Sumario Resumen "La Persona. Espíritu, Persona y Sociedad Desde el Punto de Vista del Conductismo Social" de Mead
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Grado
Psicología Social
Institución
University Of Buenos Aires (UBA)
Book
Espíritu, persona y sociedad
Resumen, explicación y conclusión, e ideas principales del texto "La Persona. Espíritu, Persona y Sociedad Desde el Punto de Vista del Conductismo Social" de Mead.
La persona. espíritu, persona y sociedad desde el punto de vista del conductismo social
17 de abril de 2024
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2023/2024
Resumen
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psicología social
psicología
conductismo social
mead
la persona espíritu persona y sociedad
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Escuela, estudio y materia
University of Buenos Aires (UBA)
Psicología Social
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LA PERSONA. ESPÍRITU, PERSONA Y SOCIEDAD DESDE EL
PUNTO DE VISTA DEL CONDUCTISMO SOCIAL
George H. Mead (1972)
Resumen:
LA PERSONA. LA PERSONA Y EL ORGANISMO
En nuestra exposición del desarrollo de la inteligencia, hemos sugerido que el proceso del lenguaje es esencial para el desarrollo
de la persona. La persona, como algo distintivo del organismo fisiológico, surge en el proceso de la experiencia y la activid ad
sociales.
La inteligencia de las formas inferiores de la vida animal, así como gran parte de la inteligencia humana, no involucra una p ersona.
En nuestras acciones habituales, como en nuestras idas y venidas por un mundo que existe simplemente, existe cierta proporción
de experiencia sensorial. Los caracteres que nos rodean pueden existir en la experiencia sin ocupar su lugar en relación con la
persona.
Luego de un análisis, organizamos normalmente los recuerdos de acuerdo con nuestra persona. La persona puede distinguirse
bastante definidamente del cuerpo, ya que el cuerpo puede existir y operar sin que haya una persona involucrada en la experiencia.
La persona tiene la característica de ser un objeto para sí, distinguiéndose de otros objetos y del cuerpo.
Podemos experimentar distintas partes del cuerpo, pero el cuerpo no se experimenta a sí mismo como un todo de la misma manera
en que la persona entra en la experiencia de la persona. La característica de la persona como objeto para sí se representa po r el
término "sí mismo", indicando lo que puede ser al propio tiempo sujeto y objeto.
Este tipo de objeto es esencialmente distinto de otros objetos, y se supone que la conciencia posee esa capacidad de ser un o bjeto
para sí misma. Al proporcionar una explicación conductista de la conciencia, debemos buscar alguna clase de experiencia en la que
el organismo físico pueda llegar a ser un objeto para sí mismo.
Cuando estamos completamente inmersos en una acción intensa, como correr para alejarnos de alguien que nos persigue,
podemos perder la conciencia de nosotros mismos y sumergirnos por completo en la acción y en los objetos que nos rodean. En
estas circunstancias, la persona como objeto puede desaparecer momentáneamente. Este fenómeno se observa en situaciones
donde la actividad exterior ocupa toda nuestra atención, mientras que los recuerdos y anticipaciones pueden surgir en segundo
plano. Tolstoi, por ejemplo, experimentó imágenes de experiencias pasadas mientras estaba inmerso en la guerra. Esta dicotomía
entre la acción externa y la actividad de la memoria y la imaginación destaca la distinción entre la persona y el organismo rodeado
de objetos. A menudo pasamos por alto este hecho, lo que lleva a reconstrucciones antropomórficas de la vida animal.
El problema esencial de cómo la persona puede salir de sí misma para convertirse en un objeto para sí mismo se encuentra en el
proceso de la conducta o actividad social. La razón no puede desarrollarse completamente sin que el individuo se analice a sí
mismo en el campo de la experiencia o se vea desde la perspectiva de otros individuos con los que interactúa. Para actuar de
manera inteligente o racional, el individuo debe adoptar una actitud objetiva hacia sí mismo, convirtiéndose en un objeto para sí.
Esto implica ver al individuo como parte de una situación social más amplia, donde su experiencia como persona se forma a través
de la interacción con otros individuos en un contexto social.
La importancia de la comunicación radica en su capacidad para convertir al organismo o individuo en un objeto para sí mismo. Nos
referimos específicamente a la comunicación mediante símbolos significativos, que no solo se dirige a otros, sino también al
individuo mismo. Esta forma de comunicación introduce a la persona en la conducta, donde reacciona a lo que se le comunica y
se convierte en un objeto para sí mismo al responder y replicar. La persona, en este contexto, es algo más que el organismo
fisiológico; aunque este último es esencial, podemos concebir una persona sin él.
El origen de la persona como objeto se encuentra en las experiencias que llevan a la concepción de un "doble". Culturas primi tivas
creían en la existencia de un doble que abandona el cuerpo durante el sueño o la muerte. En la infancia, este concepto se
representa a través de compañeros de juegos imaginarios. Además, todas las interacciones sociales tienen una base sociofisiológi ca
común en la que participan todos los individuos involucrados. Estas bases fisiológicas son sociales porque implican impulsos o
instintos que requieren la cooperación de otros individuos para ser satisfechos. Los procesos fisiológicos subyacentes son
esenciales para la conducta social humana y forman la base biológica de la naturaleza humana.
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Realizado por MatyBuda
, La persona, al tener la capacidad de ser un objeto para sí misma, emerge de la experiencia social. Esto implica que, aunque p ueda
existir de manera aislada, siempre conserva la habilidad de mantener una especie de diálogo interno, similar a cómo interactu ar ía
con otros individuos. Este proceso de autoconversación implica reaccionar hacia uno mismo de la misma manera en que otros
reaccionarían, participando así en una especie de diálogo interno continuo. Además, implica emplear la conciencia de lo que s e
dice para dirigir la conversación futura, de manera similar a cómo seguimos nuestras palabras al hablar con otros y usamos esa
comprensión para continuar la conversación de manera coherente.
Esta conversación interna se asemeja a la conversación de gestos que mantenemos con otros individuos. En ella, nuestras accio nes
provocan reacciones en nosotros mismos, lo que a su vez influye en nuestra conducta. Por ejemplo, podemos iniciar una frase y
luego modificarla al darnos cuenta de que sería inapropiada o cruel. Este proceso de autorregulación y autoevaluación es
fundamental para la inteligencia social, que se basa en la capacidad del individuo para adoptar los roles de otros y ser sens ible a
sus actitudes.
La inteligencia social, por lo tanto, no solo implica comprender y adaptarse a las señales sociales de los demás, sino tambié n
mantener una conversación interna significativa. Este aspecto social de la inteligencia es esencial y constituye la esencia misma de
su carácter. En términos más amplios, toda la naturaleza de la inteligencia se encuentra arraigada en lo social, ya que implica la
capacidad del individuo inteligente para adoptar la perspectiva de los demás y mantener una conversación interna basada en el
entendimiento de símbolos y gestos sociales.
La unidad y estructura de cada persona reflejan la unidad y estructura del proceso social en su totalidad. Cada componente
individual de una persona completa representa un aspecto del proceso social en el que el individuo participa. La disociación de la
personalidad ocurre cuando esta unidad completa se rompe en los componentes individuales que corresponden a los diferentes
aspectos del proceso social en el que la persona participa.
LA BASE GENÉTICA DE LA PERSONA
En el proceso de cómo surge una persona, observamos la importancia de la comunicación inicialmente a través de gestos entre
animales, que implica una forma de actividad cooperativa. Aunque este tipo de interacción no involucra una referencia directa al
individuo mismo, algunos gestos pueden provocar reacciones en el organismo que los realiza, similares a las provocadas en otros
organismos.
Por ejemplo, en el lenguaje, la significación de lo que se dice depende de la capacidad del individuo para entenderla, basada en la
reacción social esperada. La singularidad de nuestro medio social humano se origina en la comunicación, especialmente en la
relación triádica que subyace a la existencia de la significación.
El gesto adquiere su significado a través de la reacción de otros organismos hacia él, lo que lo separa del acto social y lo convierte
en un elemento comunicativo. Nuestro pensamiento, en consecuencia, se realiza a través de símbolos que representan signifi cados
y requieren una forma de comunicación para ser expresados.
Nuestros símbolos son universales en el sentido de que cualquier cosa que expresamos tiene algún grado de universalidad en su
significado. Ya sea a través del lenguaje hablado, de gestos con las manos o de expresiones faciales, nuestras comunicaciones
desencadenan reacciones específicas en los demás, siempre que el símbolo tenga significado para ellos, al igual que para nosotros .
El pensamiento mismo se lleva a cabo mediante universales, que son actos sociales que organizan las interacciones individuales
en un contexto dado. Incluso en la comunicación no verbal, como la expresión facial, el individuo comunica y espera una reacción
similar en los demás. El pensamiento siempre implica el uso de símbolos que tienen un carácter universal, ya que se supone qu e
provocan las mismas reacciones en los demás que en el propio pensador.
Sin embargo, hay aspectos de la comunicación que no son completamente simbólicos, especialmente en las emociones y valores
expresados. Aunque podemos ser conscientes de ciertos valores o actitudes representadas en nuestro lenguaje o acciones, no
todas nuestras interacciones tienen esta característica simbólica, ya que a menudo actuamos sin pensar conscientemente en cómo
afectará nuestra conducta a los demás.
Es responsabilidad tanto del actor como del artista encontrar la expresión que evocará en otros lo que está sucediendo en ell os
mismos. El poeta lírico, por ejemplo, busca palabras que reflejen su experiencia emocional y despierten en otros la misma emo ción
que él siente. Este proceso se facilita cuando uno trata con el recuerdo de la emoción en lugar de experimentarla en el momen to.
A menudo, nos encontramos buscando el respaldo emocional en otros más que provocar deliberadamente emociones en ellos.
A diferencia de la conversación estética, donde el estímulo provoca en el artista lo mismo que en el otro, la comunicación co tidiana
no siempre desencadena la misma reacción en nosotros que en los demás. Por ejemplo, no nos asustamos con nuestro propio
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