NEUROBIOLOGIA DEL PARTO
El parto es un evento neurobiológico en el que se produce un diálogo neuroquímico constante e irrepetible
entre el cerebro materno y el del bebé. De hecho, son las neurohormonas fetales las que dan la señal que
desencadena el parto a término en condiciones fisiológicas.
EL CEREBRO MATERNAL
Cambios en el cerebro de la madre al final del embarazo
“Consideramos esencial para la salud mental, que el bebé y el niño pequeño experimenten una relación cálida,
íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente), en la que ambos hallen satisfacción y
goce” John Bowlby
El vínculo es precisamente esa relación cálida e íntima que se establece entre el bebé y su madre y cumple la
función biológica de promover la protección, la supervivencia y en última instancia la replicación. En la
actualidad sabemos gracias a la neurobiología del apego que existe una correlación directa de la teoría del
apego con el desarrollo neuronal del lactante, y con cambios en sistemas neuroendocrinos de la madre que
permiten finalmente que se inicie el vínculo entre ambos y la formación del proceso de apego. Las alteraciones
de este proceso generan alteraciones neuroanatómicas que predisponen a diferentes patologías mentales.
Se sabe que conforme avanza la gestación, el cerebro materno se va transformando para preparar el drástico
cambio en la conducta que conlleva cuidar de un recién nacido. La culminación de los cambios que sufren los
circuitos neuronales maternos al final de la gestación (controlados por las hormonas del embarazo) se traduce
en que tras el nacimiento las madres sanas normalmente cuidan, protegen y defienden a sus criaturas y
además dichos cuidados les resultan placenteros y satisfactorios, es decir, se establece una relación amorosa
entre madre y bebé.
El periodo perinatal es un momento de gran neuroplasticidad tanto en la madre como en el bebé que puede
verse muy afectado por el ambiente. Los cambios cerebrales que conlleva la maternidad son neuroquímicos,
morfológicos y funcionales y están destinados a garantizar la crianza y supervivencia del recién nacido.
El cerebro maternal se va modificando extraordinariamente durante la gestación y esos cambios afectan al
resto de funciones corporales. Progresivamente cambian las secreciones hormonales, especialmente las
neurohormonas cerebrales, y se produce un escenario hormonal particular exclusivo durante el embarazo, el
parto y la lactancia. Todos estos procesos se van reflejando en la psicología materna y en el estado anímico del
embarazo.
Cambios psíquicos durante el embarazo
Desde el punto de vista psíquico el embarazo se caracteriza por una creciente sensibilidad emocional y una
necesidad de revisar y comprender los vínculos primarios para poder vincularse afectivamente con el recién
nacido.
Monique Bydlowski (psiquiatra francesa que ha pasado más de treinta años trabajando con embarazadas y
puérperas en una gran maternidad parisina) ha acuñado el término: “transparencia psíquica” para describir el
estado psíquico que se desarrolla gradualmente para alcanzar un grado de sensibilidad creciente durante el
embarazo y especialmente al final. Según esta autora la transparencia psíquica se caracteriza por un resurgir
de recuerdos del pasado, que afloran del inconsciente a la consciencia. Esta transparencia permite que la
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, embarazada pueda pasar mucho tiempo fantaseando y recordando su propia niñez. Si la infancia fue grata
este recuerdo permite imaginarse cómo será la infancia del bebé en camino. Pero, si la infancia fue
traumática, marcada por los abusos o el abandono emocional la fuerza de esas “angustias primitivas” puede
incluso llevar a pedir una interrupción del embarazo, o manifestarse por una angustia o una depresión
importantes. Así, la transparencia psíquica del embarazo equivale a, o conlleva, una reactivación de procesos
psicológicos anteriores no resueltos y puede llevar a una reagudización de duelos anteriores pendientes. Los
psicólogos del desarrollo también coinciden en esta afirmación de que la gestante necesita regresar de alguna
manera a sus recuerdos infantiles para poder luego vincularse eficazmente con su futuro hijo.
A partir del segundo trimestre los movimientos fetales (el sentir las patadas del bebé) actúan como un
estímulo proyectivo a partir del cual las madres elaboran las fantasías derivadas de su relación con su propia
madre lo que se conoce con el nombre de “representaciones maternas” La dificultad materna para elaborar
una representación organizada de función parental durante embarazo, predice y pronostica situación de
riesgo perinatal por la ausencia de modelo maternal con el que la mujer se pueda identificar.
