C.O
LENGUA AL DÍA
LITERATURA HISPANOAMERICANA: POESÍA AMERICANA DESPUÉS DE LAS VANGUARDIAS, LA NOVELA REGIONALISTA,
LA NOVELA DEL BOOM, LA NOVELA POSTERIOR AL BOOM.
La novela regionalista tiene carácter realista, objetivo, y gira en torno a dos temas centrales: los conflictos sociales y
políticos y la confrontación entre la naturaleza y la civilización. La novela de la Revolución mexicana refleja los
movimientos revolucionarios liderados por P. Villa y E. Zapata, que buscaban la reestructuración social (Los de abajo,
de M. Azuela). La novela indigenista denuncia las injusticias sociales y la marginación de la población indígena (Ciro
Alegría, El mundo es ancho y ajeno). La segunda tendencia sitúa la acción en lugares concretos, como la pampa
argentina o los llanos venezolanos y el paisaje se vuelve protagonista; destacan la novela gauchesca que se centra en
el gaucho, un hombre nómada, libre y que vive en la naturaleza (Don Segundo Sombra, de R. Güiraldes), y la novela
de la tierra. En esta, se muestra cómo la civilización se asocia a la naturaleza y la barbarie a la civilización (Doña
Bárbara, de R. Gallegos).
En los años 40, se produce la superación del realismo con elementos que serán recurrentes en la narrativa posterior.
Se buscan otros temas y técnicas y destaca el realismo mágico, la mezcla de fantasía y realidad. A. Carpentier
inaugura “lo real maravilloso” en su obra El reino de este mundo. El mexicano Juan Rulfo, con Pedro Páramo (1955)
nos transporta a un mundo mítico e infernal, Comala, donde se funde el pasado y el presente, y la vida y la muerte.
Entre 1960 y 1980 se habla del boom hispanoamericano, un boom editorial que coloca a la novela
hispanoamericana en el centro de la literatura mundial. Junto al realismo mágico, incorporan temas nuevos, como la
soledad, la incomunicación, lo ilógico, la muerte o la erudición. Prefieren los espacios urbanos frente a la
omnipresente naturaleza e incorporan denuncias sociales, por ejemplo, con novela del dictador (Señor Presidente,
de M.A Asturias o La fiesta del Chivo, Vargas Llosa). Pero destacan por la experimentación lingüística, las
innovaciones en el punto de vista del narrador o la ruptura de la linealidad temporal (Julio Cortázar, Rayuela). Quizás
el novelista que más ha influido en la literatura posterior haya sido García Márquez, Nobel 1982, sobre todo a partir
de la publicación de Cien años de soledad (1967), con la configuración del mítico Macondo y la historia de la familia
Buendía. El narrador omnisciente muestra un cúmulo de historias individuales unidas por un apellido, donde el
realismo mágico está presente, así como la magia y el amor como única forma de salvarse de la soledad.
La novela posterior al boom presenta gran variedad de estilos y tendencias. Sin abandonar todo lo anterior, se
retoman técnicas tradicionales, más sencillas, y resurgen temas como el amor (Ángela Mastretta, Mal de amores) y
otros originados por la cultura popular y de masas. Se combinan distintos géneros (crónica, ensayo, ficción…) y se
usa el tono humorístico. Se reivindica lo femenino (Laura Esquivel, Como agua para chocolate), la literatura del yo (R.
Arenas, Antes que anochezca) y aparecen novelas de contenido político y social como La casa de los espíritus. En ella,
Isabel Allende, a través de la familia Trueba, muestra la evolución de la sociedad chilena a lo largo del S.XX con el
trasfondo la dictadura de Pinochet. Finalmente, Roberto Bolaño es el autor más influyente de la reciente narrativa
hispanoamericana con sus obras Los detectives salvajes (1998) y 2666.
En cuanto a la poesía a partir de las vanguardias, la enorme diferencia de clases da lugar a una poesía
comprometida. Destacan J. Gelman, que habla de la dictadura argentina, el exilio, el dolor, la muerte… (Exilio, 1984).
Mario Benedetti une en sus poemas la intimidad, el amor y el compromiso en defensa de los más débiles (Inventario
uno, dos y tres). Pablo Neruda, tras su estancia en España, escribe obras como Canto general (1950), donde mezcla
lo histórico con lo mítico y defiende las raíces de Hispanoamérica. Su intimismo de Cantos ceremoniales da paso
Odas elementales (1954) donde canta a los objetos cotidianos. Octavio Paz, premio Nobel en 1990, recoge en sus
versos problemas existenciales como el paso del tiempo o la falta de comunicación (Libertad bajo palabra). Borges
pasó de una literatura vanguardista a otra más cercana, donde el tiempo aparece como tema recurrente (El otro, el
mismo, 1964)