Tema 4: Elección racional y enfoque económico
Texto 5 → El enfoque económico del comportamiento humano (Becker).
Primeramente, el modelo de la elección racional (el cual es la acción racional con arreglo a fines)
es el núcleo del enfoque económico. Además, hay que centrarlo en un contexto estratégico.
Si algo va a marcar el enfoque económico es el racionalismo metodológico, el cual, recordamos
que abarca la acción racional con arreglo a fines. Eran preferencias o un recurso por defecto,
pero no excluía la posibilidad de añadir a los otros. Por ello, se va a basar en la exclusividad;
excluimos las acciones irracionales y todas menos la acción con arreglo a fines (en Weber las
situamos en las acciones tradicionales y afectivas).
Confundir el individualismo metodológico (comprenderlo en términos de acciones individuales)
y el racionalismo metodológico (comprender que la conducta de los agentes se orienta solo por la
acción con arreglo a fines) viene porque el individualismo metodológico no tiene por qué ir
acompañado del racionalismo metodológico o viceversa. Weber por ejemplo los distinguía dando
ejemplos de acciones tradicionales y afectivas, que seguían siendo individuales (aquí solo trata el
individualismo metodológico, no el racionalismo).
Si el modelo de la elección racional está en el núcleo del enfoque económico y este no se puede
entender sin la exclusividad de la elección racional es porque tiene múltiples versiones y
encontramos una particularmente estricta. En la versión más tradicional incluye 6 condiciones.
Sin embargo, antes de estas condiciones vamos a ver el significado de elección racional: primero,
con Weber, lo entendemos como aquel agente que mueve su conducta por aquello que más le
beneficia (conjunto de opciones o alternativas que tiene que elegir u oportunidades); la mejor
opción, la que más le convenga.
Aun así, ¿cómo podemos determinar que las consecuencias de esa acción son más preferibles o
más valiosas al otro? Esto no se puede responder si no se presuponen los deseos del agente. Es
fundamental que esos deseos no tengan cualquier forma, es necesario que estén jerarquizados,
orden de prioridad entre ellos; que seamos capaces de ordenarlos. La elección racional no es en
la medida si no pensamos en los deseos de la gente en un ranquin.
Ante esto, hay dos criterios de la consistencia interna en cuanto al orden que han de cumplir el
ranquin de preferencia para llevarlos a la función de utilidad:
Completud → El agente prefiere x a y; y a x; es indiferente.
Siempre podemos comparar las opciones y de la comparación solo puede salir que una opción es
mejor que la otra o que es indiferente.
Parece que tenemos un supuesto trivial, pero en realidad no es así, ya que toda opción es
comparable y esto es mucho suponer, por lo que llegamos a la inconmensurabilidad
(posibilidad de que las dos opciones sean valiosas pero su valor no sea comparable. Y nos
preguntamos: ¿esto existe? Inconmensurabilidad es, en otras palabras, pluralismo de valores los
cuales están en conflicto entre sí, no son comparables. Por tanto, damos lugar a la completud
como axioma y descartamos la inconmensurabilidad).
1
, La racionalidad de la acción solo es posible con una comparación y un ranquin. Decir que todo
es comparable se traducirá como “que todo tiene un precio”.
Transitividad → Si el agente prefiere x a y o y a z, tiene que preferir de y a z o de z a
x; caemos en un círculo, por lo que la transitividad debe ir ligada a la completud para
establecer ese ranquin.
Sin esto, no habría elección racional.
Hay una característica fundamental: la acción es simplemente un medio para conseguir algo. La
orientación consecuencialista de Weber es esto, es decir, la selección del medio más eficiente
para promover nuestros fines o satisfacer nuestros intereses. Elegir aquella acción cuyas
consecuencias satisfacen mejor la función de utilidad, dando lugar a un comportamiento
maximizador. La elección es un cálculo de optimización.
*Asunto adicional: en muchas ocasiones, al elegir, si hay un cierto rasgo de incertidumbre,
introducimos la idea de probabilidades. Ejemplo: está nublado y no sabemos si coger el
paraguas o no. No sabemos si va a llover o no. Si nos llevamos el paraguas y resulta que no
llueve, tendría que estar con él todo el rato. Aquí damos lugar a la utilidad de un cierto estado de
casos y ponderarla con la probabilidad de que ocurra. No hablamos solo de la utilidad del estado
de cosas, sino también de la utilidad esperada, es decir, elegir el más óptimo.
Además, más tarde hablaremos de cómo interpretamos la elección racional: ¿es descriptiva -que
se ajuste al comportamiento de las personas- o normativa -se prescribe cómo deben actuar-?
El utilitarismo usa este esquema como agente altruista. Y también nos vale para un agente
egoísta. El modelo racional no nos dice nada sobre el contenido de las preferencias del agente.
En algún momento el agente racional se convierte en egoísta. Tenemos que introducir ciertos
supuestos en el contenido de las preferencias para convertirlo en egoísta. Aquí nos encontramos
con una ambigüedad: ¿ser egoísta es mirar por los fines de uno? No, porque yo puedo tener como
fin salvar a todas las ballenas azules. Por esto, hay que concretar el contenido de las preferencias.
Tenemos, por tanto, un modelo de elección racional basado en el comportamiento maximizador
y egoísta del agente. Este egoísmo estaba en la tradición económica clásica.
Tras lo anterior y volviendo a las seis condiciones mencionadas, tenemos al autor Van Parins,
quien dio lugar a un modelo económico de elección racional incorporando estas condiciones:
1. Egoísta → Lo que la gente maximiza son sus propios intereses. Presuponemos que los
agentes son egoístas que miran únicamente por ellos mismos.
Concebir a la gente que se preocupa por su propio bienestar; agentes que solo miran por sí
mismos.
¿Es una forma de ver al ser humano? No porque a veces vemos a gente que actúa por su propio
bienestar y a veces no, o que sacrifican su bienestar por los demás. Los seres humanos
experimentan gozos de la dicha ajena sin ningún tipo de provecho (es lo que dice Adam Smith y
también Hume como complejidad de la psicología humana, cosa que no siempre se recoge lo
2