El vínculo se puede ver afecado por factores interpersonales y ambientales como son la calidad de la relación
de pareja, el apoyo social, la presencia de estresores, la dinámica intrapsíquica sobre cómo se concibe él bebe
y sobre todo, la manera en que la madre fue criada por sus propios padres.
En consecuencia, de esta transparencia psíquica puede ser que el embarazo suponga un momento privilegiado
en el que resolver más rápidamente conflictos psíquicos que en otros momentos de la vida.
Neurohormonas cerebrales y embarazo
Durante el embarazo en el cerebro de la madre se crean nuevas neuronas en algunas áreas específicas como
son el hipocampo o el bulbo olfatorio, que facilitarán a su vez la transición a la conducta maternal tras el
parto.
La prolactina que eleva sus niveles unas quince veces durante el embarazo. Prepara el alveolo
mamario para la producción de leche, produce un aumento temporal del apetito para proveer
nutrientes al feto y energía extra para la madre, así como para su almacenamiento en forma de grasa
para la lactancia. Además, la prolactina también actúa reduciendo la respuesta del eje hipotálamo-
hipófisis-adrenal (HAA) al estrés, estimulando la neurogénesis, inhibiendo la ovulación e interviniendo
en el desarrollo y mantenimiento de la conducta maternal.
Progesterona y homonas esteroides: juegan un papel crítico en el neurodesarrollo fetal y sus niveles
se incrementan en el embarazo. Las acciones clásicas de estos esteroides en el cerebro maternal se
relacionan con la preparación de los circuitos neuronales que permiten la expresión de la conducta
materna tras el parto. Además, la alopregnenolona, un metabolito activo de la progesterona, actúa
inhibiendo la respuesta al estrés del eje HHA e impidiendo la liberación de oxitocina antes del parto, a
través de la potenciación del efecto inhibitorio que tienen los receptores GABA sobre las neuronas
oxitocínicas. Los cambios hormonales protegen al bebé que se está gestando del estrés que podría
dañar su desarrollo. Una exposición al estrés durante el embarazo podría “programar” el cerebro del
recién nacido de forma adversa. Esto tendría como consecuencia unos niveles superiores de
glucocorticoides en la edad adulta y una mayor predisposición a padecer patologías afectivas,
metabólicas y cardiovasculares. La alteración en la producción de neuroesteroides desencadena el
parto prematuro.
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El parto es un evento neurobiológico en el que se produce un diálogo neuroquímico constante e irrepetible
entre el cerebro materno y el del bebé. De hecho, son las neurohormonas fetales las que dan la señal que
desencadena el parto a término en condiciones fisiológicas.
EL CEREBRO MATERNAL
Cambios en el cerebro de la madre al final del embarazo
“Consideramos esencial para la salud mental, que el bebé y el niño pequeño experimenten una relación cálida,
íntima y continuada con la madre (o sustituto materno permanente), en la que ambos hallen satisfacción y
goce” John Bowlby
El vínculo es precisamente esa relación cálida e íntima que se establece entre el bebé y su madre y cumple la
función biológica de promover la protección, la supervivencia y en última instancia la replicación. En la
actualidad sabemos gracias a la neurobiología del apego que existe una correlación directa de la teoría del
apego con el desarrollo neuronal del lactante, y con cambios en sistemas neuroendocrinos de la madre que
permiten finalmente que se inicie el vínculo entre ambos y la formación del proceso de apego. Las alteraciones
de este proceso generan alteraciones neuroanatómicas que predisponen a diferentes patologías mentales.
Se sabe que conforme avanza la gestación, el cerebro materno se va transformando para preparar el drástico
cambio en la conducta que conlleva cuidar de un recién nacido. La culminación de los cambios que sufren los
circuitos neuronales maternos al final de la gestación (controlados por las hormonas del embarazo) se traduce
en que tras el nacimiento las madres sanas normalmente cuidan, protegen y defienden a sus criaturas y
además dichos cuidados les resultan placenteros y satisfactorios, es decir, se establece una relación amorosa
entre madre y bebé.
El periodo perinatal es un momento de gran neuroplasticidad tanto en la madre como en el bebé que puede
verse muy afectado por el ambiente. Los cambios cerebrales que conlleva la maternidad son neuroquímicos,
morfológicos y funcionales y están destinados a garantizar la crianza y supervivencia del recién nacido.
El cerebro maternal se va modificando extraordinariamente durante la gestación y esos cambios afectan al
resto de funciones corporales. Progresivamente cambian las secreciones hormonales, especialmente las
neurohormonas cerebrales, y se produce un escenario hormonal particular exclusivo durante el embarazo, el
parto y la lactancia. Todos estos procesos se van reflejando en la psicología materna y en el estado anímico del
embarazo.
Cambios psíquicos durante el embarazo
Desde el punto de vista psíquico el embarazo se caracteriza por una creciente sensibilidad emocional y una
necesidad de revisar y comprender los vínculos primarios para poder vincularse afectivamente con el recién
nacido.
Monique Bydlowski (psiquiatra francesa que ha pasado más de treinta años trabajando con embarazadas y
puérperas en una gran maternidad parisina) ha acuñado el término: “transparencia psíquica” para describir el
estado psíquico que se desarrolla gradualmente para alcanzar un grado de sensibilidad creciente durante el
embarazo y especialmente al final. Según esta autora la transparencia psíquica se caracteriza por un resurgir
de recuerdos del pasado, que afloran del inconsciente a la consciencia. Esta transparencia permite que la
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, embarazada pueda pasar mucho tiempo fantaseando y recordando su propia niñez. Si la infancia fue grata
este recuerdo permite imaginarse cómo será la infancia del bebé en camino. Pero, si la infancia fue
traumática, marcada por los abusos o el abandono emocional la fuerza de esas “angustias primitivas” puede
incluso llevar a pedir una interrupción del embarazo, o manifestarse por una angustia o una depresión
importantes. Así, la transparencia psíquica del embarazo equivale a, o conlleva, una reactivación de procesos
psicológicos anteriores no resueltos y puede llevar a una reagudización de duelos anteriores pendientes. Los
psicólogos del desarrollo también coinciden en esta afirmación de que la gestante necesita regresar de alguna
manera a sus recuerdos infantiles para poder luego vincularse eficazmente con su futuro hijo.
A partir del segundo trimestre los movimientos fetales (el sentir las patadas del bebé) actúan como un
estímulo proyectivo a partir del cual las madres elaboran las fantasías derivadas de su relación con su propia
madre lo que se conoce con el nombre de “representaciones maternas” La dificultad materna para elaborar
una representación organizada de función parental durante embarazo, predice y pronostica situación de
riesgo perinatal por la ausencia de modelo maternal con el que la mujer se pueda identificar.
El vínculo se puede ver afecado por factores interpersonales y ambientales como son la calidad de la relación
de pareja, el apoyo social, la presencia de estresores, la dinámica intrapsíquica sobre cómo se concibe él bebe
y sobre todo, la manera en que la madre fue criada por sus propios padres.
En consecuencia, de esta transparencia psíquica puede ser que el embarazo suponga un momento privilegiado
en el que resolver más rápidamente conflictos psíquicos que en otros momentos de la vida.
Neurohormonas cerebrales y embarazo
Durante el embarazo en el cerebro de la madre se crean nuevas neuronas en algunas áreas específicas como
son el hipocampo o el bulbo olfatorio, que facilitarán a su vez la transición a la conducta maternal tras el
parto.
La prolactina que eleva sus niveles unas quince veces durante el embarazo. Prepara el alveolo
mamario para la producción de leche, produce un aumento temporal del apetito para proveer
nutrientes al feto y energía extra para la madre, así como para su almacenamiento en forma de grasa
para la lactancia. Además, la prolactina también actúa reduciendo la respuesta del eje hipotálamo-
hipófisis-adrenal (HAA) al estrés, estimulando la neurogénesis, inhibiendo la ovulación e interviniendo
en el desarrollo y mantenimiento de la conducta maternal.
Progesterona y homonas esteroides: juegan un papel crítico en el neurodesarrollo fetal y sus niveles
se incrementan en el embarazo. Las acciones clásicas de estos esteroides en el cerebro maternal se
relacionan con la preparación de los circuitos neuronales que permiten la expresión de la conducta
materna tras el parto. Además, la alopregnenolona, un metabolito activo de la progesterona, actúa
inhibiendo la respuesta al estrés del eje HHA e impidiendo la liberación de oxitocina antes del parto, a
través de la potenciación del efecto inhibitorio que tienen los receptores GABA sobre las neuronas
oxitocínicas. Los cambios hormonales protegen al bebé que se está gestando del estrés que podría
dañar su desarrollo. Una exposición al estrés durante el embarazo podría “programar” el cerebro del
recién nacido de forma adversa. Esto tendría como consecuencia unos niveles superiores de
glucocorticoides en la edad adulta y una mayor predisposición a padecer patologías afectivas,
metabólicas y cardiovasculares. La alteración en la producción de neuroesteroides desencadena el
parto prematuro.
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