Tema 5: Sorpresa, asco y miedo
a. Introducción
Las aproximaciones más frecuentes a la naturaleza de la emoción sugieren la existencia
de emociones fundamentales o básicas, que tienen connotaciones adaptativas. Desde
esta perspectiva se enfatiza que cada emoción básica se encuentra asociada a unas
condiciones específicas capaces de provocar su activación, originando patrones
peculiares y diferenciales en los planos fisiológico, expresivo y conductual.
En general, las emociones primarias son procesos directamente relacionados con la
adaptación y la evolución, que tienen un sustrato neural innato, universal y un estado
afectivo asociado único.
Según Izard (1991) los requisitos que debe cumplir cualquier emoción para ser
considerada como básica son los siguientes:
tener un sustrato neural específico y distintivo,
tener una expresión o configuración facial específica y distintiva,
poseer sentimientos específicos y distintivos,
derivar de procesos biológicos evolutivos, y
manifestar propiedades motivacionales y organizativas de funciones adaptativas.
b. Sorpresa
La sorpresa es considerada como la emoción básica más singular. Hay autores incluso
que cuestionan que se trate realmente de una emoción. Es la única que es
hedónicamente indeterminada.
c. Definición de sorpresa
Darwin, en su libro “La Expresión de las Emociones en los Animales y en el Hombre”,
señala que la sorpresa se produce por lo inesperado o desconocido. Es una sensación
causada por algún acontecimiento repentino e inesperado.
La sorpresa se define como una reacción causada por algo imprevisto, novedoso o
extraño. Todos los procesos psicológicos se dedican a procesar la estimulación
,responsable de la reacción. También se define como una reacción a un evento o suceso
discrepante del plan o esquema del sujeto.
d. Características
La sorpresa es la emoción más breve de todas las primarias. Se trata de una reacción
emocional neutra (no es positiva o negativa, agradable o desagradable).
Se produce de forma súbita ante una situación novedosa o extraña y desaparece con la
misma rapidez con que apareció. Suele convertirse también rápidamente en otra
emoción, la que sea congruente con la situación estimular desencadenante de la
sorpresa. Es un estado transitorio que desaparece y se habitúa rápidamente. Su
duración viene determinada por el tiempo que tarda en aparecer la emoción posterior.
Öhman y Wiens indican que “hay un considerable solapamiento entre la respuesta de
orientación y la emoción de sorpresa-asombro”. Estos autores señalan que la pura
novedad de un estímulo presentado súbita e inesperadamente lo hace significativamente
emocional; y debido a que es inesperado en el contexto, no hay una forma o vía
rutinaria de manejarlo, y por lo tanto, se le debe prestar atención para averiguar si en sus
consecuencias está escondido un refuerzo o un desastre. Por lo que, si la sorpresa es
reconocida como una emoción, es la emoción asociada con la respuesta de orientación.
La respuesta de orientación (RO) prepara al organismo para la recepción y análisis de
los estímulos, parece estar asociada a un incremento en la sensibilidad de los órganos
sensitivos, para aumentar y optimizar la receptibilidad del organismo.
La respuesta de orientación habitualmente aparece ante estímulos novedosos e
informativos para la persona. Se trata de una evaluación automática de la situación. Es
rápida, afectiva y no consciente.
La sorpresa también puede ser vista como una respuesta de descubrimiento. Sorpresa
puede reflejar o una violación o una confirmación de expectativas.
Antecedentes
Además de lo inesperado o desconocido, como señalaba Darwin, las
principales condiciones elicitadoras o desencadenantes de esta emoción son:
1. Los estímulos novedosos, de una intensidad entre débil y moderada
2. La aparición de acontecimientos inesperados o fuera de contexto
3. Los aumentos bruscos de la intensidad en la estimulación
, 4. La interrupción inesperada o corte de una actividad en curso
Procesamiento
Para que cada uno de los antecedentes señalados se constituya en precursor de la
emoción es necesaria su evaluación. Este proceso implica la interpretación (evaluación)
así como la estimación de la repercusión personal (valoración) que acarrea el estímulo.
Clore y Ortony señalan que la emoción ocurre como consecuencia de la activación de
un proceso cognitivo relacionado con la significación de la situación. Según ellos, la
evaluación valorativa es el concepto clave que permite entender las diferencias
individuales en respuesta a idénticas situaciones; la cualidad e intensidad de las
emociones son, en gran medida, fruto de la forma en que éstas son procesadas por quien
las experimenta.
El procesamiento cognitivo de la sorpresa se produce ante desencadenantes que
suceden con una alta rapidez o muy abruptamente. El sujeto, ante esa situación, valora
tener una baja capacidad de control y de predicción. En la valoración del afrontamiento
del evento, se valora éste y las consecuencias del mismo con un grado alto de urgencia
para afrontarlo.
Se asume que un evento elicita la sorpresa iniciando una serie de procesos que comienza
con la evaluación del evento, continúa con la ocurrencia de una experiencia de
sorpresa y, simultáneamente, la interrupción del procesamiento de información
continuo y la reasignación de los recursos de procesamiento al evento discrepante del
esquema, y culmina en un análisis y evaluación de este evento y además, una
actualización, extensión, o revisión del esquema relevante.
Funciones de la sorpresa
Izard indica que la función de la sorpresa es “limpiar el sistema nervioso de la actividad
que pudiera interferir con el ajuste a un cambio imprevisto producido en nuestro medio
ambiente”.
La emoción de sorpresa prepara al individuo para afrontar de forma efectiva los
acontecimientos repentinos e inesperados y sus consecuencias. Las funciones
adaptativas son las que ejercen un papel más prominente, de tal forma que la sorpresa
facilita la aparición de una reacción emocional y conductual apropiadas ante situaciones
novedosas o inesperadas. Para ello: