KANT
A posteriori
Se justifican usando la experiencia; entonces, una experiencia puede hacer que nos entre la duda sobre su verdad o
falsedad, o darnos cuenta de que estábamos en un error. Son afirmaciones respecto a las que no tenemos seguridad.
Todos los juicios a posteriori son sintéticos, cuya verdad o falsedad no está determinada por el significado de los
términos que la componen. Dada una verdad sintética, podemos pensar lo contrario de lo que se dice en ella (estaríamos
describiendo una experiencia posible, que luego se podrá o no producir). Lo que decimos en ellas puede constituir nuevo
conocimiento.
El conocimiento de verdades sintéticas a posteriori es lo que podemos llamar conocimiento a posteriori.
En algunos juicios sintéticos a posteriori podremos estar anticipando algo de la experiencia futura, pero nos estaremos
apoyando en la experiencia pasada.
A priori
Se justifica sin usar la experiencia; ninguna experiencia puede hacer que nos entre la duda sobre su verdad o falsedad, o
darnos cuenta de que estábamos en un error. Son afirmaciones respecto a las que tenemos seguridad.
En el caso de los juicios analíticos a priori, su verdad o falsedad está determinada por el significado de los términos que
la componen. Dada una verdad analítica, no podemos concebir lo contrario de lo que se dice en ella. Una afirmación
analítica, podremos reducirla a tautología (verdad analítica) o a contradicción (falsedad analítica). No describimos en
ellas una experiencia posible entre otras; no decimos en ellas nada que pueda constituir nuevo conocimiento.
Kant introduce un 3º tipo de afirmaciones: las afirmaciones sintéticas a priori. En ellas pensamos algo respecto a lo que
podemos imaginar distintas posibilidades (afirmación sintética), pero lo afirmamos sin importar si la experiencia nos
apoya o nos contradice (afirmación a priori). Entonces ampliamos el conocimiento, con seguridad.
Al conocimiento de verdades sintéticas a priori lo llamaremos conocimiento a priori. Kant considera que hay tres
candidatos a conocimiento a priori: las matemáticas, los fundamentos teóricos de las ciencias, y la metafísica. Sólo los
dos primeros lo son.
Autonomía
La libertad implica que cada persona establece las reglas que guían su comportamiento y se compromete a seguirlas.
Solo podemos establecer normas que podamos obedecer como principios. Por lo tanto, la verdadera libertad radica en
esforzarse por ser moral, no en decidir sin sentido, desobedecer a otros o ignorar las reglas.
La autonomía implica la creencia en nuestra capacidad activa para establecer normas, lo mismo que el sujeto podía
imponer la forma al fenómeno. La razón se da a sí misma normas y límites; la razón ilustrada solo se guía por sí misma.
El individuo autónomo reflexiona desde su propia perspectiva, utilizando su razón con valentía.
La capacidad de tomar decisiones por uno mismo no nace con nosotros, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo. Esto
sucede gracias a procesos históricos como la Ilustración, que nos ayudan a reflexionar y a entender mejor el mundo,
permitiéndonos ser más autónomos moralmente.
Lo contrario de la autonomía es la heteronomía: el sujeto no se está dando a sí mismo las máximas por las que se guía,
sino que se limita a obedecer unas normas preexistentes (obedecer a otro). Si hacemos algo sólo porque nos entran ganas,
o quieres, no estas siendo autónomo.
, Categoría
Los conceptos puros o conceptos a priori, son cada una de las doce formas a priori del entendimiento.
Definen qué es el entendimiento: podemos formar conceptos porque tenemos en nosotros categorías; son así la
condición de posibilidad para entender, y definen la realidad posible.
No constituyen conocimiento por sí solos: para terminar, formando un fenómeno se tienen que unir con lo que
aporta la sensibilidad: así, por ejemplo, no conozco sustancia, sino gatos, mesas, etc.
La cosa-en-sí no responde a ninguna de las categorías.
El desarrollo de las categorías da lugar a la física teórica, que pone los fundamentos para el conocimiento
científico de la realidad.
Las categorías terminan de organizar la materia del conocimiento una vez que ha sido previamente estructurada por las
formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo).
