DIPLOMADO EN PSICOLOGÍA CLÍNICA
ESTUDIO DE CASO
Estudiante:
ABC
Docentes:
ABC
San Juan de Pasto Noviembre, 2023
,Exploración Psicológica: Desafíos, Ansiedad y Resiliencia en un Camino de Autodescubrimiento
Resumen
El caso de Karen Dayana Menese Anama, una estudiante universitaria de 24 años que
experimenta ansiedad y tristeza debido a conflictos con la ex pareja de su novio, es
significativo por varias razones. Karen enfrenta una compleja red de desafíos emocionales,
familiares y sociales, incluyendo traumas desde la adolescencia, una relación pasada abusiva, y
tensiones actuales con la familia de su novio. La paciente muestra signos evidentes de ansiedad y
depresión, con impacto en su calidad de vida, relaciones interpersonales y desempeño académico.
Su historia revela una falta de apoyo emocional, exacerbada por un entorno familiar conflictivo.
Además, la presencia de síntomas físicos como insomnio y dolores musculares sugiere una
conexión entre su estado emocional y su bienestar físico. La formulación clínica identifica un
posible trastorno de ansiedad generalizada, destacando la importancia de una intervención
terapéutica integral, incluyendo enfoques cognitivo-conductuales y posiblemente farmacológicos.
La evaluación funcional destaca la afectación en diferentes áreas de la vida de Karen,
desde lo emocional y social hasta lo físico.En resumen, este caso resalta la complejidad de los
trastornos mentales y la necesidad de abordar no solo los síntomas emocionales, sino también los
factores estresantes subyacentes en la vida del paciente para lograr una intervención efectiva y
mejorar su bienestar integral
Palabras clave: desafíos emocionales, trastorno de ansiedad generalizada, terapéutica
integral.
INTRODUCCIÓN
El propósito de este estudio consiste en presentar la aplicación de una intervención para
tratar un caso de ansiedad generalizada en un adulto mediante el enfoque de la terapia cognitivo-
conductual, utilizando como referencia el modelo desarrollado por (Dugas y Koerner, 2005; Dugas
y Ladouceur, 1997). Este planteamiento no solo resulta aplicable a la conducta y a las cogniciones
asociadas a la inquietud, sino que también se extiende al estudio de emociones como el miedo, así
como a fenómenos tales como la ansiedad. En la mayoría de los casos, estas manifestaciones,
siempre y cuando no alcancen la categorización de trastornos, son consideradas como mecanismos
adaptativos y de supervivencia en la experiencia humana. Sin embargo, en situaciones donde la
inquietud experimenta un aumento en sus niveles y da lugar a una sintomatología que ya se
reconoce como parte integral de los trastornos de ansiedad, manifestándose de manera crónica,
, exacerbada y abarcando diversas esferas de la vida del individuo, se le atribuye la clasificación de
trastorno de ansiedad generalizada (TAG). En este contexto, la inquietud pierde su sentido de
funcionalidad inicialmente concebido y se convierte en un fenómeno patológico que requiere
abordaje clínico (Torpy, 2011).
La ansiedad junto a la depresión según estimaciones de la OMS (2016), ha tenido un
crecimiento del 50% entre 1990 y el 2013. De esta manera al menos 1 de cada 10 personas en el
mundo padece este tipo de afecciones, basándonos en la fuente anteriormente citada. Siguiendo los
parámetros establecidos en el DSM-V, los Trastornos de Ansiedad en términos generales generan
una marcada sensación de angustia y miedo. Esto se manifiesta con síntomas como opresión en el
pecho y una notable disminución en el rendimiento funcional. Además, se observa un aumento
sustancial en los niveles de preocupación y tensión asociados a situaciones temidas.
Diversas investigaciones han evidenciado la eficacia de la terapia de conducta y la terapia
cognitiva y de conducta (CBT) en el tratamiento de los trastornos de ansiedad. Los psicólogos
emplean la CBT con el propósito de auxiliar a los pacientes en la identificación y el manejo de los
factores contribuyentes a su ansiedad. La terapia de conducta implica la aplicación de técnicas
destinadas a disminuir o detener las conductas no deseadas asociadas a estos trastornos. Por
ejemplo, se utiliza una estrategia que involucra el uso de técnicas de relajación y
respiración profunda para contrarrestar la agitación y la hiperventilación (respiración rápida y
superficial) que suelen acompañar a ciertos trastornos de ansiedad.
A través de la terapia cognitiva, los pacientes adquieren la capacidad de comprender cómo sus
pensamientos contribuyen a los síntomas o trastornos de ansiedad, así como de modificar esos patrones
para reducir la probabilidad de su ocurrencia y la
intensidad de la reacción. La mayor conciencia cognitiva del paciente se combina con frecuencia
con técnicas conductuales para ayudar a la persona a enfrentar y tolerar progresivamente
situaciones temidas en un entorno controlado y seguro. En la fase inicial de intervención, se centra
en la identificación y reestructuración de los patrones de pensamientos irracionales que subyacen a
la preocupación excesiva. Este proceso implica una exploración cuidadosa de los pensamientos
automáticos y recurrentes del individuo, permitiendo la identificación de distorsiones cognitivas y
creencias desadaptativas que contribuyen a la ansiedad generalizada. Una vez identificados, se
trabaja en reemplazar estos pensamientos disfuncionales con alternativas más realistas y
adaptativas. Esta fase no solo se enfoca en el contenido de los pensamientos, sino también en la
evaluación de su validez y utilidad, desafiando cogniciones negativas que mantienen el ciclo de la
ansiedad.