LA CÉLULA COMO SISTEMA TERMODINÁMICO ABIERTO
La célula puede entenderse como un sistema termodinámico abierto, ya que
intercambia constantemente materia y energía con su entorno. Esta interacción
es fundamental para mantener el orden interno, que se logra a expensas del
aumento de entropía del universo. Según la Primera Ley de la Termodinámica,
la energía no se crea ni se destruye, únicamente se transforma. En el contexto
celular, la energía útil o energía libre es la que permite realizar funciones vitales
como el trabajo mecánico, químico o de transporte.
EL METABOLISMO CELULAR
El metabolismo celular se define como el conjunto de reacciones químicas que
ocurren dentro de la célula, destinadas a mantener la vida. Sus principales
finalidades son obtener energía y materia del medio externo, transformar estas
sustancias en componentes útiles para la célula, construir macromoléculas
necesarias y degradar aquellas que ya han cumplido su función. Para su estudio,
el metabolismo se divide en dos fases interdependientes: el catabolismo, que
implica la degradación de moléculas complejas en compuestos más simples con
liberación de energía, y el anabolismo, que consiste en la síntesis de moléculas
complejas a partir de unidades sencillas, proceso que requiere un aporte
energético.
TIPOS DE METABOLISMO
Los tipos de metabolismo pueden clasificarse atendiendo a diversos criterios. En
cuanto a la fuente de carbono, las células se dividen en autótrofas, que utilizan
dióxido de carbono como única fuente de carbono, y heterótrofas, que dependen
de compuestos orgánicos. Según la fuente de energía, encontramos fotótrofas,
que captan la energía solar, y quimiótrofas, que la obtienen mediante reacciones
químicas. Asimismo, según el tipo de dador de electrones, se diferencian
litótrofas, que emplean compuestos inorgánicos, y organotrófas, que utilizan
compuestos orgánicos. Por último, atendiendo al aceptor final de electrones, las
células pueden ser aerobias, si emplean oxígeno, o anaerobias, si recurren a
otras sustancias.
CATABOLISMO
La célula puede entenderse como un sistema termodinámico abierto, ya que
intercambia constantemente materia y energía con su entorno. Esta interacción
es fundamental para mantener el orden interno, que se logra a expensas del
aumento de entropía del universo. Según la Primera Ley de la Termodinámica,
la energía no se crea ni se destruye, únicamente se transforma. En el contexto
celular, la energía útil o energía libre es la que permite realizar funciones vitales
como el trabajo mecánico, químico o de transporte.
EL METABOLISMO CELULAR
El metabolismo celular se define como el conjunto de reacciones químicas que
ocurren dentro de la célula, destinadas a mantener la vida. Sus principales
finalidades son obtener energía y materia del medio externo, transformar estas
sustancias en componentes útiles para la célula, construir macromoléculas
necesarias y degradar aquellas que ya han cumplido su función. Para su estudio,
el metabolismo se divide en dos fases interdependientes: el catabolismo, que
implica la degradación de moléculas complejas en compuestos más simples con
liberación de energía, y el anabolismo, que consiste en la síntesis de moléculas
complejas a partir de unidades sencillas, proceso que requiere un aporte
energético.
TIPOS DE METABOLISMO
Los tipos de metabolismo pueden clasificarse atendiendo a diversos criterios. En
cuanto a la fuente de carbono, las células se dividen en autótrofas, que utilizan
dióxido de carbono como única fuente de carbono, y heterótrofas, que dependen
de compuestos orgánicos. Según la fuente de energía, encontramos fotótrofas,
que captan la energía solar, y quimiótrofas, que la obtienen mediante reacciones
químicas. Asimismo, según el tipo de dador de electrones, se diferencian
litótrofas, que emplean compuestos inorgánicos, y organotrófas, que utilizan
compuestos orgánicos. Por último, atendiendo al aceptor final de electrones, las
células pueden ser aerobias, si emplean oxígeno, o anaerobias, si recurren a
otras sustancias.
CATABOLISMO