1.REALISMO Y NATURALISMO. LA POESÍA Y EL TEATRO EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX
Las últimas décadas del siglo XIX tanto en Europa como en España se muestran agitadas. La constitución del 69 instaurará la monarquía que durará poco
tiempo, ya que en el 1873 se proclama la I República, tras la que vendrán sucesivos golpes de estado hasta que finalmente la restauración borbónica colocará
en el trono a Alfonso XII y con él vendrá un periodo de estabilización. La sociedad se presenta cada vez más fragmentada, surge el proletariado que dará lugar al
comienzo de los primeros movimientos obreros mientras que la burguesía y la nobleza se unificarán creando la élite de la sociedad.
El movimiento realista surge en Europa años antes de llegar a España, de la mano de Flaubert, Balzac o Stendhal, quien lo define como “un espejo a lo largo de
un camino”. Nace este movimiento en las calles de Francia, pero pronto llegaría a otros países como Rusia de la mano de Dostoyevski o a Inglaterra con Dickens.
En España el máximo exponte de este movimiento lo tenemos en Benito Pérez Galdós, que reflejará como nadie lo ocurrido en España en esas décadas a través
de sus personajes. El realismo quería romper con el Romanticismo, movimiento anterior, dejar atrás los escenarios exóticos, y los saltos espaciales y temporales
para centrarse en el momento en el que les tocó vivir, reflejar no solo personajes vividores y marginados, sino hacer un retrato de todas las clases sociales que
componían la España del momento, relatos cargados de decoro poético y verosimilitud, de diálogos y descripciones que otorgaban un papel objetivo a un
narrador omnisciente el cual mostraba la realidad tal y como se presentaba ante sus ojos.
Galdós, gran canario afincado en Madrid, creará un microcosmos en sus novelas, con personajes que cobrarán tanta vida que se convertirán en personajes de
varias de sus novelas, viajando entre ellas y convirtiendo la ficción casi en una realidad. Comenzará retratando esa España en los Episodios nacionales a través
de los cuales relata los momentos más importantes de la historia de su tiempo,con un afán didáctico indaga en los problemas para entenderlos y buscar
soluciones. Su novelística se ha dividido, por su temática, en tres etapas: las novelas de tesis, a través de las cuales muestra conflictos, ideas, convicciones
políticas, representantes de esta época son Marianela o Doña Perfecta. Estas darían paso a las novelas contemporáneas donde podemos situar su mayor obra
Fortunata y Jacinta, son novelas en las que su ideología parece difuminarse, con personajes complejos presenta descripciones morales de la ciudad de Madrid.
Su última etapa, la espiritualista, se centra en el sentido de la vida, busca el amor, la caridad y un ser superior que explique al mundo lo que sucede, en ella se
incluyen Nazarín o Misericordia.
Pero no solo Galdós reflejó la España de su tiempo, debemos destacar a Alarcón, granadino que sitúa sus novelas, al igual que el resto de escritores en el lugar
que le vio vivir, La Alpujarra, su obra cumbre. Gozó del gusto del público de la época, de la misma manera que Pereda, con Peñas arriba, el cual llevará al
regionalismo a su máximo esplendor. Algunos autores con Palacio Valdés tienden a idealizar ese realismo añorando el pasado con La aldea perdida, o Valera,
muy criticado por su excesivo idealismo de una realidad que presenta muy edulcorada “Las novelas deben mentir para el consuelo” a través de sus obras con
títulos de sus protagonistas femeninas Doña Luz o Pepita Jiménez.
El realismo da paso al Naturalismo, movimiento que intenta romper con ese idealismo creado y refleja la realidad como es . Zola lo llevará a su esplendor con
Germinal y Emilia Pardo Bazán lo introducirá en España con La cuestión palpitante. Este movimiento se basaba en el determinismo biológico y en la opresión de
la sociedad para explicar lo que acontecía a sus personajes, y en definitiva al mundo. Con una gran influencia del positivismo, los autores recogen datos para
analizarlos y elaborar una denuncia social.
Clarín, gran y temido crítico literario, reflejará estas características tanto en sus cuentos Adiós, cordera o Pipá, como en sus novelas Su único hijo y La Regenta,
heredera de Madame Bovary. En esta última, Ana Ozores es víctima y es oprimida tanto por la sociedad como por su determinismo biológico. Vetusta, ciudad
vieja, reprime las pasiones y los sentimientos de la protagonista, sus habitantes, el campanario de la catedral, Fermín de Pas…hasta llegar a un desenlace fatal.
Todo retratado a través de soliloquios y del estilo indirecto libre.
Por su parte, Blasco Ibáñez, valenciano, perseguido varias veces por su ideología política costándole hasta en tres ocasiones la cárcel reflejará a través de Arroz
y tartana, La barraca o Cañas y barro su Valencia natal.
Pero sin duda, merece especial atención,Emilia Pardo Bazán, introductora del naturalismo en España, de educación liberal, viajó mucho lo que le permitió
conocer otras culturas, hablaba inglés, alemán y francés. Escritora de cuentos como El encaje roto donde la protagonista femenina rompe con las reglas que la
sociedad venía imponiendo a las mujeres y de novelas que retratan su Galicia natal Los pazos de Ulloa o Madre naturaleza que hereda el determinismo de Zola
desde una perspectiva cristiana.
En cuanto al terreno poético, en plena época del realismo surgieron en España algunos poetas continuadores del espíritu romántico. Gustavo Adolfo Bécquer
renueva decisivamente la poesía española con su lirismo intimista que plasma en sus Rimas. Junto a este romántico rezagado destaca Rosalía de Castro, quien
en poemarios como Cantares galegos y Follas novas refleja sentimientos de dolor y desengaño junto a la naturaleza de su Galicia natal inspirada por el
“Rexurdimento”.
A finales del siglo XIX convivieron distintas tendencias poéticas, como el prosaísmo de Ramón de Campoamor, quien en Humoradas refleja una poesía breve y
conceptual de finalidad didáctica. Cabe destacar a su vez el retoricismo de Gaspar Núñez de Arce y su poesía inspirada en temas cívicos y políticos.
Respecto al teatro, los dramaturgos de esta época trataron de plasmar la sociedad de tu tiempo. Prefirieron temas de actualidad y un lenguaje menos retórico,
alejado del romanticismo. Destaca la comedia al servicio de los gustos de la alta burguesía, cultivada por Jacinto Benavente ( El nido ajeno, El marido de la
Téllez) y el drama neorromántico o melodrama con José Echegaray, primer español en alzarse con el Premio Nobel de Literatura y autor de obras como El loco
Dios. En paralelo, surgió el drama social, centrado en los conflictos de personajes de clases sociales no burguesas, en el que encuadramos a Joaquín Dicenta
con El señor feudal. Finalmente, cabe señalar las imbricaciones entre prosa y teatro en la figura de Galdós, quien realizó adaptaciones teatrales de sus novelas,
como Doña Perfecta o El abuelo.