UNIDAD 8
Sentido, referencia y representación: la filosofía del lenguaje de G. Frege
1. INTRODUCCION.
2. FREGE EN LA TRADICION FILOSOFICA
3. FUNCION Y OBJETO
4. SENTIDO Y REFERENCIA
5. TEORIA DEL SIGNIFICADO ORACIONAL
6. EL REALISMO DE FREGE
1. INTRODUCCION
Corno se ha repetido en innumerables ocasiones, Frege se encuentra en el origen
de la lógica formal y de la moderna filosofía del lenguaje. A pesar de la falta de
conocimiento (y reconocimiento) de su obra en su época, ejerció una influencia decisiva
en la constitución de estas dos disciplinas, principalmente a través de la difusión de sus
ideas por parte de B. Russell y L. Wittgenstein.
En cuanto a la lógica, fue propósito de Frege llevar a cabo la obra revolucionaria
que situaría a la matemática sobre los fundamentos más sólidos. En cambio, se puede
decir que su aportación a la filosofía contemporánea del lenguaje fue considerada por él
como secundaria y circunstancial. Sus reflexiones sobre el lenguaje natural se
encuentran dispersas en diferentes artículos, cuyo propósito principal no es tanto el de
proponer una explicación de fenómenos lingüísticos concretos, como poner a prueba
distinciones conceptuales de carácter básico, aplicables a cualesquiera sistemas
semióticos (incluyendo los lenguajes lógicos).
En su sentido más general, la aportación de Frege a las teorías modernas sobre el
lenguaje se puede caracterizar del modo siguiente: las teorías del lenguaje han de dar
,cuenta de la relación de éste con la realidad, y esto se puede hacer al margen del análisis
del pensamiento. Como en todo cambio de perspectiva que induce una modificación
sustancial en una disciplina, la modernidad de Frege no consiste sino en la recuperación
de un viejo paradigma. A partir del siglo XVII, del «giro cartesiano», las reflexiones
lingüísticas habían estado dominadas por una versión u otra del psicologismo. La
relación semiótica había sido concebida como una relación mediata entre el lenguaje y
la realidad. Los contenidos mentales (ideas, conceptos, interpretantes ...) constituían la
condición necesaria de la significación, de la conexión entre la expresión lingüística y la
realidad extralingüística. Frente a esta concepción, las teorías lingüísticas de Frege
suponen un retorno a las ideas medievales y aristotélicas: el concepto mediador es
desprovisto de su contenido psicológico, siendo objetivado, y, lo que es más importante,
la lógica recupera el papel central en el análisis del lenguaje. A partir de Frege, el
análisis formal del lenguaje va a constituir un instrumento privilegiado en las teorías
filosóficas y lingüísticas más importantes del siglo XX. Es paradójico que tal
preponderancia tenga su origen en la desconfianza hacia el propio lenguaje natural, pues
Frege era de la firme opinión que dicha clase de lenguaje no constituía un instrumento
analítico adecuado ni del pensamiento ni del razonamiento. Para estos menesteres,
Frege comparó al lenguaje común con un ojo, mientras que la lógica, en su precisión,
sería semejante a un microscopio. De ahí la necesidad de la Conceptografía, lenguaje
formal ideado expresamente con un fin científico, el control de la validez de los
razonamientos o inferencias. Tal Conceptografía no era concebida, como Frege
subraya, como un sustituto del lenguaje natural, excepto para el fin específico para el
que estaba ideada. Pero, aunque así fuera, en el propio Frege se encuentra expresada la
esperanza de que tal tipo de lenguaje, aplicable en principio sólo al conocimiento
matemático, pueda encontrar imitadores en otros ámbitos del conocimiento. La
Conceptografía no abandonaba la pretensión de convertirse en un lenguaje universal
para la expresión del conocimiento, sino que tan sólo se consideraba un paso en esa
dirección. No renunciaba tampoco a probar su utilidad en otras actividades racionales en
que fuera importante el razonamiento, como en el caso de la filosofía. Según Frege, «si
es una tarea de la filosofía romper el dominio de la palabra sobre la mente humana al
descubrir los engaños que sobre las relaciones de los conceptos surgen casi
inevitablemente en el uso del lenguaje, al liberar al pensamiento de aquellos con que lo
plaga la naturaleza de los medios lingüísticos de expresión, entonces mi conceptografía,
, más desarrollada para estos propósitos, podría ser un instrumento útil a los filósofos»
(Conceptografía, Prólogo, pág. 10). En este sentido se puede considerar que Frege es
heredero de una larga tradición de desconfianza hacia el lenguaje natural, tradición que
se puede remontar hasta F. Bacon. De acuerdo con esta tradición, que Frege transmitió a
buena parte de la filosofía del lenguaje de este siglo, el lenguaje común es
irremediablemente vago e impreciso para la representación de la estructura de la
realidad. La alternativa ante esta situación es, o bien la sustitución de tal lenguaje
natural por instrumentos expresivos más adecuados (en particular, los lenguajes
matemáticos), o bien el análisis conceptual de dicho lenguaje, que descubre la auténtica
estructura oculta, de carácter lógico, de las expresiones lingüísticas. La regimentación
lógica y el análisis formal serán a partir de Frege los instrumentos favoritos del filósofo
del lenguaje para intentar resolver los tradicionales problemas semánticos.
2. FREGE EN LA TRADICIÓN FILOSÓFICA
Demasiado a menudo se ha presentado a Frege como un pensador genial, carente
de precedentes en la historia de la filosofía o de la lingüística. Ya hemos indicado, sin
embargo, el carácter general de su filiación filosófica, en cuanto a lo que se refiere a
teorías semióticas. Existen además otros puntos en los que se puede ligar a Frege con la
tradición filosófica pero, por lo que nos atañe, es preciso destacar dos, su crítica del
kantismo y su opción por la tradición racionalista realista de Leibniz.
En cuanto a la primera, que consiste esencialmente en el rechazo de la
concepción kantiana de la aritmética como ciencia sintética a priori y en una diferente
forma de entender la oposición analítico/sintético, tiene una importante consecuencia en
lo que se refiere a la teoría semántica que Frege propugnó. Para Kant, el concepto sin
intuición, esto es, sin contenido psicológico (percepción elaborada ...), es vacío. En
cambio, de acuerdo con Frege, los conceptos aritméticos, como el de número, son
precisamente esa clase de conceptos no ligada a intuiciones, puesto que los números no
son propiedades de los objetos. Tal doctrina, que tiene propiamente que ver con la
filosofía de la lógica, permitió a Frege despojar a ésta, y de paso a la teoría semántica,
de las tesis psicologistas que la dominaban. Según Frege, los conceptos son entidades
abstractas, objetivas, que pueden ser aprehendidas a través de las intuiciones, pero que
no tienen por qué serio de forma necesaria.