ESPAGNOL - CULTURE ET CIVILISATION
CONTEMPORAINES
LA IMPOSICIÓN OLIGÁRQUICA EN AMÉRICA LATINA
– APARICIÓN DE NUEVAS TENDENCIAS POLÍTICAS
1898 – 1930
Los estados latinoamericanos se basaron después del periodo independentista en los
principios políticos europeos para delinear los principios estatales constitucionales de los
nuevos países del continente.
No obstante, estos países tuvieron que adaptar dichos principios a la realidad social –
cultural de América Latina (A.L.). Lo más importante es que estos supuestos principios
democráticos siempre resultaron ser una parodia política, un pretexto para imponer un
poder autoritario. A finales del siglo 19, el continente fue evolucionando dentro de un
contexto político totalmente desorganizado que favoreció la puesta en marcha de un
discurso elitista.
A finales del siglo 19 surgieron una serie de intelectuales que intentaron poner de relieve
una nueva dinámica política. Por ejemplo: el venezolano Andrés Bello y el argentino
Domingo Faustino Sarmiento.
Se debe agregar también la imposición de la tradición del poder personal, el caudillismo. El
caudillismo es una tradición que tendrá una influencia decisiva dentro del contexto
ejecutivo, jurídico y administrativo. Todo esto a lo largo de las tres primeras décadas del
siglo XX.
Al mismo tiempo se asistió a otro fenómeno: la imposición del imperialismo
norteamericano. Por aquellos años, los norteamericanos van a imponer la política del BIG
STICK (en los años 10 = T. Roosevelt, proteger los intereses económicos de los EE. UU. en
A.L.) y más tarde, en los años 30, la diplomacia del dólar.
El caso del caudillo es un fenómeno típicamente latinoamericano. Corresponde al
prototipo del individuo sin escrúpulos que en general llega al poder después de un
golpe de Estado. El caudillismo fue siempre oficializado por apodos ridículos (el protector
supremo, etc.).
A pesar del desprecio hacia los principios fundamentales de cualquier constitución, de la
corrupción que imponía, del enriquecimiento vergonzoso, los caudillos seducían gracias a
un discurso eminentemente patriota/nacionalista y sobre todo demagógico.
Los caudillos tomaban el papel de la única solución frente a la situación. Tuvieron un papel
muy importante porque representaron la síntesis del contexto general de la época. Se
percibía un enfrentamiento entre la tendencia conservadora y la tendencia liberal.
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, El caudillo se transformó en el reflejo de la sociedad anticuada que iba cambiando y
adaptándose a la modernidad. Este fenómeno lo podemos percibir sobre todo en México y
en los países Andinos.
Por ejemplo: Porfirio Díaz en México impuso una implacable dictadura positivista basada
en un movimiento oligárquico duro prácticamente 35 años (entre 1876 y 1910). Su
dictadura estuvo planificada por una especia de caciquismo ilustrado, supo atraer los
capitales extranjeros, las compañías internacionales pudieron explotar las riquezas mineras
del país, las del petróleo, rodeado por intelectuales positivistas, emprendió una serie de
reformas mejoraron el funcionamiento administrativo del Estado; sin embargo, esto ocultó
una política feroz, injusta, corrupta basada principalmente en la injusticia social.
Las clases bajas son las más tocadas y explotadas. Augusto Comte, el creador de la
sociología del positivismo, esa filosofía ponía de relieve una evidencia, se tenía que
poner en marcha los progresos científicos y de industrialización.
Por ejemplo: Manuel Estrada Cabrera, quien dirigió Guatemala entre 1888 y 1920. Su
política se basó sistemáticamente en el control policiaco, el encarcelamiento de los que se
oponían a su gobierno. Cabrera lanzó un método, el control de la prensa, para imponer un
poder despótico sobre el pueblo y la elite. Su política favoreció la imposición definitiva de un
sistema oligárquico.
Otro ejemplo: el del caudillo dictador presidente (título que el mismo se otorgó) Vicente
Gómez, quien dirigió el país de Venezuela entre 1908 y 1935. Aplicó una política que
ofreció un supuesto progreso gracias a la administración petrolífera con la presión
norteamericana. Evidentemente, Vicente Gómez impuso también un sistema oligárquico
bien organizado, dirigió Venezuela como una especie de comercio personal,
enriqueciéndose vergonzosamente y dejando al proletariado y al campesinado en una
situación desesperada.
A comienzo del siglo 20, a principio de las tres primeras décadas, si esos jóvenes países
latinoamericanos se autoproclamaban americanos, en realidad la conceptualización de lo
nacional no tenía aún una real significación, porque estos países estaban agarrotados entre
los antiguos conceptos arcaicos de las audiencias españolas, por un lado, y por otro,
estaban seducidos por los nuevos fundamentos liberales propulsados por la modernidad.
Apareció una revolución industrial, fue una consecuencia lógica, ya que estos países se
volvieron ingobernables.
El continente latinoamericano daba la impresión de que estaba bajo la influencia de
una anarquía permanente, desgarrada por los conflictos sociales, políticos, y sobre
todo por las guerras civiles. Por ello, según prácticamente todos los historiadores de los
periodos, la única forma de gobierno residía en imponer un sistema autoritario. La
imposición despótica, además de ser dirigida por las diferentes oligarquías, tuvo el principal
defecto de aplicar un sistema presidencial que otorgaba a la autoridad suprema un poder
exorbitante. Se pasó de un contexto marcado por agitaciones sociales a un estado
despótico, y ello a su vez condujo a una serie de golpes de Estado, que en su gran
mayoría estuvieron dirigidos por los caudillos (civiles o militares). La principal característica
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