Entre las doce categorías podemos citar la de sustancia, y la de causalidad, que dejan de ser posibles realidades
independientes de nosotros, para el ser el fundamento en el sujeto que define cualquier realidad posible.
Entendimiento
Junto con la sensibilidad, facultad necesaria para completar el proceso del conocimiento. Es activo, espontáneo, y
proporciona conceptos, los cuales no se reducen a intuiciones, pero tampoco se utilizan separados de las intuiciones.
El entendimiento maneja conceptos, con los que formamos afirmaciones.
El entendimiento tiene una estructura que nos permite comprender, formada por categorías o conceptos a priori. Kant
identificó doce categorías, como sustancia y causa. Estas categorías nos permiten formar conceptos, pero por sí solas no
constituyen conocimiento; deben combinarse con lo que aporta la sensibilidad. La cosa-en-sí no se ajusta a estas
categorías. El desarrollo de estas categorías da lugar a la física teórica, que establece los cimientos para nuestro
conocimiento científico del mundo.
Fenómeno
El conocimiento se considera como algo construido, siendo la realidad tal como la percibimos. Bajo el idealismo, el
conocimiento se construye de cierta manera, y esta forma de conocer determina cómo percibimos el objeto de
conocimiento, cuya realidad se define por ser cognoscible.
Es así el resultado de una materia que nos es dada, y es procesada por el sujeto en un primer momento según las formas
de la sensibilidad (espacio y tiempo), y a continuación según las formas del entendimiento (categorías)
Kant considera que hay una realidad fundamental, el "noúmeno", que está más allá de nuestra capacidad de conocer. Por
lo tanto, no tiene sentido intentar comprenderla, ya que no se ajusta a las formas de nuestro entendimiento. El noúmeno
es la realidad absoluta, mientras que el fenómeno es una realidad dependiente de ella que percibimos y que construimos a
partir de la realidad absoluta.
Cuando nos esforzamos por actuar moralmente, estamos reconociendo nuestra humanidad y la diferencia entre ser
personas y simplemente objetos. Aunque no podemos demostrarlo de manera definitiva, podemos experimentar esta
distinción en nuestro intento por hacer lo correcto.
A posteriori
Se justifican usando la experiencia; entonces, una experiencia puede hacer que nos entre la duda sobre su verdad o
falsedad, o darnos cuenta de que estábamos en un error. Son afirmaciones respecto a las que no tenemos seguridad.
Todos los juicios a posteriori son sintéticos, cuya verdad o falsedad no está determinada por el significado de los
términos que la componen. Dada una verdad sintética, podemos pensar lo contrario de lo que se dice en ella (estaríamos
describiendo una experiencia posible, que luego se podrá o no producir). Lo que decimos en ellas puede constituir nuevo
conocimiento.
El conocimiento de verdades sintéticas a posteriori es lo que podemos llamar conocimiento a posteriori.
En algunos juicios sintéticos a posteriori podremos estar anticipando algo de la experiencia futura, pero nos estaremos
apoyando en la experiencia pasada.
A priori
Se justifica sin usar la experiencia; ninguna experiencia puede hacer que nos entre la duda sobre su verdad o falsedad, o
darnos cuenta de que estábamos en un error. Son afirmaciones respecto a las que tenemos seguridad.
En el caso de los juicios analíticos a priori, su verdad o falsedad está determinada por el significado de los términos que
la componen. Dada una verdad analítica, no podemos concebir lo contrario de lo que se dice en ella. Una afirmación
analítica, podremos reducirla a tautología (verdad analítica) o a contradicción (falsedad analítica). No describimos en
ellas una experiencia posible entre otras; no decimos en ellas nada que pueda constituir nuevo conocimiento.
Kant introduce un 3º tipo de afirmaciones: las afirmaciones sintéticas a priori. En ellas pensamos algo respecto a lo que
podemos imaginar distintas posibilidades (afirmación sintética), pero lo afirmamos sin importar si la experiencia nos
apoya o nos contradice (afirmación a priori). Entonces ampliamos el conocimiento, con seguridad.
Al conocimiento de verdades sintéticas a priori lo llamaremos conocimiento a priori. Kant considera que hay tres
candidatos a conocimiento a priori: las matemáticas, los fundamentos teóricos de las ciencias, y la metafísica. Sólo los
dos primeros lo son.
Autonomía
La libertad implica que cada persona establece las reglas que guían su comportamiento y se compromete a seguirlas.
Solo podemos establecer normas que podamos obedecer como principios. Por lo tanto, la verdadera libertad radica en
esforzarse por ser moral, no en decidir sin sentido, desobedecer a otros o ignorar las reglas.
La autonomía implica la creencia en nuestra capacidad activa para establecer normas, lo mismo que el sujeto podía
imponer la forma al fenómeno. La razón se da a sí misma normas y límites; la razón ilustrada solo se guía por sí misma.
El individuo autónomo reflexiona desde su propia perspectiva, utilizando su razón con valentía.
La capacidad de tomar decisiones por uno mismo no nace con nosotros, sino que se desarrolla a lo largo del tiempo. Esto
sucede gracias a procesos históricos como la Ilustración, que nos ayudan a reflexionar y a entender mejor el mundo,
permitiéndonos ser más autónomos moralmente.
Lo contrario de la autonomía es la heteronomía: el sujeto no se está dando a sí mismo las máximas por las que se guía,
sino que se limita a obedecer unas normas preexistentes (obedecer a otro). Si hacemos algo sólo porque nos entran ganas,
o quieres, no estas siendo autónomo.
, Categoría
Los conceptos puros o conceptos a priori, son cada una de las doce formas a priori del entendimiento.
Definen qué es el entendimiento: podemos formar conceptos porque tenemos en nosotros categorías; son así la
condición de posibilidad para entender, y definen la realidad posible.
No constituyen conocimiento por sí solos: para terminar, formando un fenómeno se tienen que unir con lo que
aporta la sensibilidad: así, por ejemplo, no conozco sustancia, sino gatos, mesas, etc.
La cosa-en-sí no responde a ninguna de las categorías.
El desarrollo de las categorías da lugar a la física teórica, que pone los fundamentos para el conocimiento
científico de la realidad.
Las categorías terminan de organizar la materia del conocimiento una vez que ha sido previamente estructurada por las
formas a priori de la sensibilidad (espacio y tiempo).
Entre las doce categorías podemos citar la de sustancia, y la de causalidad, que dejan de ser posibles realidades
independientes de nosotros, para el ser el fundamento en el sujeto que define cualquier realidad posible.
Entendimiento
Junto con la sensibilidad, facultad necesaria para completar el proceso del conocimiento. Es activo, espontáneo, y
proporciona conceptos, los cuales no se reducen a intuiciones, pero tampoco se utilizan separados de las intuiciones.
El entendimiento maneja conceptos, con los que formamos afirmaciones.
El entendimiento tiene una estructura que nos permite comprender, formada por categorías o conceptos a priori. Kant
identificó doce categorías, como sustancia y causa. Estas categorías nos permiten formar conceptos, pero por sí solas no
constituyen conocimiento; deben combinarse con lo que aporta la sensibilidad. La cosa-en-sí no se ajusta a estas
categorías. El desarrollo de estas categorías da lugar a la física teórica, que establece los cimientos para nuestro
conocimiento científico del mundo.
Fenómeno
El conocimiento se considera como algo construido, siendo la realidad tal como la percibimos. Bajo el idealismo, el
conocimiento se construye de cierta manera, y esta forma de conocer determina cómo percibimos el objeto de
conocimiento, cuya realidad se define por ser cognoscible.
Es así el resultado de una materia que nos es dada, y es procesada por el sujeto en un primer momento según las formas
de la sensibilidad (espacio y tiempo), y a continuación según las formas del entendimiento (categorías)
Kant considera que hay una realidad fundamental, el "noúmeno", que está más allá de nuestra capacidad de conocer. Por
lo tanto, no tiene sentido intentar comprenderla, ya que no se ajusta a las formas de nuestro entendimiento. El noúmeno
es la realidad absoluta, mientras que el fenómeno es una realidad dependiente de ella que percibimos y que construimos a
partir de la realidad absoluta.
Cuando nos esforzamos por actuar moralmente, estamos reconociendo nuestra humanidad y la diferencia entre ser
personas y simplemente objetos. Aunque no podemos demostrarlo de manera definitiva, podemos experimentar esta
distinción en nuestro intento por hacer lo correcto.
