDAD DE SÍNTOMAS Y SU DIAGNÓSTICO
El problema de la heterogeneidad de los síntomas en el diagnóstico de la depresión se
relaciona con las dificultades para definir con precisión cuáles son los síntomas
característicos de un episodio depresivo y cómo interactúan estos síntomas en una
persona. El Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM) ha utilizado
nueve síntomas específicos para diagnosticar un episodio depresivo, sin una justificación
empírica sólida para seleccionar estos síntomas.
A pesar de que existen muchos instrumentos de medición de la depresión que recopilan una
amplia variedad de síntomas, el DSM se ha mantenido constante en su elección de nueve
síntomas desde 1980. Esta falta de coherencia en la definición de la depresión puede
afectar el diagnóstico y tratamiento.
La heterogeneidad de la depresión también se extiende a cómo los síntomas se manifiestan
en una persona y cambian con el tiempo. El DSM, basado en un sistema categorial estático,
no tiene en cuenta esta compleja interrelación de síntomas y su evolución temporal. Sin
embargo, en la práctica clínica, se pueden entender estas relaciones mediante análisis
específicos para cada paciente. En la investigación, se pueden estudiar las relaciones entre
síntomas mediante análisis de redes y analizar los cambios temporales en los síntomas
mediante técnicas de muestreo de experiencia.
EL PROBLEMA DE LA COMORBILIDAD
El problema de la comorbilidad significa que una persona puede ser diagnosticada con más
de un trastorno al mismo tiempo debido a que los diagnósticos se basan en síntomas
superficiales en lugar de procesos cognitivos o mecanismos biológicos subyacentes. Por
ejemplo, alguien podría ser diagnosticado con depresión y ansiedad al mismo tiempo, lo que
crea comorbilidad.
Esto es común en muchas categorías de trastornos, con tasas de comorbilidad superiores al
50% en algunos casos.Incluso dentro de una misma categoría de trastornos, es posible que