TEMA 8 – SEXENIO REVOLUCIONARIO
El Sexenio Revolucionario (1868-1874) fue uno de los periodos más inestables y
convulsos de nuestra historia. Comenzó con la Revolución de La Gloriosa, exiliando
a Isabel II. Se divide en tres etapas: el gobierno provisional (1868-1871), el reinado
de Amadeo de Saboya (1871-1873) y la Primera República (1873-1874). El sexenio
se considera la última etapa de la revolución liberal, y termina fracasando por
problemas como la Guerra de los Diez Años en Cuba, los carlistas, etc.
Internacionalmente vemos el movimiento obrero anarquista/socialista de los
obreros, y la segunda Revolución Industrial. El sexenio termina con la Restauración
con Alfonso XII.
El Sexenio Revolucionario comienza con la Revolución de La Gloriosa en
septiembre de 1868. Esta se produjo por una serie de crisis, tanto económica (de
subsistencia, financiera, de los ferrocarriles e industrial) como política. Entre los
problemas políticos vemos el desprestigio de las cortes y de la reina Isabel II, así
como la inestabilidad y el autoritarismo de los moderados que gobernaban.
Pronunciamientos como la Noche de San Daniel (estudiantil) o La Sargentada,
además de la muerte de Narváez y O’Donnell propiciaron más esta revolución.
Lo más importante fue el Pacto de Ostende (1866), una unión de demócratas,
progresistas y después unionistas que estaban en contra de Isabel II. Querían
derrocarla e instaurar un gobierno provisional. La revolución tuvo lugar en Cádiz, en
la Batalla de Alcolea el 18 de septiembre, bajo el mando del almirante Topete. Isabel
II fue derrotada y se exilió, entonces se formó un gobierno provisional presidido por
Serrano, y se crearon las juntas provinciales revolucionarias y la Junta Superior
Revolucionaria.
Serrano convocó elecciones por sufragio universal para formar un gobierno
definitivo. Ganaron los progresistas, pero gobernó una coalición de progresistas,
demócratas y unionistas. Este gobierno promulgó la Constitución de 1869, que
propone una soberanía nacional y el sufragio universal masculino. Como forma de
organización establece una monarquía democrática, con el poder ejecutivo en
manos del rey y ministros, el legislativo en las Cortes Bicamerales (Congreso y
Senado) y el judicial en tribunales independientes. También otorga un amplio
abanico de derechos y libertades, como el de manifestación, reunión, etc. Hay
libertad de religión y culto pero el Estado aún mantiene a la Iglesia. Por último, hay
una descentralización del poder, y se reforman las provincias de ultramar (Cuba y
Puerto Rico) para incorporarlas (Filipinas tiene otra Constitución).
La Constitución establece una monarquía, pero no hay rey, así que Serrano asume
la regencia mientras Prim, presidente, busca un candidato para el trono. Durante su
regencia, Serrano se enfrentó a problemas como el movimiento social y anarquista,
agitación social prorrepublicana, descontento del campesinado y la Guerra de los
Diez Años en Cuba, que pedía autonomía y en algunos sectores la independencia.