Tema 11. La Antigüedad Tardía.
1. Definición, marco conceptual y cronológico.
Es el período de transición entre la Edad Antigua y la Edad Media. Cronológicamente, cubre el
período que va desde la crisis del siglo III, que marca el comienzo de la descomposición de la
Antigüedad clásica, hasta la expansión musulmana y la constitución del Imperio carolingio, el siglo
VIII aproximadamente.
2. El retorno a la sucesión dinástica: Constantino y los Constantinianos.
La segunda tetrarquía, fueron nombrados Augustos Galerio y Constancio Cloro y como Césares
se nombraron a Daya y Severo. Se dejó con esto de lado a Majencio, hijo de Maximiano (quien
compartió la diarquía con Diocleciano) y a Constantino, hijo de Constancio.
Esto no era nada extraño porque la elección no era de carácter hereditario, pero cuando en el
306 Constancio Cloro muere en Britania, las tropas proclamaron emperador a Constantino, que
fue reconocido posteriormente César por Galerio. Después se complicaron las cosas cuando los
pretorianos y la plebe romana proclamaron emperador a Majencio, por lo que todo el sistema
político creado por Diocleciano se vio sacudido.
Tras la muerte de Severo, en el 308, el Imperio tenía 4 Augustos: Galerio, Constantino, Licinio y
Daya; un usurpador en África y un César en Roma: Majencio.
Pero en el 311, la situación cambió. Galerio, tras promulgar el edicto de tolerancia en favor del
cristianismo, cayó enfermo y murió. Esto lo aprovechó Daya para hacerse con sus territorios.
Además, los tres Augustos restantes se pusieron de acuerdo para deshacerse de Majencio, por lo
que, en la parte Occidental del Imperio, Constantino condujo las operaciones.
En la batalla del Puente Milvio, el 28 de octubre del 312, Majencio fue derrotado y murió al lado
del Tíber.
Constantino, designado por el senado en el 313 primus Augustus, se reunió con Licinio en Milán
y se proclamó el Edicto de Milán, que concedía la libertad de culto con objeto de que cada uno
adorase a su manera “lo que hay de divino en el cielo”. También se ordenaba que las comunidades
cristianas recuperasen los bienes que les habían sido confiscados o vendidos.
En la parte Occidental del Imperio, perteneciente a Constantino, la iglesia católica gozaba de una
posición ventajosa, en contraste con el retroceso sufrido en la parte oriental, dirigida por Licinio.
Él mismo era el culpable del retroceso, quien, celoso de la influencia de Constantino, a partir del
320, mostró una política anticristiana. Al poco tiempo, fue derrotado en Adrianópolis y Crisópolis
en el 324. Con esta derrota, la unidad del Imperio quedaba restablecida bajo el mando de
Constantino.
Constantino, como miembro del sistema tetrárquico, participó en la ideología religiosa de dicho
sistema. Más tarde, fue devoto del culto al Sol-Apolo. A partir del 315 aparecen monedas
constantinas con símbolos cristianos y después del 324, según sus decisiones políticas, era ya
cristiano, ya que no mostró reparo en expresar su gratitud al Dios de los cristianos, reprochó a
los soldados que realizasen sacrificios en honor de Júpiter Capitolino y prohibió hacer
inmolaciones a los dioses.
, Las reformas de Constantino.
Reformas militares.
Las tropas comitatenses, integradas por legiones y tropas auxiliares de infantería y caballería
estaban mandadas por dos jefes: el magister peditum para la infantería y el magister equitum
para la caballería. Estas tropas resultaban más eficientes que las limitanei. Para compensar las
tropas de la merma numérica, Constantino incorporó tropas auxiliares bárbaras.
Reformas administrativas: las prefecturas del pretorio.
Las prefecturas pasaron a cumplir nuevos cometidos. Constantino los compensó, por la excesiva
centralización política, con una descentralización administrativa operativa. El prefecto
coordinaba y controlaba la actividad de los vicarios de las diócesis y de los gobernadores
pertenecientes a su demarcación prefectural. Sus funciones administrativas eran controlar los
precios de las mercancías, conservar y realizar obras públicas, organizar los juegos públicos, etc.
En la parte financiera, fijaban los impuestos y controlaban la recaudación.
Por otro lado, la distribución territorial cambió, habiendo en el 337, tras la muerte de
Constantino, tres prefecturas: Oriente (con las diócesis de Tracia, Asia, Ponto y Oriente), la de
Italia (con África, Italia suburbicaria, Italia annonaria, Dacia, Panonia y Macedonia) y la de las
Galias (con Britania, Galias, Siete Provincias e Hispania).
Política económica de Constantino.
El crecimiento desmesurado del gasto público obligó a la creación de nuevos impuestos. Entre
estos se encontraban el sobreimpuesto de las tierras de los senadores y el que entregaban los
curiales al emperador en conmemoración de distintos acontecimientos, como triunfos o
aclamaciones imperiales.
Por otro lado, el sistema monetario era otro factor que agravaban los males económicos. Tras la
conciliación fallida de Diocleciano entre la moneda divisional y la moneda de oro, Constantino se
percató de las consecuencias negativas que se originaban cuando se intentaba la paridad
monetaria. Entonces, por primera vez en el 311, y de forma continua a partir del 324, Constantino
acuñó una moneda de oro, el solidus, que pesaba 4,55 gramos y que se mantuvo en constante
peso y ley a lo largo del tiempo mientras que la moneda divisional quedó abandonada a su suerte.
Las repercusiones sociales son las siguientes:
El solidus facilitó y agilizó con su estabilidad las operaciones comerciales y con esto se
beneficiaron económicamente las personas que tenían esta moneda, es decir, grandes
propietarios y comerciantes, además de la jerarquía militar.
Por otro lado, las clases pobres que no disponían de esa moneda ni de los beneficios que daba,
tenían que soportar los inconvenientes de una moneda divisional despreciada, tanto, que su
poder adquisitivo llegó a ser cuarenta veces inferior al que tenía con Diocleciano. De esta forma,
el abismo económico y social existente entre los ricos y poderosos se fue agrandando
desmesuradamente, provocando el deterioro de las clases medias e inferiores.
En cuanto a los esclavos, se experimentó una dulcificación en el trato gracias a la influencia del
cristianismo. No tuvieron la misma suerte los trabajadores del campo ni la población urbana, pues
su trabajo se despreció y fue apartado a un lado.